Capítulo 74

Hola, hola!!!! ¿Qué tal llevan el día? Espero que bien!!!!! Gracias por leer :D Besos y mañana les dejo programado el capítulo a la misma hora de siempre!!!! 

Twitter: @Caparatodos

____________________________________________________

—Es un vestido muy peligroso —aseguró Lali intentando respirar con normalidad.

—Por eso nos lo llevamos —dijo Peter besándola antes de dejarla ir.

Capítulo 74:

Cuando llegaron al hotel, Ana había dejado la puerta de atrás sin cerrar, tal como había prometido.

—La cocina está bien, podremos trabajar en ella —dijo Peter cuando descargaron el auto.

—Es excelente —dijo Lali con envidia—. Creo que... —empezó a decir, pero Peter la besó y ella sonrió contra su boca acercándose a él—. ¿A qué vino eso?

—A que puedo hacerlo —dijo acercándose más a ella. Entonces sonó el celular—. ¿Qué se olvidó Javier ahora?

—¿Aló? —dijo Lali al teléfono.

—¿Dónde estás? Nosotras ya llegamos al hotel y mamá no deja de meterse con mi vestido —explicó Ana con un frenético suspiro—. Quiere saber dónde estás.

—Estamos en la cocina dispuestos a preparar la cena —dijo mientras Peter le besaba el cuello. Ahogó una risita y le suplicó—: Entretenla.

—Se va a enojar contigo.

—Como si eso fuera una novedad. De todas formas se iba a enojar al ver mi nuevo vestido. Lo eligió Peter y parezco una prosti —dijo notando que Peter se reía entre su pelo.

—¿En serio? ¿De qué color es?

—¿Ana?

—Voy a entretener a mamá. Gracias.

—No pareces una prostituta —aseguró Peter cuando Lali colgó el teléfono—. Tal vez una acompañante de clase A —dijo bajándole la mano hasta el final de la espalda—. Y yo tengo dinero.

—Entonces imagínate que cocinar van a ser nuestros juegos preliminares —sugirió Lali y Peter suspiró y empezó a desempaquetar la comida.

Quince minutos después, Lali tenía cuatro sartenes con aceite de oliva caliente, Peter había ablandado con un mazo dieciséis pechugas de pollo hasta dejarlas planas como un papel y estaba lavando champiñones.

—Nada de mantequilla y muchas, muchas gracias —dijo Ana asomando la cabeza.

—Por cierto, ¿dónde estoy? —le preguntó Lali mientras rebozaba las pechugas.

—El carro de Peter se malogró en algún lugar de Libertador —contestó Ana.

—Mi auto no se malogró —replicó éste—. Lo dejé en...

—Gracias, se lo creerá. ¿Te importaría olvidarte de tu orgullo masculino esta noche? —le pidió Lali.

—¿Y qué gano con eso?

—Mi eterna gratitud —dijo ésta besándolo en los labios, feliz de la forma en que encajaban sus bocas.

—¿Cuánta gratitud? —preguntó Peter inclinándose para seguirla mientras ella se apartaba.

—Más de la que pueda expresarte en una sola noche. ¿Puedes cortarme unos cuantos champiñones? Los necesitaremos para la ensalada —dijo y se quedó parada con el primer trozo de pollo encima de la sartén.

—¿Algún problema?

—No —contestó dejándolo en la mesa. Buscó en una de las bolsas y sacó una barra de mantequilla—. ¿Sabes?, creo que no se puede cocinar sin un poco de mantequilla.

—Sí —admitió Peter sonriendo.

Lali echó una generosa porción en cada una de las sartenes y olió su suave aroma. Después sonrió y puso las pechugas.

—De todas formas, no se darán cuenta —aseguró Peter.

—Mi madre puede olerla tres días después de que la haya comido. Sí que se enterará, pero me da igual. ¿Puedes cortar lechuga? Yo tengo que saltear cebolla.

Media hora más tarde, Agustín y Victorio aparecieron vestidos con camisa blanca y corbatas michi negras, con Candela.

—Vaya, vaya —comentó Lali aguantando la risa.

—Sí, ahora te burlas, pero luego te sorprenderás —dijo Agustín, que sirvió agua en unos vasos más rápido de lo que habría podido imaginar. Victorio puso catorce platos en fila, hizo un dibujo en ellos con salsa de frambuesa y preparó las ensaladas como si estuvieran en el hotel más lujoso.

—Me has dejado impresionada.

—A mí también —dijo Candela desde el banco en el que estaba sentada al fondo de la mesa, mientras cortaba coles en tiras, Victorio le sonreía y Agustín sacaba los vasos con agua.

—Ya están todos en el salón, se comportan con mucha educación. Ana parecía un poco aburrida, hasta que me vio con la corbatita —comentó Agustín cuando volvió.

—Aquello debe de ser un infierno. Prefiero estar aquí con ustedes. A partir de ahora creo que prepararé todas las cenas que organice mi madre —comentó Lali al otro lado del vapor que desprendían las cebollas.

—En cuanto note la mantequilla no te volverá a dejar hacerlo —dijo Peter ayudando a Agustín a preparar los primeros platos.

Diez minutos después, los platos estaban preparados para el pollo, éste tenía un aspecto delicioso cocinándose a fuego lento en su oscura salsa, las cebollas con las almendras metidas en unos rollitos hechos con las tiras de col hablaba sola.

—Ensalada, hecha. Carne y cebolla, preparados. Salsa de Emilio, lista. Panes, sacados del horno y en canastas. Me olvido de algo, seguro. ¡Mierda! ¡El postre!

—Yo lo traje —dijo Peter sacando una bolsa que contenía dos cajas de Manolo.

—¿Churros? —preguntó Lali desconcertada.

—Pásame una fuente de postre —Lali buscó en un armario y le dio una. Peter puso siete bañados con chocolate haciendo un círculo, con uno en medio, la siguiente capa con cinco rellenos de chocolate, otra con tres bañados en azúcar y una última con un espectacular churro de chocolate. La pirámide se sujetaba con el glaseado que Candela había ido goteando entre las capas.

A Lali se le hizo la boca agua.

—Lo vi en una revista. La gente lo prepara con frecuencia —comentó Candela.

Peter cogió una de las cajas, la abrió y sacó una figurita con unos novios de plástico. Eran horribles hasta que los puso encima de los churros, después le parecieron muy divertidos.

—Es la torta que quiero cuando me case. Aunque a mi madre le dará un infarto —comentó Lali. Peter sonrió y Lali se quitó el delantal—. Eres un genio, Pitt. Dame un segundo para que me ponga el vestido y estaremos listos para el show.

Se cambió tan rápido como pudo y cuando volvió oyó que Agustín le decía a Peter:

—Está todo listo, ya pueden irse —se calló cuando la vio, Victorio se quedó parado y Candela la miró desde detrás de éste.

—¡La! ¡Estás preciosa! —la alabó Candela.

—Muy sexy —comentó Agustín, y Peter le dio un golpecito en la cabeza—. Sólo fue un comentario —protestó éste.

—¿Pueden encargarse de todo? —preguntó Peter pasándole la torta a Victorio.

—Es para hacerlo con los ojos cerrados —dijo Agustín, y Lali se quedó quieta, desconcertada—. ¿Qué pasa? —le preguntó.

—Nada —contestó, y fue a verse en un espejo que había al lado de la puerta si se había manchado de harina. El calor de la cocina había hecho que se le subieran los colores y le había rizado el pelo, estaba...

—Estás guapísima —dijo Peter, y Lali se giró y vio a Agustín y a Victorio a su lado. Entonces se dio cuenta de que un mes atrás no conocía a ninguno de ellos y sin embargo se habían unido para sacar a su hermana de un apuro.

—Es muy lindo de su parte lo que están haciendo. Esto es algo que va más allá de la amistad —les dijo.

—Por ti lo que quieras —dijo Agustín dándole un beso en la mejilla y Lali se puso colorada.

—Deja de coquetear con otros hombres, Mariana —le pidió Peter agarrándola de la mano y Victorio le dio una palmadita en la espalda mientras salían.

—Son una gente excelente —los alabó mientras iban por el camino de hacia la puerta principal.

—Sí, y ahora vamos a cenar con tu familia.

—¡Qué Dios nos ayude!

Continuará…