Capítulo 79

Hola, hola!!!!! ¿Cómo están? Espero que todo bien por ahí, aprovechando el día y recargando las fuerzas necesarias para afrontar la semana con una sonrisa y los brazos relajados para remar jajajaja Gracias por estar, leer y disfrutar de la nove!!!! No sé cuántos capítulos quedan todavía... Besos y hasta mañana!!!! Empiecen con todo el lunes!!!!!!!!!!!!!!!!!! 

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—Al menos empiezas a conocerte —respondió mirándolo con asco. «Lali lo sabía y piensa que soy un idiota».

—No te la agarres conmigo. No soy yo el que ha hecho que quedes como un idiota todo un mes.

Capítulo 79:

Peter se estremeció, se dio la vuelta y volvió a la celebración. No era vedad, Lali no era así, no lo haría, aunque en ese momento, muchas cosas que le habían parecido inexplicables empezaban a cobrar sentido.

Cruzó el salón casi desértico hasta llegar al lado de Lali, que intentaba proteger a Ana de María José.

—¿Podemos hablar un momento?

—No es el mejor...

—Ahora —exigió, y los ojos de Lali se agrandaron al tiempo que asentía.

—Ahora mismo vuelvo —le comunicó a su hermana y dejó que Peter la llevara al recibidor sin dejar de mirar angustiada a su hermana.

—¿Se trata de Javier? —le preguntó desde un lugar de la habitación en el que podía seguir vigilando a Ana.

—¿Por qué aceptaste cenar conmigo la primera noche?

—¿Qué? —preguntó tan sorprendida que dejó de mirar a su hermana.

—Dime la verdad.

—Fui... —alejó la mirada y meneó la cabeza—. Fui porque apostaste con Benjamín que podías acostarte conmigo en menos de un mes y necesitaba un acompañante para esta boda. Después salimos juntos y me pareciste tan vanidoso que pensé que no te aguantaría tres semanas, te di las gracias por la cena y me fui a casa. No entiendo por qué tenemos que hablar ahora de todo esto.

—¿Por qué seguiste saliendo conmigo si pensabas que era capaz de hacer algo así? —preguntó Peter, cuyo mes de frustración empezaba a transformarse en cólera—. ¿Para burlarte de mí? ¿Te parecía gracioso?

—No, te estuve rechazando todo el tiempo —respondió enojada—. Mira, ¿no podemos hablar de esto más tarde?

—Así que me rechazabas para burlarte de mí y María, Candela y tú se juntaban para reírse de la situación.

—No, pensábamos que eras un baboso. No fue nada divertido.

—Ya, por eso María no dejaba de pegarme.

—Sí, pero me da igual —Lali dijo estas últimas palabras entre dientes—. No importa.

—Sí que te importa —respondió muy serio—. Estás loca. Por eso has estado jugando conmigo, volviéndome loco, haciéndome quedar como un...

—He sido completamente sincera contigo —aseguró señalándolo con el dedo.

—Jamás me preguntaste por la apuesta.

—Sí lo hice —dijo cruzando los brazos—. Y nunca me respondiste, siempre evadías el tema.

—Nunca me lo preguntaste —le espetó Peter cruzando también los brazos—. ¿Y sabes por qué lo sé? Porque te hubiera contestado que nunca hice esa apuesta.

—Estaba presente.

—Entonces no escuchaste bien, no la acepté.

—Dijiste que era facilísimo.

—No he dicho esa frase en toda mi vida. Me parece de lo más denigrante cuando hace referencia a una mujer —respiró con fuerza y pensó: «¡A la mierda!»—. ¿Crees que soy tonto? —preguntó con tono severo y a Lali se le heló la sangre—. ¿Cuán tonto cree todo el mundo que soy?

—Nadie piensa que lo seas. ¿Qué te pasa?

—Todos creen que hice esa apuesta con el asqueroso de Benjamín —dijo Peter meneando la cabeza mientras consideraba la magnitud de la traición de Lali—. Y todo porque tú les dijiste que yo había hecho esa apuesta. Y se dedicaron a ver cómo jugabas conmigo y yo, como un tonto, lo creí todo.

—Tú te lo buscaste —le soltó, pero con voz insegura—. No pensé que fueras tonto, sino... horrible. Pero luego me di cuenta de que no lo eras y... ¿A qué viene todo esto? Sabes muy bien lo que siento por ti. Te amo. La apuesta no importa.

—¿Que no? ¿Eres tonta?

—¡Oye! —protestó, y su cara empezó a ensombrecerse—. Mira, sé que todo esto te está alterando, pero cálmate. Te amo, sabes que lo hago, pero ahora no tengo tiempo para hacer de niñera.

—¿De niñera? —exclamó apretando los dientes para no gritar, porque lo había traicionado, pero todavía la deseaba, desesperadamente. «Deshazte de todo esto», pensó—. Bueno, ahora no vas a tener que hacerlo nunca más.

—¿Qué? —preguntó, y después asintió con el rostro contraído por la cólera—. Entiendo. Por supuesto. Huyes, cobarde. Ya lograste lo que buscabas, te dije que te amo y el juego ha terminado y te vas. Sabía que lo harías, lo sabía.

—No tiene que ver conmigo —se defendió sin mirarla a los ojos.

—¡Por favor! Por supuesto que tiene que ver. Todas tus relaciones acaban así. Te agarras a cualquier excusa para...

—¡Hey! —los llamó Agustín y los dos se giraron hacia él. Estaba más enojado de lo que Peter lo había visto nunca—. No sé qué están haciendo, pero sea lo que sea no es tan importante como lo que está pasando ella. Tienen el resto de sus vidas para pelearse, pero Ana los necesita ahora.

—Dile a Lali que no hice esa apuesta con Benjamín.

—No la hizo —corroboró mirando a Lali irritado.

—Lo escuché. Benjamín dijo que tenía que acostarse con la chica de traje gris de cuadros en un mes y el contestó: «Está… facilísimo» —repitió mirando primero a Agustín y luego a Peter.

—Fui yo el que lo dijo. Me equivoqué. Me da igual. Ya se pelearán después. Ahora vuelve ahí y ayuda a tu hermana. Tu madre le ha quitado el champagne porque dice que tiene demasiadas calorías y la maldita dama de honor de verde no deja de reírse.

—Tienes razón —aceptó Lali dirigiéndose hacia la puerta—, pero no discutiremos luego porque Juan Pedro ha decidido que llegó el momento de dejarlo.

—¿Lo dices en serio? —preguntó Agustín mirándolos a los dos con desdén—. Son tan infantiles.

—¿Qué? —exclamó Lali.

—Te lo diré en pocas palabras. Eres una bruja que odia a los hombres y él un cobarde que le tiene miedo a las mujeres. ¡Déjenlo ya!

—¡Jódanse los dos! —exclamó Lali y se fue con su hermana.

Continuará…