sábado, 5 de abril de 2014

Capítulo 62


Hola, hola!!!!! ¿Cómo les va muchachas? Ojalá que todo bien y aprovechando los días de descanso! Gracias por sus comentarios y buena onda siempre ;) Un beso y nos leemos mañana!!!!!

Twitter: @Caparatodos
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—¿Que quería hacer qué? —Lali levantó la cabeza de golpe.

Capítulo 62:

—Cancelar el viaje. —Stefano se inclinó hacia delante todo lo que pudo—. ¿Puedo ver lo que estás dibujando? —repitió.

—¿Lo que estoy qué? —Lali le miró sin comprender, sin mover el lápiz y pensando a toda velocidad. ¿Peter había querido anular el viaje? Seguro que no era por... por ella, ¿no? No, claro que no. Sabía que podrían retomar lo que tenían en cuanto volviera. Esa idea era sólo suya, y se debía a una mezcla de miedo y soledad. Probablemente Peter nunca se sintiera angustiado o muerto de miedo o...

—¿Dani?

—¿Quién? —Lali empezó a decir y, con un esfuerzo, recobró la compostura que parecía perder cada vez que pensaba en Peter—. Ah. Perdón, Stefano, ¿qué decías?
La miró con curiosidad y tiró de la hoja de papel para sacarla de debajo del hombro de Lali.

—¿Qué es eso, señorita... Dani?

—Ah... nada. Es sólo... —Tomó aire con fuerza y dejó de pensar en Peter—. Es una especia de hobby. Me gusta decorar y sólo estaba pensando en un par de ideas para la cafetería. —Alargó la mano para recoger la hoja, muerta de vergüenza—. No es nada, Stefano.

—No, es genial. —Stefano observó las palmeras, los mostradores de aluminio, la máquina de discos, las letras de neón. Sus ojos verdes, tan parecidos a los de su hermana, brillaron de emoción—. En serio, es increíble. —Miró la cafetería y luego volvió a centrarse en la hoja—. Iría perfecto aquí.
Lali se sintió halagada.

—¿De verdad lo crees? Siempre he sido muy partidaria de la moda retro funk de los cincuenta.

—¿Eso es lo que es? ¡Es genial!

—¿Qué es genial? —Euge limpió la mesa de migas con un trapo, se sentó junto a Lali y ladeó la cabeza exactamente igual que Stefano—. ¿Qué es eso?

Lali se dio cuenta de pronto de lo mucho que se parecían los dos hermanos. Ahora que los veía de cerca, Lali observó que Stefano y Eugenia tenían la misma tez, además de gestos y expresiones muy parecidos.

¿Cuándo fue la última vez que tuvo tiempo de observar a una familia? No lo hacía desde Singapur, el último destino de sus padres. Su madre se había hecho amiga de un clan entero de familias inglesas interrelacionadas que llevaban expatriados tres generaciones. Los Espósito habían jugado a tratar de hacer el árbol genealógico basándose en los parecidos y sus gestos.

Al perder a su familia, perdió todo aquello también. Había conocido a gente en Nueva York y en Buenos Aires, pero sin tener ni idea nunca de lo que les rodeaba. No tenía ni la más remota idea de si sus compañeros de oficina se parecían a sus hermanos, ni siquiera sabía si tenían hermanos. Hacía demasiado tiempo que no gozaba de una vida familiar, aunque no fuera la suya propia.

—¿Y? —Euge tiraba suavemente del papel.

—No es nada, Euge.
Lali trataba de esconder sus garabatos con el hombro, pero Euge seguía tirando de él.

Lali maldijo esa costumbre que tenía. Euge pensaría que era una difamación de la cafetería. Claro que la cafetería era insípida y polvorienta, pero eso a ella no le incumbía. Siempre estaba tratando de cambiar lo que le rodeaba, era algo innato en ella, había empezado a barajar la idea sin darse cuenta siquiera de lo que estaba haciendo. Lo había heredado de su madre, que no podía dejar en paz una habitación hasta que no estuviera exactamente igual a como se la había imaginado. Lali se había pasado la vida entera redecorando y, al parecer, detalles ínfimos como las amenazas de muerte y los destierros no eran suficientes para romper con las costumbres.

—No me hagas caso, Euge. Sólo estaba, eeehh, imaginando cómo podría quedar la cafetería si la dejáramos... —«Bonita». Lali se mordió la lengua justo a tiempo—. Vamos, si... —Suspiró y desistió.

—¿Quieres decir si alguien hubiera hecho algo con ellos en los últimos treinta años? —dijo Euge.

—No quería decir... —empezó a decir Lali, y observó a Euge, que la miraba fijamente con una sonrisa en los labios. Lali empezaba a conocer a Euge lo suficiente para saber que iba directa al grano. No tenía sentido que se anduviera con rodeos—. Bueno... una capa de pintura no le vendría mal.

—O que lo tiraran entero. —Euge sacudió la cabeza al ver la protesta automática de Lali—. No, es cierto. Mamá nunca hizo nada por arreglar el local. La cafetería nunca dio demasiado dinero y después, cuando probablemente lo habría podido hacer, se enfermó. De hecho, llevo mucho tiempo esperando a poder redecorarla, pero... —Euge se mordió el labio inferior con nerviosismo—. No sé demasiado sobre decoración. No soy demasiado buena para eso; igual que con la cocina.

—Bueno, no sé —protestó Lali—. Rafael parece estar disfrutando de la torta.

—No la hice yo —respondió Euge abatida—. Traté de hacer la receta esa que me diste. ¿Sabes cuál te digo? La de chocolate.

—¿Y? —la animó Lali.

—Y me salió horrible. —Euge suspiró con fuerza—. Me salió desabrida. Y pegajosa. Así que le pasé la receta a Nadia y le salió buenísima. Ya se terminó. También me hizo otra torta. Tal vez si redecorara el lugar, la gente no se fijaría tanto en que no sé cocinar.

—Tal vez —dijo Lali sin demasiada convicción.

—Así que, Lali. —Euge se inclinó hacia delante para echar un vistazo a lo que ocultaba Lali con el brazo—. ¿Qué tenías pensado?
Lali se quedó quieta un segundo, pensando, y luego le tendió la hoja a Euge.

—Bueno, a decir verdad, estaba pensando en algo tipo retro funk de los años cincuenta.
La sonrisa de Euge se volvió vidriosa y Lali suspiró. Tal vez la decoración retro funk no era en lo que había pensado Euge.

—¿Qué tenías en mente, Euge? Si tuvieras una varita mágica, ¿en qué convertirías tu cafetería?
Euge no lo dudó ni un segundo.

—Lo decoraría con helechos —dijo, con el mismo tono de voz con que habría podido pedir el cielo.

—¿Con... helechos? —Lali frunció el ceño—. ¿Eso no es muy de... ya sabes... muy de los ochenta?

—¿Mmm? —Euge miró a su alrededor con aspecto soñador—. ¿Quieres decir pasado de moda? Es posible, pero Fiambalá no ha tenido nunca un bar así. Creo que ni siquiera El Puesto ha tenido nunca uno.
«No me extraña», pensó Lali, y se estremeció al imaginarse de repente con un Fiambalá invadido por la moda de los ochenta.

—No sé, Euge. ¿De verdad...? —Pero a Lali le bastó con ver a Euge, su expresión de anhelo y la ilusión que le hacían los ojos, para callarse de inmediato. Miró en redondo la cafetería y su falta de decoración e hizo una mueca de dolor. Cualquier cosa era mejor que eso.
Lali eligió mentalmente unas telas y colores. Podría hacerse.

Pasó rápidamente las hojas en las que había garabateado su visión de El Lugar de Mecha hasta llegar a las hojas en blanco. Se había divertido dibujando sus ideas pero, al fin y al cabo, se trataba del sueño de Euge. Lali decidió hacer todo lo que pudiera para ayudar a Euge a conseguirlo.

Lali decoraba hasta en sueños. De hecho, más de una vez lo había hecho. Una vez, al poco de que los Espósito se mudaran a Roma, Lali se levantó una mañana en su vacía habitación sabiendo exactamente cómo iba a decorarlo.
El lápiz de Lali voló por el papel.

—Bien. —Miró a Euge—. Pide por esa boquita, y veré qué puedo hacer.

—¿Cómo? Ehhh... —Euge la miró sin saber muy bien qué quería—... No sé si te estoy entendiendo.

—Bueno —dijo Lali con razón—, vas a necesitar un plano del suelo y plantillas de colores para redecorarlo. Revisaremos el asunto, mientras hago un esquema de los planos. Lo he hecho mil veces con mis amigas. ¿Dónde estabas pensando en poner la barra? —Lali garabateó unos instantes antes de dibujar las paredes. Al ver que el silencio se extendía, subió la vista—: ¿Euge?

—¿Sí? —Eugenia había tirado un poco de sal del salero roto que había encima de la mesa y estaba dibujando círculos con el dedo. Tenía las mejillas sonrosadas.
Lali dejó el lápiz encima de la mesa y trató de pensar en las palabras adecuadas.

—Euge —dijo con amabilidad—, ¿tienes pensando en cómo quieres que sea, ¿no?

—Ehh... —Euge miró por la ventana. La calle estaba desierta—. Más o menos.
Lali sintió que pisaba terreno resbaladizo.

—Euge —preguntó con cuidado— ¿has estado alguna vez en uno de esos bares que dices?

Continuará…

11 comentarios:

  1. jajajjaj muy buen capi,euge es un caso,me gusto espero otro

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  2. Jajjajaja,pobre Euge ,no sabe hacer nada,y encima se siente tímida ,no sabe bien k es lo k quiere.
    Lali está más k dispuesta a ayudarla

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  3. Me gusto el capítulo!!! Espero el proximo!

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  4. Lina (@Lina_AR12)5 de abril de 2014, 21:06

    Lali quiere darle una mano a Euge a toda consta,q buena!

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  5. SeGui me encanta!!
    Que vuelva Peter
    @gbv_17

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  6. Que vuekva Peter!!!

    ++++

    @laliteronfire

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  7. Me gusta que Lali se esté acomodando en el sitio en el que está, no le queda más remedio que vivir ahí, por que no hacerlo disfrutando lo que pueda al menos? y además de disfrutar de Peter pude disfrutar de esas lindas amistades que está creando

    espero mas noveeeee

    besos

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