Capítulo 71

Hola, hola!!!! ¿Cómo están? ¿Qué tal todo? Espero que bien y hayan empezado de diez la semana!!!! Gracias por leer, por el aguantes y por sus comentarios TAN geniales tanto acá como en tw! Me hacen reír y muchoooo! jajajaja Gracias por eso ;) Un beso y hasta mañana!!!!!

Si pueden y quieren leer un poquito de locura, les recomiendo el blog de Mamá Locura está buenísimo y les aseguro que se reíran un rato de sus experiencias ;)

P.D.: Pedido a la comunidad lectora!!!! Alguna sabe el nombre o leyó una novela en la que Lali es niñera del hijo de Peter y este, el niño, no quiere hablar y ella lo chantajea con dulces y cosas??? Yai y Keny lo buscan y no sé si entre todas podríamos ayudarlas ;) Gracias de ya por sus aportes con la causa! jajajja (medio dramatico mi pedido jajajaja)

Twitter: @Caparatodos

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—¿No piensas quitarte los pantalones?

—Todavía no —gruñó—. En cuanto lo haga, no podré aguantar más.

Podía sentir su sonrisa contra el cuello.

—Son una especie de cinturón de castidad, ¿no?

Capítulo 71:

—Sí. —Ya estaba casi lista para él; menos mal, porque empezaba a perder el control. Dos dedos no equivalían al tamaño de su masculinidad, pero se estaba preparando para recibirlo. Le estaba clavando las uñas en la espalda y había empezado a hacer esos ruiditos guturales que tanto le gustaban. Esos que hacía justo antes de correrse.

La acarició con más ímpetu y Lali se tensó y contuvo la respiración. Se estremeció al sentir que su cuerpo se estrechaba sobre sus dedos y se vio sacudida por un orgasmo.

¡Yayayayayaya!

Peter la besó con fuerza, temblando mientras se desabrochaba el pantalón y se lo quitaba junto con sus calzoncillos. Quería total libertad de movimientos, así que no se contentó con bajárselos hasta los muslos. En medio segundo estaba desnudo y rodaba sobre ella.

Lali aún estaba siendo arrastrada por le clímax, jadeando suavemente. La penetró, sintiendo sus afilados tirones al entrar. Era de cortar la respiración. Lali disfrutaba con todo el cuerpo. Lo agarraba con brazos y piernas, empujaba con las caderas hacia arriba para sentirlo profundamente, y tenía la boca abierta. Cada trozo de su cuerpo le daba la bienvenida.

Peter estaba completamente sensibilizado, como si le hubieran quitado una capa de piel. Llevaba ocho noches seguidas pensando en ella y, por mucho que intentara olvidar a esa mujer, la cosa no había mejorado, la deseaba con todo su ser. Estaba más que preparado y, en cuanto se abrió paso entre su cuerpo, perdió el control.

Peter gimió contra su boca, la agarró fuerte de las caderas y empujó con fuertes y cortos empellones, moviéndose hacia su interior. Empezaba a conocerla a la perfección. Si empujaba fuerte y rápido, daba contra su clítoris y el orgasmo se hacía interminable. Cuando sintió que una nueva ola de placer la sacudía, emitió un sonido de alegría desde lo más profundo del pecho, embistiéndola con más fuerza esta vez.

Las contracciones, cálidas y duras, acabaron con él. Gruñó y encontró el alivio que hacía ocho noches venía buscando, sacudiéndose, sudando y palpitando. Sus sentidos, que normalmente eran tan agudos, desaparecieron con la intensidad del orgasmo. No oyó el crujido de la cama, ni los gritos de placer de Lali, y no podía ver nada aparte del trocito de piel de Lali que tenía delante de los ojos. Todo en él se movía en espiral hacia adentro, ferozmente concentrado en su verga y en los saltos de júbilo que daba dentro de ella.

Temblando con fuerza, Peter se puso completamente encima de Lali, mirando su rostro sobre la almohada, jadeando y temblando aún.

Seguía necesitándola. Apenas había saciado una ínfima parte de su deseo. En cuanto recuperara el aliento empezaría de nuevo y sería aún mejor, porque Lali estaría más que preparada. Aunque aquel orgasmo había sido mucho más intenso de lo habitual. No le provocaba volver a empezar tan pronto. Al fin y al cabo, tenían toda la noche. Ahora mismo lo único que quería era disfrutar el palpitante placer a medida que iba recuperando sus sentidos. Había sido tan intenso que la cabeza le sonaba.

Poco a poco volvió en sí y se dio cuenta de que lo que sonaba no era su cabeza, sino el teléfono.

A la mierda. Quienquiera que fuera, podía irse a freír espárragos.

—No contestes —murmuró Peter besándola.

—¿Contestar el qué? —dijo Lali con voz soñolienta.

—El teléfono.

—Ah. —Suspiró—. Pensé que lo que sonaba era mi cabeza.

Sonrió en la oscuridad y le paseó la boca por el cuello. El teléfono seguía sonando, pero Peter no le hizo caso.

Lali se puso tensa de repente.

—El teléfono. El teléfono. Ay, Dios, el teléfono. —El tono de su voz era brusco, como si se hubiera despertado de golpe. Lo empujó del hombro—. Tengo que contestar.

Peter levantó la cabeza, sorprendido.

—Por favor, Peter, deja que me levante. De verdad que tengo que contestar.

Peter frunció el ceño sin dejar de mirarla. Estaba temblando y su piel parecía haber perdido el poco color que tenía normalmente.

—Peter, por favor. —Volvió a empujarlo del hombro, pero pesaba el doble o triple que ella. Era imposible que se deshiciera de él si no quería. Y no parecía querer. Estaba cómodo donde estaba, cerca de Lali—. Peter, por favor, por favor —susurró. El teléfono seguía sonando.

Le temblaba la voz.

Con el ceño fruncido, se separó de ella y se movió hacia un lado. Lali se escabulló de allí y corrió a la sala.

Peter estaba recalentado y sudoroso de haberle hecho el amor y del orgasmo, pero un escalofrío le recorrió entero cuando pensó en la expresión de la cara de Lali.

Era una expresión que conocía demasiado bien.

Miedo.

Algo la había asustado. Y mucho. Al diablo. Nada ni nadie iba a atemorizar a esa mujer. Con gesto áspero, Peter se levantó y la siguió.

Continuará…