jueves, 17 de abril de 2014

Capítulo 74


Hola, hola!!!!!!! ¿Cómo les va? Espero que el jueves las haya tratado bien y estén disfrutando, descansando, aprovechando y reflexionando! Gracias por leer, sus comentarios y por estar ahí!!!! Un beso enorme y hasta mañana!!! 

Twitter: @Caparatodos
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—No vas a ir a ninguna parte.

—¿Qué? No entiendo...

—Que no te vas. Te quedas aquí, conmigo.

Capítulo 74:

Esto no debería estar pasándole a ella. No debería estar pasándoles a ellos. Ahora mismo deberían estar en su habitación, follando aún. Siempre era demasiado frenético la primera vez, pero no le preocupaba demasiado porque sabía que se calmaría, a su tiempo. Pensaba que tenían todo el tiempo del mundo.
Y ahora el tiempo se les acababa.

—¿Peter?

La miró a la cara, pálida y confundida, y vio el futuro que siempre había soñado. Con Lali se sentía mucho más vivo de lo que se había sentido nunca. Antes de que llegara se había dejado llevar, se hundía cada vez más en sus oscuros pensamientos, como un barco a la deriva.

Lali había cambiado eso; su presencia había sido su bote salvavidas. Lo había devuelto a la vida. Estaba devolviendo Fiambalá entero a la vida.
¡No pensaba dejarla escapar!

—Peter, van a venir a buscarme, tengo que prepararme, recoger mis...

—Chiquita, escúchame bien; no vas a ninguna parte. Te vas a quedar aquí, conmigo, donde pueda protegerte.

—Pero... —Lali miró a su alrededor, como si la policía fuera a presentarse en cualquier minuto—. Quieren sacarme de aquí, Peter. Se terminó.

—No, no se terminó. Para nada, La. ¿No lo ves? La policía lo único que va a hacer es darte una identidad nueva y llevarte a cualquier otro sitio. Pero han irrumpido su seguridad. Si sucedió una vez, sucederá de nuevo. Así que no digas nada. Deja que yo me encargue de esto.
Quitó la mano del auricular.

—Aló —gruñó.

—Bueno, señor... eh, Lanzani —empezó a decir Héctor Lavalle.

—Es jefe mayor Lanzani.

—Ah. —El otro lado de la línea se quedó callado—. De la marina.

—Las fuerzas armadas. —Peter nunca trataba de impresionar a nadie con el hecho de que hubiera sido de las fuerzas armadas, pero en aquellos momentos necesitaba que Lavalle le prestara atención y la mejor forma de hacerlo era dejarle muy claro con quién estaba tratando—. Y, para que quede claro, no se va a llevar a Mariana Espósito a ninguna parte. Se va a quedar aquí, bajo la protección del oficial Santiago Prado, y mía.

—¡No hay forma! ¡No he oído nada más absurdo que esto en toda mi vida...!
Peter puso un tono de voz suave y mortal.

—No voy a dejar que se la lleve. Obviamente, no con el tipo de protección que le han estado ofreciendo. Así que deje que nosotros nos hagamos cargo.

—Me temo que eso es impo...

—Más le vale hacerlo si no quiere que lleve esto directamente a los altos mandos. Justo después de hablar con mi buen amigo Rodrigo Madueño, del Clarín. Estoy seguro de que habrá leído sus artículos; es el que ha escrito todos esos artículos sus actividades fallidas. Le va a encantar esto: testigos del gobierno sin protección usados como cebos. Ya estoy viendo los titulares.

—Yo... eehh... yo que usted no haría eso señor...

—Peter. Y tengo el número de teléfono de Madueño justo frente a mí. —Peter sonaba tan convincente que Lali miró asombrada sus manos vacías, esperando ver una agenda. No necesitaba nada de eso para llamar a Rodrigo—. Madueño trabaja hasta tarde los domingos. Debe de seguir en su escritorio. Va a hablar con el jefe de policía de aquí, Santiago Prado, para que todos lleguemos a un acuerdo sobre la mejor forma de proteger a Mariana Espósito hasta que el juicio se lleve a cabo, o llamo a Rodrigo y luego a mis contactos. Y cuando digo ahora, me refiero a que fue para ayer. Rodrigo todavía tiene tiempo para publicar la historia en el periódico de mañana.

—Mire, señor Lanzani, estoy seguro de que sabe que no puedo confiar en usted. ¿Cómo sé quién es? Se queja de que no estamos protegiendo a la señorita Espósito adecuadamente; pero sería muy poco serio de mi parte si confiara su seguridad al primer hombre que me llama.
Tenía toda la razón. Peter miró a la pared con furia.

—Está bien —dijo al final—. Esto es lo que va a hacer. Va a llamar al número de teléfono que le doy. Es el celular  de Joaquín Cabanillas. Puede preguntarle sobre mí. Dígale que Alonso y Salvador están conmigo y que ninguno de nosotros hemos perdido cualidades. Me quedo a la espera.

—Ese tal Joaquín Cabanillas —empezó a decir Lavalle—, ¿no será el General Joaquín Cabanillas? ¿El director de los Jefes de Estado mayor?

—No. —Peter miró al techo—. Es Joaquín Cabanillas, el cantante de ópera. ¡Claro que es el General, imb...! —Peter se mordió la lengua. Quería que el hombre cooperara con él, no que se pusiera en su contra—. Está perdiendo el tiempo. Compruebe lo que le digo con Joaquín, y dígale de mi parte que me sigue debiendo 100 pesos y que espero haya mejorado jugando al póquer.

Peter se quedó a la espera y se recostó en la silla, preparado a esperar. Lali lo observaba con el rostro pálido. No hablaron. Se limitó a atraerla hacia él y abrazarla, apoyando la mejilla sobre su cabeza.
Un cuarto de hora después, la voz volvió.

—Señor Lanzani.

—Sí. —Peter se enderezó y Lali lo miró asustada.

—Esto es... esto es muy poco normal. —Lavalle soltó aire para librarse de la tensión. Peter se jugaba la cabeza a que ese tipo estaba sometido a mucha presión. Sus descuidos casi le cuestan la vida a un testigo.

—Sí. —Peter no iba a ayudarle ni un poquito. Esperó.

—He... he hablado con el General Cabanillas, me dio muy buenas referencias sobre usted, Tejada y Bernal. Y también hemos revisado los antecedentes del Jefe Pardo.
Todo eso ya lo sabía, así que no dijo nada.

—Después, eehh... después de consultarlo con mis colegas, hemos decidido que si su plan es factible, podemos dejar a la señorita Espósito ahí. Se coordinará con nuestra oficina.

—Entendido.

—Me informará sobre la situación con regularidad.

—Sí. Y quiero que me dé toda la información disponible sobre el caso ahora mismo.

A Peter se le erizó el pelo de la nuca mientras escuchaba hablar a Lavalle sobre cómo sospechaban que se había filtrado información. Y de que se decía que el precio de la cabeza de Mariana Espósito había subido a los dos millones de dólares.

—Así que... dejo a la señorita Espósito en sus manos y las de su gente. Desde ahora, su seguridad es responsabilidad suya. ¿Está de acuerdo con eso?

—Totalmente.

—Ok. Llámeme mañana por la tarde y concretaremos los detalles.

—Eso haré. Lo llamaré a las trece en punto con un plan de seguridad detallado. Y ya está arreglando esas fugas, ¿me escuchó?
Peter le oyó suspirar de nuevo y colgó. Cuando Lali le tocó el nombro con timidez, se giró para tomarla en brazos, abrazándola con fuerza.

—Ya está. Te quedas aquí, conmigo —dijo Peter al final—. La única forma que te atrapen será por encima de mi cadáver.
Lali respiró con fuerza.

—En ese caso, Peter —le dijo con voz suave—, a lo mejor convendría que te pusieras algo de ropa.


Continuará…

11 comentarios:

  1. Jajajaja dando ordenes desnudo por teléfono jajaja este Peter es todo un galán eh!
    Quiero más!
    Lore

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  2. jajajajaj mataria por ver a Peter hablando de esa manera por telefono encima en bolas jaajja
    lo amo y amo tu nove

    maaaasssssssssssss

    @_ferreyra07

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  3. El todo irritado, malote hablando por telefono y a lo ultimo q le dice se vista me dio tanta gracia

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  4. Me encanta como cuida a lali
    Que se la lleve a su casa lali estaría más
    Segura ahí pienso yo jaja puede ser
    Subí más porfíss

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  5. Que lindos son por Dios!!!

    @laliteronfire

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  6. K seguridad k tiene en si mismo!!!!!.
    Eso es protección y amor!!!

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  7. Caballero elegante con poca ropa

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