Capítulo 18

Buenas!!! Cómo están chicocas?! Ojalá hayan pasado un buen domingo… solas o en compañía, la mejor forma de terminar la semana para empezar con la que viene! Gracias por sus comentarios y por estar, son geniales!!! Besos y nos leemos mañana!!! Suerte para las que empiezan mañana clases!!! ;)

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—¿Cenaste con Peter Lanzani? —preguntó María José con la cara blanca.

Capítulo 18:

María José Espósito siempre había tenido la habilidad de hacerla sentir culpable con una sola mirada. Con frecuencia servía para que Lali se pusiera a la defensiva, y esta no iba a ser la excepción.

—Sí, mamá —contestó Lali, nerviosa—. Claudia me dejó un mantel de encaje que a mí me gustaba mucho. Peter me invitó a cenar para dármelo.

—Eso no tiene por qué significar que tú aceptaras.

La voz de Majo, cómo muchos la llamaban, mostraba toda la soberbia y arrogancia que había caracterizado a Carlos Espósito cuando hablaba de Peter. María José siempre había vivido bajo la sombra de su marido, pero se había transformado en una mujer fuerte tras su muerte.

—Me invitó y no hubiera sido muy educado de mi parte rechazarla. Además tienes razón, no significa nada. Ni siquiera lo he visto después de esa noche.

—Tu mamá tiene razón, Lali. No deberías haber ido a cenar con un hombre como Peter Lanzani —comentó el marido de Ana.

Joaquín Campos, el jefe de policía de Arcadia, tenía dos metros de altura y pesaba bastante más de lo necesario gracias a los dotes culinarios de Ana. A pesar de que el pelo había comenzado a caérsele, no dejaba de ser guapo. Pero a Lali no le habían gustado nunca los hombres tan grandotes.

—Dale, Lali. Cuéntanos que pasó—. La voz de Ana era cariñosa, pero a Lali le hubiera gustado estrangularla allí mismo. Se preguntó cómo haría Joaquín para soportarla—. ¿Pretendes que nos creamos que cenar con el guapísimo y famoso Peter Lanzani fue simplemente nada? ¿De verdad no tienes nada que contarnos?

—Sí, como dónde enterró el cuerpo —preguntó Manuel.

Lali cerró los ojos. Su sobrino Manuel tenía diez años y su hermana Julieta doce. Le costaba trabajo creer que sus padres no le dijeran nada por tratar de esa manera a un hombre del que no se había probado ningún crimen. Sin embargo, Julieta intervino.

—Sabes que no debes hablar sobre rumores. Papá siempre dice que no hay que creer todo lo que dicen.

—¿Y qué has oído tú, Juli? —preguntó Lali sin poder contenerse.

—Solo que Lanzani secuestró a una niña y luego la enterró —se adelantó en decir Manuel.

Lali miró a Ana y luego a Joaquín esperando que alguno de los dos corrigiera a su hijo. Ninguno habló. Cuando se dio cuenta de que nadie pensaba hacerlo, se atrevió a ella misma negar el rumor.

—Mi amor, tu hermana tiene razón. No puedes creer todo lo escuchas por ahí. Es cierto que secuestraron a una niña, pero no sabemos si la mataron porque nunca pudimos encontrarla. Y sobre el tema del señor Lanzani… el jefe de policía, el que había antes que su padre, nunca presentó cargos contra él. Cuando sean mayores comprenderán que todo el mundo es inocente hasta que no se demuestre lo contrario, aunque haya sido arrestado. Así funcionan las leyes en nuestro país, ¿No es cierto, Joaquín? —preguntó Lali, mirándolo con dureza.

—Por supuesto. Pero también aprenderán que los buenos no siempre atrapan al culpable.

Los dos niños se quedaron confundidos, como si se enfrentaran a un complicado rompecabezas. María José miró a su hija sin disimular su desaprobación.

—Ustedes dos no tienen de que preocuparse —le dijo a sus nietos—. Ese hombre sólo vino al funeral de su madre y pronto se irá de acá.

—Me parece que no va a irse pronto —dijo Lali que sabía que tarde o temprano la noticia recorrería todo Arcadia—. Ha decidido quedarse indefinidamente.

—¿Qué? —dijeron al unísono Ana y su madre.

—Que va a quedarse. Me lo dijo esa noche.

—Eso es una tontería. Nadie en Arcadia quiere que se quede —sentenció su madre sin dejar de mirarla—. Espero que esto no tenga nada que ver contigo, Lali.

—¿Y por qué tendría que ver conmigo?

—¿Por qué no dejamos el tema de Peter Lanzani? —intervino Patricio—. Será mejor que levantemos la mesa entre todos. ¿No se han dado cuenta del trabajo que dan ocho personas?

Lali sintió ganas de besarlo por haber ido a su rescate. La novia de Patricio, Ornella, una rubia que había presenciado la conversación con evidente incomodidad, se levantó rápidamente y se puso a ayudarlo. Lali se les unió.

—El último en levantar su plato lava todo —anunció Patricio, provocando que los niños se apuraran con sus cubiertos.

—Sabes de sobra que no podrás evitar el tema siempre —la reprendió su hermana cuando terminaron de lavar los platos.

La familia se había dispersado. Lali estaba contemplando los rosales de su madre mientras meditaba sobre lo injusta que era su familia con el trato hacia Peter.

—Y tú sabes de sobra que sacar el tema ha sido un golpe bajo —respondió ella, alejando la mirada.

Todavía estaba furiosa. No quería que su hermana se diera cuenta de sus sentimientos.

—Pero, La, sólo fue una pregunta inocente. ¿Cómo va a ser un golpe bajo?

—No te des el trabajo en fingir, Ana. Querías hacerme enojar delante de todos.

—¡Por favor! Sólo quería averiguar si había noticias sobre Lanzani.

—¿Por qué no quieres creer que no hubo nada? Comimos, punto. Me dio el mantel de Claudia y me acompañó a casa. Nada más. Ni siquiera he hablado con él después de eso.

—¿No intentó propasarse contigo?—preguntó Ana en un susurro.

—Tal vez fuera yo la que intentó propasarse con él.

Ana se quedó claramente sorprendida. Lali se dio la vuelta y comenzó a caminar hacia su casa. En aquella casa había pasado su infancia, ellos eran su familia. Sin embargo, en aquel momento sólo quería escapar de su asfixiante presencia.

Continuará…