Capítulo 19

Hola, hola! Cómo les va chiquillas??? Qué tal empezaron la semana?! Espero que bien y siga así y si no… no se preocupen, seguro con los días mejora o al menos algo bueno pasa! Así que al mal tiempo, buena cara, no se olviden nunca ;) Gracias, gracias, gracias por sus comentarios!!! Nos leemos mañana. Besos

          

Mucha, pero mucha merd para ti, Rita!!!! Con fe que seguro sale todo bien eh ;) y hay lectoras que no leo hace unos días… espero estén todas bien y solo sea falta de tiempo y no nada malo! Besos y espero leerlas pronto!

Twitter: @Caparatodos

____________________________________________________

Ana se quedó claramente sorprendida. Lali se dio la vuelta y comenzó a caminar hacia su casa. En aquella casa había pasado su infancia, ellos eran su familia. Sin embargo, en aquel momento sólo quería escapar de su asfixiante presencia.

Capítulo 19:

Mientras Lali corría, gotas de sudor se formaban sobre su frente y pelo, recogido en una cola, se soltó. Pero a Lali no le importaba el cómo se veía. Corría como si una bestia peligrosa la persiguiera y, en esa ocasión, no se trataba del pasado. El presente se había convertido en una amenaza. Aquella misma mañana había escuchado que otra niña había sido secuestrada. Jadeaba cuando llegó a la puerta de Peter. Tocó con fuerza.

—Peter, abre la puerta —gritó volviendo a tocar.

Unas cuadras más atrás se había formado un grupo de gente que la miraba con la desaprobación reflejada en la cara. Ya habían encontrado un culpable. Lali tenía que avisarle a Peter antes de que fuera demasiado tarde. Levantó el puño para tocar otra vez pero en ese instante la puerta se abrió.

—¡Pero qué…!

Peter apareció en la entrada. Se quedó sorprendido. Pero Lali estaba demasiado alterada para darse cuenta del pantalón de gimnasia que tenía puesto o en el vello que le cubría el musculoso pecho. Si no hubiera estado tan nerviosa se habría dado cuenta de que Peter tenía el pelo revuelto y los ojos semidormidos, todo el aspecto de alguien que acababa de levantarse.

Entró en la casa sin esperar a que la invitara y cerró la puerta detrás de ella. Era una actitud inusual en una mujer que había sido bien educada.

—¿Pero qué pasa? Son las nueve de la mañana, Lali. No todos nos levantamos a la misma hora que tú —dijo él, intentando despertarse del todo.

No la había llamado desde la noche de la cena, pero eso no quería decir que no hubiera pensado en ella, casi no lo había dejado dormir. Era en la quietud de la noche cuando la rabia que sentía no le impedía ver su rostro adorable y su cuerpo delicioso. Y era entonces cuando se imaginaba que hacía el amor con ella como una noche hacía mucho tiempo. Por la mañana, se despertaba odiándose a sí mismo pero odiando a Lali todavía más. Se sintió enojado con tan solo verla. Pero al momento, notó en su cara las huellas del miedo y la desesperación y se preocupó. Sus manos subieron automáticamente a los hombros de Lali para tranquilizarla.

—¿Qué pasó? Cálmate y cuéntamelo.

Lali se mordió los labios y lo miró a los ojos. Peter no mostraba ni la menor señal de desconfianza ni desafío que había mostrado en su último encuentro. Parecía preocupado, como si deseara ayudarla. Pero era él el que necesitaba ayuda.

—¡Peter! Desapareció una niña.

Peter se puso pálido y tragó saliva. Si Lali hubiera albergado alguna duda respecto a él, aquella reacción habría bastado para convencerla de su inocencia.

—¿Quién es?

—Se llama Luz Fonsi y tiene ocho años. Fue anoche a eso de las diez. Tenía que haber pasado la noche en casa de una amiga pero, por lo visto, las niñas se pelearon y Luz decidió volver a su casa caminando. No llegó.

Peter la soltó. Sólo entonces se dio cuenta Lali que la había agarrado tan fuerte que le dejaría marcas. Pero estaba demasiado preocupada pensando en cómo enfrentarse a las acusaciones que inevitablemente le iban a hacer a Peter como para darles importancia. Sin embargo, los pensamientos de Peter iban en otra dirección.

Era increíble que en una ciudad tan tranquila como Arcadia hubieran sucedido dos desapariciones aunque entre ellas distaran once años. Lo más probable era que Luz hubiera ido a su casa la noche anterior y al encontrar la puerta cerrada, hubiera pasado la noche en casa de algún vecino. El mal no podía golpear dos veces en una ciudad que destilaba paz. Pero sabía que Lali tenía razón, debía hacer todo lo que estuviera en sus manos para ayudar. Dio media vuelta y se dirigió a la puerta pero las palabras de Lali lo frenaron.

—¿A dónde vas?

Peter la miró preguntándose cómo era posible que no entendiera sus motivos. ¿Acaso creía que iba a quedarse con los brazos cruzados en una situación en la que cada minuto contaba?

—Deben de estar organizando grupos de búsqueda. Quiero unirme a ellos.

—No puedes —dijo ella reteniéndolo—. ¿No lo entiendes, Peter? La mitad de la ciudad cree que tú eres el culpable.

—¿Yo? —preguntó él sin poder disimular su sorpresa y entonces la máscara que Lali tanto odiaba ocultó su cara.

De repente lo veía todo claro. El sentimiento de culpa por haberlo dejado a la deriva hacía once años la había llevado a su casa aquella mañana. Retiró sus manos de las de ella como si quemaran, en sus labios apareció una mueca de amargura. Durante un momento había olvidado dónde se encontraba y lo que pensaba de él. Incluso había olvidado que Lali había sido quien había hecho posible que toda la ciudad lo considerara un secuestrador. Se daba cuenta de que había ido a avisarle para remediar las cosas, pero ya no se dejaría engañar. Deseó no haber regresado nunca a Arcadia.

—¿Por qué no lo pensé antes? ¡Dios! Hay cosas que nunca cambian. He sido un estúpido al pensar que podía volver sin tener que enfrentarme al pasado.

Continuará…