Capítulo 34

Hola!!! Cómo les va?! Ojalá que el día les haya traido o dejado cosas buenas o al menos una sonrisa para sentir que valió la pena! Gracias por sus comentarios, me hacen reír! Así que puedo decirles que hacen que mi día y lo que hago valga la pena, y eso está bueno!!!! Un beso enorme para todas y hasta mañana!!!! Que disfruten el capítulo! ;) jijijiji

Les recomiendo la nove de Sor, http://laliterporlyp.blogspot.com.es/ muy buena!!!! :)

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—¿Quieres decir que hace años te habría besado de haberlo querido hacer?

Peter le puso una mano en el hombro y la hizo mirarlo. Lali lo contempló sin hablar y él no vio ningún impedimento para besarla.

Capítulo 34:

—Porque ahora mismo, siento grandes deseos de besarte.

Se abrazaron como atraídos por un imán. Sus alientos se entremezclaron, sus bocas se encontraron y sus lenguas se unieron con una urgencia apasionada. Peter le rozó los pezones y ella gimió de placer. Volvió a tocarla y Lali cerró los ojos ante la oleada de placer ardiente que le traspasaba el cuerpo hasta concentrarse en el núcleo de su feminidad que ansiaba ser satisfecho.

Las manos de Peter le abarcaron los pechos y se sintió arder de deseo. La besó en el cuello, en la garganta, en la boca. Lali volvió a sentirse como la adolescente que no había podido dominarse sobre el pasto hacía doce años. Se sentía como la mujer que nunca había dejado de amar a su primer amor.

Peter había deseado acariciarla desde el momento en que la había visto en el cementerio, pero no se había imaginado que pudiera ser tan ardiente. Su piel era más sedosa, sus curvas más voluptuosas, su respuesta más apasionada. Se había endurecido aún antes de tocarla y notaba que perdía el control. Si no se detenía pronto, no sería capaz de parar. Pero no quería que aquella sensación se terminara, no cuando hacía tanto tiempo que no la experimentaba.

—Invítame a tu casa —susurró.

Lali asintió de inmediato. No podía negarse como no podía negar el deseo que sentía. ¿Por qué no lo había admitido antes? Peter se separó de ella y se levantó sujetándola contra él.

Subieron las escaleras hasta el dormitorio, pero Lali sintió que una nube la transportaba. Sin embargo, al llegar a su habitación la colcha blanca y rosa hizo que se pusiera tensa. Ningún hombre había estado allí. Lo consideraba el santuario donde podía soñar despierta y en la intimidad. Lo miró a los ojos y la tensión se esfumó. Al fin y al cabo, la mayoría de sus sueños habían tratado de él.

—Lali, quiero que estés segura. No quiero que haya arrepentimientos esta vez.

—No me he arrepentido ni entonces ni ahora —dijo ella, poniéndose en puntitas para besarlo.

Sus labios eran suaves y cálidos como el edredón que usaba en las noches de helada. También tenían aquella misma impresión de familiaridad. Dibujó sus contornos con la lengua sabiendo que el inferior era un poco más lleno. Peter profundizó el beso con un ansia que la dejó sin aliento y toda la habitación empezó a girar. De pronto estaban en la cama sin que Lali pudiera entender cómo habían llegado hasta allí.

Sin embargo, sus manos parecían saber qué hacer con exactitud. Las dejó correr sobre su cuerpo, deslizándolas por la espalda y por las nalgas. Peter gimió y pasó las suyas sobre su vientre hasta alcanzar los pechos. Ella arqueó la espalda mientras sus pezones se adelantaban para darle la bienvenida.

Lali levantó los brazos para ayudarlo a que le quitara la blusa. Luego Peter se sentó para despojarse de la suya mientras Lali admiraba la perfección de su pecho desnudo. Peter Lanzani ya no era un joven sino un hombre.

Lali se quitó el resto de la ropa hasta quedar desnuda y temblando de deseo. Peter dudó un momento, pero terminó de desnudarse y ella vio que su deseo era tan urgente como el suyo.

Cuando sus cuerpos se unieron sobre la cama, Lali tuvo la impresión de que nunca se habían separado. Se abrazaron con ansia. Más tarde encontrarían tiempo para hacer el amor con tranquilidad. Peter era un amante considerado que procuraba dar tanto placer como recibía. Quería retardar el momento de entrar en ella, pero sentía que estallaba.

—Ahora, Peter —jadeó ella como si le hubiera leído el pensamiento—. No esperes más.

Antes de que acabara la frase ya estaba en su interior. Una alegría infinita que era todo sexo y a la vez no tenía nada que ver con él la llenó. Peter le introdujo la lengua en la boca y en aquel instante empezaron a moverse al unísono. Adoptaron un ritmo en perfecta sincronía, como si hubieran sido amantes durante doce años, como si estuvieran hechos el uno para el otro.

Lali lo había perdido. Sus años habían estado vacíos porque aquel hombre era el único que podía llenarlos. Algo extraño y maravilloso estalló en su interior y al mismo tiempo el cuerpo de Peter convulsionó. Los ojos de Lali se llenaron de lágrimas antes de regresar a la tierra. Peter sintió las lágrimas en sus propias mejillas.

—¿Qué pasa, Lali? ¿Te hice daño?

Lali estuvo a punto de reír ante lo absurdo de la pregunta. Peter la había transportado a un lugar en el que nunca había estado. ¿Pero cómo podía decirle que lloraba por todo lo que habían perdido y habían vuelto a encontrar? Acababan de redescubrirse y no quería poner una nota triste en el comienzo de su nueva relación.

—Sólo me siento feliz.

Peter sonrió y, al cabo de un momento, rodó hacia un lado.

—He deseado hacer esto desde el primer momento en que te vi —dijo él con una sonrisa triste.

—Yo también —confesó ella.

Estaba feliz porque al fin Peter lo había confesado, pero se sentía triste porque parecía que la verdad no le gustaba. Estaban abrazados, no porque la deseara conscientemente, sino porque no había podido contenerse. Se dijo a sí misma que debía ser paciente. Quizás algún día la perdonara por el pasado y volviera a enamorarse de ella. Ella ya estaba segura de que lo amaba. Siempre había sido así y así seguiría siendo. Sin embargo, era demasiado pronto para decírselo.

—Peter, no quiero remordimientos.

Peter guardó silencio porque sabía que los tendría más tarde. Mantener sus sentimientos a un nivel superficial mientras dormía al lado de Lali no iba a ser fácil. Sabía que tenía que volver a poseerla. Pero no era el momento de decirle que no debía esperar demasiado de él. La besó y Lali se quedó dormida entre sus brazos, más feliz de lo que había sido desde su adolescencia.

Continuará…