Capítulo 38

Hola, hola!!! Cómo les va?! Me alegro que el doblete de ayer les haya gustado :D Gracias por estar y por sus comentarios TAN, pero TAN lindos!!! Les subo y vuelo a hacer tareas y estudiar... :/ con las vacaciones (largas) que me tomé, perdí el ritmo jajajjaja así quedo libre y el domingo hacemos maratón, que tul?!  Un beso a todas! Buena noche, buen finde ;)

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—Siento que la encontraran ustedes. Debe de haber sido muy desagradable. —Gabriel asintió y Lali vio una luz, que bien podía ser dolor, en sus ojos—. Al menos Martha ya sabe lo que le sucedió. Podía haber sido peor la incertidumbre de no saber si seguía con vida.

Lali le dio el vuelto, pero él no se movió del mostrador.

Capítulo 38:

—Lali, me enteré de que sales con Peter Lanzani.

—No creo que sea un tema de tu incumbencia —dijo ella, preguntándose si había alguien en la ciudad que no lo supiera.

—Ya sé que no es de mi incumbencia, pero tal vez deberías pensarlo bien antes de volver a verlo. Todo el mundo lo culpa a él, no hace falta que te lo diga.

Gabriel la miró con preocupación tratando de evaluar su reacción. Fue aquella mirada lo que lo salvó de las iras de Lali.

—Desde luego, no es un tema que te interese. Y también te equivocas al juzgar a Peter. ¡Por el amor de Dios, date cuenta! Es un escritor de éxito que ha vuelto de Buenos Aires por la muerte de su madre. No ha regresado para secuestrar a una pequeña inocente, alejarla de sus padres y hacerle algo horrible. La persona que lo ha hecho está enferma. ¿Me entiendes? Enferma. Y Peter, un hombre cariñoso y sensible, es la víctima y el centro de las sospechas de todos. Nunca van a atrapar al verdadero culpable mientras toda la atención esté centrada en Peter.

Gabriel dio un paso atrás, como si intentara escapar de su violenta respuesta.

—Siento que te enojes, pero te conozco desde hace mucho tiempo y me preocupo por ti. Sé que harás lo que te dé la gana, pero por lo menos, piensa en lo que te he dicho. Acuérdate de mis palabras, Lali. Vas a arrepentirte de haberte fijado en Juan Pedro Lanzani.

Se acercó a la puerta, pero se detuvo en el último momento para mirarla.

—¡Ah! Una cosa más. Ese hombre cariñoso y sensible es quien me ha puesto el ojo así.

Gabriel salió antes de que Lali tuviera tiempo de responder. ¿Por qué habían peleado? Podía tener algo que ver con las desapariciones. Sin embargo, si Gabriel tenía un ojo morado, ¿no estaría herido Peter?

A las seis de la tarde, Lali cerró la tienda y salió a buscarlo. Se le había ocurrido la idea de que la gente podía haber tomado la justicia por sus manos en contra de Peter. Empezó a correr sin preocuparse de que se le había soltado el pelo ni de que la gente se quedaba mirándola. De alguna manera sabía que un linchamiento no era posible en aquellos tiempos, pero no por eso dejó de correr.

Aunque el día estaba nublado llegó a la casa empapada en sudor. Sin preocuparse por las apariencias, golpeó la puerta hasta que se abrió de un tirón.

Peter apareció salpicado de pintura, pero sin ninguna herida visible. Se sorprendió al verla de aquella forma. El pelo le caía suelto por la espalda y el sudor bañaba su viejo polo y el short que llevaba. Sólo Lali podía presentarse así y verse hermosa.

—Si vas a tomar por costumbre tirar mi puerta abajo será mejor que te dé una llave. Puede que salve mis oídos.

—No estás herido. ¿Por qué tiene un ojo morado Gabriel Flores?

Peter entendió todo de inmediato. Lali también se disponía a juzgarla.

—¡Ay, por favor! Los chismes corren rápido en un pueblo pequeño. ¿Tú también vas a preguntarme qué hice para provocarlo?

—Por supuesto que no —contestó ella, preguntándose por qué habría llegado a esa conclusión.

—¿Debería esperar otra cosa? ¿No eres de Arcadia? Eres una de ellos. A veces sucede, necesitan un chivo expiatorio y yo estoy disponible. ¿Qué desapareció una niña? Perfecto, Peter es el culpable. ¿Qué Gabriel aparece con un ojo morado? Tiene que haber sido Peter el chico malo.

Peter hablaba en un tono violento y sarcástico que ella no alcanzaba a entender.

—¿Qué estás diciendo, Peter? No todo el mundo está en tu contra. Yo no.

Lali retrocedió un paso. Peter no parecía el hombre que ella amaba. Tenía una expresión de rabia a penas contenida que estaba dirigida hacia ella.

—Abre los ojos y mira a tu alrededor, Lali. ¿Por qué te empeñas en defender este maldito lugar donde nada es lo que parece? Es un lindo sitio lleno de mala gente. No entiendo cómo puedes vivir aquí.

—No estamos hablando de mí —dijo ella sin entenderlo muy bien.

—Claro que sí. Creía que eras distinta pero, al parecer, me equivoqué. Dime, ¿por qué nunca te fuiste?

—Tenía que hacerme cargo de la tienda, Peter. Mi mamá y mi hermano dependen de mí.

—¿No te das cuenta de lo estúpido que suena? —se rió él—. ¿Cuánto tiempo llevas engañándote a ti misma? Patricio es un hombre que puede cuidar de sí mismo. Y si tanto te preocupa la seguridad de tu madre, vende de una vez la tienda. Ninguno de los dos te necesita.

—Eso no es cierto —susurró ella.

—¡Y un cuerno! ¿Sabes lo que pienso? Creo que necesitas hacerte la sufrida, que tienes que convencerte a ti misma de que no tienes otra opción excepto la de quedarte aquí. Porque si no te darías cuenta de que nunca has intentado irte de verdad. Abandonaste tus sueños, abandonaste tu pintura, me abandonaste a mí, pero jamás abandonarás Arcadia.

—¿Cómo puedes decir eso después de lo de anoche? ¿No significó nada para ti?

—Tal vez haya sido por los viejos tiempos.

Lali no necesitaba escuchar más. Unas lágrimas empezaron a rodar por sus mejillas. Sólo quería irse. Abrió la puerta y salió corriendo con la última luz del atardecer.

Peter sintió que parte de su rabia se iba con ella. Estaba furioso por cómo lo había tratado la ciudad y lo había descargado en ella. No le había dado opción a explicarse e incluso se había negado a admitir que lo sucedido la noche anterior había significado algo para él. También se había negado a admitírselo a sí mismo. No podía perdonarla, pero tampoco podía olvidarla.

Con un suspiro cerró la puerta detrás de él. Quizás no estuviera seguro de por qué había hecho el amor con ella, pero sí sabía que le debía una disculpa. Comenzó a caminar hacia la casa de Lali.

Continuará…