Capítulo 43

Hola!!!! Ya estoy acá :P Sorry si me demoro un poco! Estoy avanzando capítulos así no me ganan ustedes y a la vez intento (sí, intento porque me quedo en la primera palabra :P) leer Marketing para mañana jajaja gajes del oficio! Así que nada, acá me tienen!!! Gracias por sus comentarios y su buena onda! En un rato nos leemos ;) besos

P.D. Les digo que tanto ustedes como ellos se van acercando cada vez más a la verdad! Caliente, caliente… ;)

Twitter: @Caparatodos

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—Estás haciendo que me sonroje —murmuró ella, mientras cruzaba las piernas por debajo de la mesa.

—También me gusta la manera que tienes de sonrojarte —dijo él, apoyando los codos sobre la mesa—. Y yo no diría que es sonrojarse, sino más bien un delicado tono sonrosado.

Capítulo 43:

La puerta del restaurante se abrió y ambos voltearon. Benjamín y Gabriel Flores entraron. Benjamín alejó la mirada, pero Gabriel se los quedó mirando. El ojo morado resaltaba en su cara.

—Nos mira como si pensara que yo soy el Lobo Feroz y tú Caperucita.

—¿No te gustaría que habláramos de lo que pasó entre ustedes?

Peter se enderezó distanciándose de ella. Estaba seguro de que encontraría la forma de excusar para Gabriel como la encontraba para toda Arcadia. Sin embargo, sentía curiosidad por saber cuál era su opinión.

—¿No sería más fácil que me preguntaras por qué lo golpeé?

—Está bien. ¿Por qué lo golpeaste?

—Por muchas razones. La principal fue que dijo algo desagradable sobre mi mamá.

Lali se mordió los labios. Siempre había escuchado que Gabriel tenía una lengua afilada, pero a ella no le había mostrado nunca ese aspecto de su personalidad. Peter se contenía bastante para ser un hombre inocente acusado de las peores infamias. Sin embargo, no sabía cómo decirle que estaba con él.

Peter malinterpretó su silencio y no pudo reprimir un comentario amargo.

—Y ahí lo tienes. Te equivocabas al decir que había madurado. Estoy seguro de que piensas que no debería haberle hecho caso.

—Tienes razón. Creo que deberías haberlo ignorado. Pero si yo hubiera estado en tu lugar, creo que también lo habría golpeado.

—¿Qué? —exclamó él, sorprendido—. ¿Arriesgarte a dar una mala impresión en tu adorada Arcadia?

—Sólo es un pueblo, Peter —respondió ella, mirándolo desafiante—. El sitio no es lo importante, sino la gente.

—Si Arcadia no importa tanto, ¿por qué no te has ido de acá?

—Supongo que nunca he tenido una razón lo bastante fuerte como para decidirme.

Peter pensó de inmediato que él debería haber sido esa razón. No obstante, ella nunca le había dado oportunidad de pedirle que se fuera con él.

—¿Y qué me dices de tu pintura? ¿No era una buena razón para irte?

Lali dejó escapar un suspiro. Hacía tanto tiempo que no hablaba de sus cuadros que no estaba segura de poder explicarse. Pero sabía que si se negaba a contestar, Peter jamás volvería a confiar en ella.

—No. Tan sólo pinté un cuadro más cuando te fuiste, después perdí el deseo de pintar. No estoy segura del motivo. Tengo la sensación de que fue tu ida y la desaparición de Erika. Aquello pareció dejar sin vida la ciudad y yo siempre me había inspirado en las cosas vivas, cosas que irradiaban alegría. No sé si esto tendrá sentido para ti.

—¿Estás diciendo que simplemente renunciaste? —preguntó él, pensando que entendía más de lo que le hubiera gustado.

—Es una manera de decirlo —suspiró ella, sabiendo que también había renunciado a sí misma—.Tal vez tuvieras razón al decir que me he estado engañando poniendo a mi madre y a Patricio como excusa.

—Fui muy duro contigo anoche. No debería haberte dicho que hice el amor contigo solo por los viejos tiempos.

—No importa —dijo ella con los ojos cargados de tristeza—. No siempre sabemos por qué actuamos de una manera determinada.

Mery llegó en aquel momento con su pedido de tostados y café.

—Lo preparé yo misma. Espero que les guste —dijo orgullosa antes de irse.

Peter se sintió aliviado por aquel respiro. Lali pensó desanimada que el hombre que amaba todavía guardaba un mar de resentimientos contra ella.

—Para ser comida rápida está muy rica.

Lali se limitó a asentir. Era obvio que él se arrepentía de haber reconocido que el hacer el amor había significado algo. Decidió que quizás no consiguiera que la amara, pero podía ayudarlo a limpiar su nombre.

Otra pareja entró en el local lanzando miradas de sospecha hacia Peter. Aunque los dos conocían a Lali ninguno la saludó.

—Me parece que no ha sido tan buena idea salir —comentó Peter—. No creo que nos sirva de nada. Nadie quiere hablar con nosotros.

—Pero tenemos que intentarlo, Peter. Sólo nosotros podemos hacerlo.

—De acuerdo. Arriésgate. ¿Quién crees que secuestró a Erika?

—Alguien a quien no le caes bien —contestó ella, dándose cuenta de que Gabriel los estaba mirando desde el otro lado de la cafetería—. Cuanto más lo pienso más me convenzo de que lo preparó para que todo el mundo creyera que habías sido tú. Los restos de Erika han sido encontrados en nuestro lugar secreto. ¿Sabías eso? Creo que alguien depositó allí el cuerpo con la intención de que lo encontraran. El hecho de que hayan tardado tanto se debe a que quien lo hizo no conocía bien las mareas.

—Es una hipótesis bastante jalada de los pelos. Hay otras explicaciones mucho más factibles. Tal vez alguien que conocía las mareas lo puso allí porque no quería que fuera encontrado.

—Puede ser. ¿Pero por que iban a secuestrar a tu vecina? ¿Por qué no a la mía o a la de mi hermana? ¿Por qué Erika?

—Estás diciendo que la secuestraron porque vivía en la casa de al lado. Supongamos que es verdad. ¿Quién puede odiarme tanto como para asesinar a una niña inocente para que me condenen por un crimen?

Continuará…