Capítulo 57

Hola, hola!!! ¿Qué tal les va, chicas? Espero que todo bien y disfrutando el día ;) Un beso y mil gracias por sus comentarios, tws y aguante (ahhh que me creía) jajajaja No en serio, GRACIAS!!!! Me divierto mucho leyendolas, son unas locas que me hacen reir a más no poder con sus hipotesis, puteadas y palabras lindas! Gracias :D Sigan teniendo un buen finde y mañana nos leemos! 

Lore: Tu "Peter más histérico que la gitana" me tentó! jajaajaja

Twitter: @Caparatodos

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Deseó que ella no hubiera hecho aquella confesión dándole luz verde. El dolor de su ingle pulsó y, antes de que su cerebro bajara completamente hasta sus calzoncillos, se obligó a recordar quién era ella y qué era para él. Enterró la cara en su pelo y dejó caer la mano. La deseaba como nunca había deseado a ninguna mujer en su vida y tenía que hacer algo rápido.

Capítulo 57:

—Lali, chiquita, ¿puedes hablar con seres del más allá? —preguntó, conteniendo la respiración mientras se agarraba a aquel salvavidas.

—¿Hummm? —Su voz era ronca como si acabara de despertar—. ¿Qué?

—¿Puedes comunicarte con seres del más allá?

—No —susurró ella, y se apoyó en él. Sus pechos lo rozaron.

—Dios —respiró con dificultad—. ¿Ni siquiera puedes intentarlo?

—¿Ahorita?

—Sí,

Ella volvió a mirarlo con los ojos entrecerrados.

—No soy psíquica.

—Entonces, ¿no puedes comunicarte con los muertos?

—No.

—La pucha.

Ella le deslizó la mano por el hombro y se aclaró la voz.

—Pero tengo una prima que se comunica con las ballenas.

Una sonrisa asomó por los labios de Peter. Una prima que se comunicaba con ballenas era una leve distracción, pero se agarraría a cualquier cosa que quitara su atención de Lali.

—¿De verdad?

—Bueno, ella piensa que lo hace.

—¿Qué le dicen las ballenas? —Peter puso las manos en su espalda y le colocó los tirantes del vestido sobre los hombros.

—¿Qué?

—Bueno, ¿sobre qué hablan? —Subió completamente su vestido y cubrió la tentación lo mejor que pudo.

—No sé, ¿sobre especies marinas?

A pesar de que su ingle todavía palpitaba, Peter fue hacia el sillón, dejó caer la toalla y metió bruscamente las piernas en los pantalones.

—¿Te vas?

La miró por encima del hombro. Tenía el ceño fruncido por la confusión, también tenía fruncidos los pezones que asomaban por el vestido.

—Tengo que madrugar mañana —dijo cogiendo su polo. Metió los brazos por las mangas y se lo pasó por la cabeza.

Aunque Lali veía cómo Peter estiraba la prenda sobre el pecho no podía creer que se fuera. No cuando ella todavía podía sentir el sabor de él en su boca.

—Acabé de pintar el depósito de la tienda —dijo como si ella no estuviera allí medio desnuda. Como si su cuerpo no ardiera por sus caricias—. Si la investigación sigue avanzando lentamente, la semana que viene tendremos que pensar en otra cosa que hacer en la tienda. Ignacio dijo algo sobre una encimera, pero no tengo tanta experiencia como para arreglar con eso.

Lali se movió detrás de la silla del comedor delante del fuego y se envolvió con los brazos. Le temblaban las rodillas, no podía creer que estuvieran hablando de su experiencia como carpintero. Por primera vez desde que la había desnudado hasta la cintura, se sintió expuesta y levantó las manos a los senos.

—Está bien —dijo.

Peter cogió sus llaves y se dirigió a la puerta.

—Entonces, probablemente no nos veamos hasta el lunes. ¿Tienes mi teléfono?

—Sí. —Trataría de no llamarlo ni verlo hasta el día siguiente. Tal vez fuera lo mejor. Hacía unas horas no estaba segura de que Peter le gustara y ahora el pensamiento de no verlo le hacía sentir un vacío en su interior. Lo vio salir de su casa como alma que lleva el diablo y tan pronto como la puerta se cerró tras él, Lali se dejó caer en la silla.

Las velas de la repisa de la chimenea titilaron, pero el perfume que desprendían no consiguió calmarla. El espíritu de Lali tiraba de ella de un lado a otro, pero todos sus deseos se enfocaban en la misma dirección: Peter. No tenía absolutamente ningún sentido. No había equilibrio en su vida cuando él estaba cerca. Ni paz interior. Aunque había tenido sólo una pequeña dosis, sentir el calor de su piel desnuda había bastado para desequilibrarla por completo. Él había confiado en ella y ella se sentía como si por primera vez hubieran conectado en el plano más espiritual.

Se conocían desde hacía poco tiempo, pero ella le había permitido echarle aceite sobre los pechos y tocarla como si fueran. Había hecho latir su corazón y que se sintiera viva en cuerpo, mente y alma; se había perdido totalmente en él. Había respondido a sus caricias como a las de ningún otro hombre hasta el momento a pesar de que verdaderamente no lo conocía. Su corazón latía como si lo reconociera y sólo podía haber una explicación. Y temía lo que significaba.

Ying y yang.

Oscuridad y luz. Positivo y negativo. Dos opuestos que se complementaban para hacer un todo perfecto.

Lali temía haberse enamorado del detective Juan Pedro Lanzani.

Continuará…