Capítulo 81

Hola de nuevo!!! ¿Cómo les va? Gracias por tan lindos comentarios!!!!!! Se pasan de tiernas y me encanta que les guste y haya gustado la nove! Gracias, gracias en serio!!!! Me dejo de hablar y acá les dejo más… para ser exacta queda este, uno más y el epílogo! Nos leemos en un rato!!! 

La canción es Blanco y Negro de Malú ;) Y yo sé que te trae recuerdos Inmilla jajajaja 

Twitter: @Caparatodos

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En cuanto escuchó su respuesta se dio cuenta de que no debería haber preguntado. También se percató de que una diminuta parte de su masoquista corazón tenía la esperanza de que él hubiera enviado las flores porque la amaba de la misma manera que ella lo amaba.

Capítulo 81:

—Se acabó. No quiero saber nada más.

—No te creo.

—Cree lo que quieras. —Pasó por su lado para alcanzar la seguridad de su casa antes ponerse a llorar. Lo último que quería era que Peter la viera llorar.

Él extendió la mano y la agarró del brazo.

—Por favor, no te alejes de mí otra vez. Sé que te hice daño cuando me fui la noche que me dijiste que me amabas, pero Lali, con esta ya son dos veces las que te alejas de mí.

Ella se detuvo. No porque la sujetara del brazo sino porque algo en su voz captó su atención y la obligó a detenerse. Algo que nunca antes había notado. Algo en la manera en que él había dicho su nombre.

—¿Cuándo me alejé de ti?

—Anoche, y cada paso que te alejaste de mí me hizo sentir como un idiota. Como ya te dije, sé que te hice daño, ¿pero no crees que podemos hacer una tregua? ¿No crees que aún estamos a tiempo? —Le deslizó la palma de la mano bajo el brazo y la agarró de la mano—. ¿No crees que ya es hora de que me dejes reparar mi error? —Sacó algo del bolsillo y le apretó un aro de metal contra la palma de la mano—. Soy la mitad de tu alma —dijo—. Y tú eres la mitad de la mía. Juntos estamos completos.

Lali abrió la mano y miró la esfera blanca y negra que colgaba de una cadena de plata. Ying y yang. Peter lo había entendido.

—Tenemos un futuro juntos —la besó en la frente—. Te amo.

Ella lo escuchó, pero no pudo hablar por las emociones que se expandían como un globo en su pecho. Se quedó mirando el collar y lo que representaba. Si lo creía, si confiaba en él, tendría todo lo que su corazón deseaba.

—Y en el caso de que pienses decirme que salga de tu vida otra vez, hay otra cosa que deberías tener en cuenta. Simplemente piensa en todo el buen karma que puedes conseguir cuando me lleves por el buen camino.

Lo miró a la cara con los ojos empañados por las lágrimas.

—¿Que quieres decir?

—Bueno, que puedes reformarme. Quiero decir que puedes intentarlo.

Ella sacudió la cabeza mientras una lágrima se deslizaba por su mejilla.

—Quiero decir, ¿me amas de verdad, Peter?

—Con toda mi alma —dijo sin titubear—. Quiero pasar el resto de mi vida haciéndote feliz. —Le limpió las mejillas mojadas con el dorso de la mano y preguntó—: ¿Me amas todavía, Lali?

Sonaba tan inseguro y su mirada era tan ansiosa que ella no pudo evitar sonreír.

—Sí, todavía te amo. —Un alivio absoluto suavizó sus ojos y ella añadió—: Aunque no creo que lo merezcas.

—Sé que no te merezco.

—¿Quieres entrar de todas maneras?

Un largo suspiro escapó de su pecho.

—Sí.

La siguió a la casa y esperó hasta que ella cerró la puerta antes de abrazarla. La agarró por los hombros y la apretó contra su pecho.

—Te extrañé —dijo llenándole la cara y el cuello de besos.

Luego retrocedió, buscó su mirada, y sus labios descendieron sobre los de ella. Hundió la lengua con rapidez dentro de su boca y ella le rodeó el cuello con los brazos. Inmediatamente, movió las manos por todos lados. Caricias anhelantes en su espalda, en su trasero, recorriendo su pecho. Le rozó los pezones con los pulgares, que se endurecieron automáticamente. Lali se sintió completamente consumida. Perdida en sus brazos. En su abrazo. En él. Amándolo como él la amaba a ella.

Ella se retiró para recobrar el aliento.

—Estoy sudorosa. Tengo que darme una ducha.

—No me importa.

—A mí sí.

Él respiró hondo y dejó caer los brazos.

—Está bien, no vine para obligarte a hacer algo que no quisieras. Sé que te hice daño y que seguramente no tienes ganas de hacer el amor conmigo ahora mismo. Puedo esperar. —Soltó una bocanada de aire y se pasó los dedos por el pelo—. Bueno, te espero. Simplemente... —hizo una pausa y miró alrededor—, me quedaré aquí leyendo una revista o algo por el estilo.

Ella intentó no reírse.

—Puedes hacer eso. O puedes acompañarme.

La mirada de Peter automáticamente buscó la suya y Lali lo agarró de la mano. Lo guió al baño y de alguna manera en el trayecto ella perdió el polo y él la camisa. Él se detuvo para recorrerle el cuello con la boca abierta. Ella soltó su sostén deportivo y ofreció sus senos a sus ansiosas manos. Una profunda aura roja los rodeó a ambos. Con pasión y con algo que no había estado allí antes: el amor de Peter, que se extendió a través de ella como una ola cálida, erizándole el vello de los brazos.

Continuará…