Capítulo 82

Buenas!!!! Acá me tienen otra vez y ahora sí, último capítulo que espero disfruten mucho! Gracias por sus comentarios, tws y todo el aguante!!!! Falta el epílogo y se termina! Un besote y nos leemos en un rato ¿no? ;)

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La mirada de Peter automáticamente buscó la suya y Lali lo agarró de la mano. Lo guió al baño y de alguna manera en el trayecto ella perdió el polo y él la camisa. Él se detuvo para recorrerle el cuello con la boca abierta. Ella soltó su sostén deportivo y ofreció sus senos a sus ansiosas manos. Una profunda aura roja los rodeó a ambos. Con pasión y con algo que no había estado allí antes: el amor de Peter, que se extendió a través de ella como una ola cálida, erizándole el vello de los brazos.

Capítulo 82:

—Eres la persona más bella que conozco —dijo contra su garganta—. Quiero pasar el resto de mi vida mirándote, quiero vivir contigo y hacerte feliz.

Lali lo besó profundamente, su lengua tocó y persiguió la suya. Él pasó las palmas de las manos por los excitados pezones, luego le apretó ligeramente los senos. El deseo la inundó y metió la mano por la pretina de los pantalones para agarrar la erección increíblemente dura. Era como piedra recubierta de piel sedosa. Lo acarició, subiendo rápidamente por su caliente longitud. Palpándole, descubriendo de nuevo su forma y su textura hasta que él dio un paso atrás y le sacó la mano de sus pantalones.

Sus párpados estaban tan cerrados que ella apenas podía ver sus pupilas brillantes.

—¿Estás segura de que quieres ducharte? —preguntó un Juan Pedro Lanzani sumamente excitado.

Ella asintió con la cabeza y él prácticamente la arrancó de los zapatos. La llevó al baño y mientras ella abría y probaba el agua, él se desnudó. Luego la desnudó también a ella y entraron a la cabina de la ducha. El agua caliente cayó sobre sus cabezas y él cogió un jabón de lilas. Se enjabonó las manos y luego las frotó por todo su cuerpo. Le dedicó un montón de atención a los senos y a las excitadas puntas de los pezones. Frotó su barriga y entre los muslos. Luego besó todos esos lugares durante mucho rato, acariciándola con la lengua y la boca. Acariciándole los senos. Acariciando su ombligo. Se arrodilló ante ella, se colocó uno de los pies de Lali sobre el hombro y la agarró por el trasero con una de sus grandes manos. Acarició su pelvis con un dedo, luego la acercó a su boca y la besó allí. Ella apoyó la cabeza contra la pared mientras la tensión que la atenazaba aumentaba cada vez más. Después él se levantó y ella le rodeó la cintura con las piernas. La erección era suave y caliente y se apretaba contra ella. Lali tembló.

—Esta es mi parte favorita —dijo él, levantándola para bajarla sobre su longitud, enterrándose profundamente en su interior—. Tocarte donde estás húmeda y ardiente. Donde se siente tan bien. Donde sabes tan bien.

—La mejor parte.

—Sí. —Él se retiró, luego movió las caderas y penetró lentamente en ella.

—Te amo, Peter. —Él se movió cada vez más rápido, y su respiración se volvió entrecortada mientras la embestía con fuerza. No pasó mucho tiempo antes de que los dos se derrumbaran en un clímax vertiginoso que casi hizo caer a Peter de rodillas. El corazón le latía con fuerza y pasaron varios minutos antes de recobrar el aliento. Ella no se dio cuenta de que el agua se había enfriado hasta que él la cerró.

—¡Dios mío! —suspiró él, retirándose y ayudándola a levantarse—. Eso fue como correr, hacer malabarismos y dejarse ir, todo al mismo tiempo.

—Estuvo muy bien —susurró ella y lo besó en el cuello.

—No me estaba quejando. —Él sonrió ampliamente y le dio una palmadita en el trasero—. ¿Tienes algo de comer? ¿Huevos y jamón, tal vez? Me muero de hambre.

Ella le ofreció tostadas. Se sentaron en la mesa del comedor, llevando puestas sólo unas toallas y unas enormes sonrisas. Lali miró al hombre que amaba y se preguntó qué había hecho para tener la suerte de conseguir todo lo que había deseado. No lo sabía, pero creía que ya era hora de que su karma empezara a recompensarla por esos meses.

Esa noche en la cama, envuelta entre los brazos de Peter, un sentimiento de completo equilibrio y felicidad absoluta llenó su cuerpo, mente y espíritu. Pensó que quizás había encontrado un pequeño paraíso en la tierra, pero aún tenía una pregunta que hacer.

—¿Peter?

Él deslizó la mano de las costillas a la cadera de Lali.

—Mmm...

—¿Cuándo supiste que me amabas?

—Probablemente el mes pasado, pero no lo supe con seguridad hasta que anoche te vi en la fiesta de los Arredondo.

—¿Por qué tardaste tanto tiempo?

Él guardó silencio un momento.

—Después de que me dispararan, estuve pensando un montón de tiempo y decidí que era hora de formar una familia. Tenía una imagen en la cabeza de cómo debía ser mi esposa. Tenía que gustarle cocinar y estar pendiente de las cosas de la casa como que mis medias estén emparejadas.

—Pero yo no soy así.

—Lo sé. Tú eres a quien quería antes de saber qué quería en realidad.

—Creo que lo entiendo. Siempre pensé que me enamoraría de un hombre que le gustara meditar conmigo.

—Ése definitivamente no soy yo.

—Lo sé. Tú eres a quien quería antes de saber qué quería en realidad. —Se echó hacia atrás y lo miró—. ¿Aún crees que estoy loca?

—Lo que creo —dijo apretándola entre sus brazos—, es que estoy locamente enamorado de ti.

"Andábamos sin buscarnos pero sabiendo que andábamos para encontrarnos.”

Rayuela. Julio Cortázar.

Continuará…