Capítulo 79

Buenas, buenas!!!! ¿Cómo las trató el día? Acá me tienen de nuevo ;) Gracias por estar, son geniales G-E-N-I-A-L-E-S sepanlo! Ahora sí, me voy corriendo jijiiji un beso y mañana nos leemos en maratón!

Twitter: @Caparatodos

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La música comenzó de nuevo y Peter la cogió de la mano y le rodeó la cintura con el otro brazo. Ella se mantuvo tiesa como un palo, pero tenerla así otra vez era como regresar a casa después de un largo viaje.

Capítulo 79:

—¿Qué quieres? —preguntó ella en su oído.

A ti, pensó él, pero creyó que a ella no le gustaría oír esa respuesta en aquel momento. Necesitaban aclarar las cosas entre ellos antes de decirle lo que sentía por ella.

—Dejé de ver a Alessandra hace una semana.

—¿Qué pasó, te dejó?

Estaba muy dolida. La recompensaría. La apretó contra el pecho. Sus senos le rozaron las solapas del saco y él deslizó la palma de la mano por la espalda desnuda. Un dolor familiar se asentó en la boca de su estómago y se extendió a su ingle.

—No, Alessandra nunca fue mi novia.

—Genial, ¿fingías también con ella?

Estaba enojada. Se lo merecía.

—No. Ella nunca fue mi colaboradora como tú. La conozco desde que éramos niños. —Movió la mano por su piel suave y enterró la nariz en su pelo. Cerró los ojos y aspiró el perfume. Su olor le recordó el día que la había visto flotando en la pequeña piscina—. Salía con su hermana.

—¿Y su hermana era una novia real o ficticia?

Peter suspiró y abrió los ojos.

—Estás enojada conmigo y te da igual lo que diga.

—No estoy enojada.

—Lo estás.

Ella dio un paso atrás y lo miró, él estaba en lo cierto. Sus ojos ardían, ya no eran fríos e indiferentes. Lo cual, pensó, podía ser bueno o malo según como se mirara.

—Dime por qué estás tan enojada —la provocó, esperando oír cuánto le habían dolido las palabras que le dijo aquella noche en su puerta. Después de que lo escupiera todo, podría arreglar las cosas.

—¡Me trajiste medialunas del bar de tu novia la mañana que hicimos el amor!

Eso no era lo que él había esperado escuchar. De hecho, nada era como había esperado.

—¿Qué?

Ella miró a algún punto por encima del hombro izquierdo de Peter, como si mirarlo la lastimara demasiado.

—Me trajiste...

—Ya te escuché —la interrumpió y rápidamente miró a su alrededor para ver si las otras parejas la habían oído también.

Ella no lo había dicho precisamente en voz baja. No sabía que tenía que ver haber comprado medialunas con la mañana que habían hecho el amor. También le había llevado un sándwich del bar de Alessandra. Pero no mencionó el sándwich porque reconocía que era una de esas conversaciones que nunca entendería y que jamás ganaría. En vez de eso se llevó la mano de Lali a los labios y le besó los nudillos.

—Vuelve a casa conmigo. Podemos hablar allí. Te extrañé mucho.

—Puedo sentir cuánto me extrañabas por cómo te presionas contra mi muslo —dijo ella, pero seguía sin mirarlo.

Si ella pensaba que el obvio deseo que sentía iba a hacer que se avergonzara, iba a tener que esperar sentada.

—No me avergüenza desearte. Y sí, extrañé tocarte y abrazarte, y quiero hacerlo otra vez. Pero eso no es todo lo que he extrañado desde que te fuiste. —Agarró su cara entre las manos, obligándola a mirarlo de nuevo—. Extrañé la manera que miras alrededor cuando crees que tu karma va a atraparte. Extrañé mirarte caminar y la forma en que te metes el pelo detrás de las orejas. Extrañé el sonido de tu voz y tus intentos de ser una vegetariana de verdad. Extrañé que creas que eres pacifista mientras me golpeas el brazo. Te extrañé demasiado, Lali.

Ella parpadeó dos veces y él creyó que iba a ablandarse.

—Cuando estuve fuera, ¿sabías dónde estaba?

—Sí.

Ella se apartó de su abrazo.

—Entonces no me extrañaste tanto como dices, ¿no?

Él no tenía una respuesta sencilla para eso.

—Mantente alejado de mí —dijo ella, luego salió de la pista de baile.

Él no la siguió. Verla alejarse de él lo hundía en el infierno más absoluto, pero hacía ocho años que era detective y había aprendido cuándo parar en una persecución y esperar a que las cosas se enfriaran.

Pero no esperaría demasiado. Ya había desperdiciado bastante tiempo negándose a sí mismo la mujer que quería y necesitaba en su vida. Cenar cada noche a las seis y tener las medias emparejadas no iba a hacerlo feliz, pero Lali sí lo haría feliz. Ahora entendía lo que le había dicho esa noche en su puerta. Ella era su alma gemela. Él era su alma gemela. Él la amaba y ella lo amaba. Algo así no desaparecía, y menos en un mes.

Peter no era un hombre paciente, pero lo que le faltaba de paciencia lo reemplazaba con perseverancia. Mientras esperaba, la cortejaría. Bueno, no tenía demasiada experiencia en ese campo, pero a las mujeres les encantaban ese tipo de detalles. Estaba seguro de que sabría cómo hacerlo.

Estaba seguro de que podría cortejar a Mariana Espósito hasta en el más allá.

Continuará…