miércoles, 6 de agosto de 2014

Capítulo 25


Hola, hola, de nuevo!!!!! Besos y mil gracias por leer!!!! ¡Que disfruten! Y capítulos dedicados a Inma y Arii!!! :D En un rato vuelvo jijijiji 

Twitter: @Caparatodos
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—¿Porque te alimento? ¿Tan malo te parece? Somos humanos. Se supone que tenemos que comer bien.

—¿Esto forma parte de comer bien? —preguntó y después se calló.

Capítulo 25:

—Para mí, si es rico, vale —dijo Peter mordiendo su bocadillo.

—¿No es un poco deportista el polo que llevas? —preguntó Lali entrecerrando los ojos.

—Purgo mis pecados enseñando a unos niños a jugar rugby los sábados por la mañana. Algún día tu marido lo hará también mientras tú estás sentada en las gradas y animas a los pequeños como—se—llamen. Es el precio que se paga por la libertad.

—No voy a tener hijos —aseguró Lali mordiendo su sándwich.

—¿No? —preguntó Peter y luego se distrajo con la cara de felicidad que ponía Lali mientras masticaba. Los hot dogs eran buenos, pero no tanto.

—Está buenísimo —dijo tragando y soltando un suspiro—. Mi padre solía llevarnos a comerlos siempre que había una feria cerca. Si mi mamá se hubiera enterado, lo habría matado. ¿Sabes cuánto hace que no probaba uno de estos? Es delicioso.

—Al menos lo parece —dijo, y se inclinó hacia delante para dar otro mordisco, manteniendo el pan dentro del papel para evitar mancharse. Miró el escote de su sweater rojo con cuello de pico y vio un montón de lujuriosa carne curvada, dentro de unas ajustadas puntillas de color rojo. «A Agustín le habría dado un infarto», pensó y entonces se dio cuenta de que estaba un poco mareado. La brisa volvió a levantarse y llevó la falda hasta la mano que tenía apoyada en la manta y le hizo cosquillas suavemente.

—Bueno —empezó a decir apartando la mano—. ¿Por qué no quieres formar parte del estilo de vida común?
Lali masticó con los ojos cerrados y Peter volvió a mirar su escote y a tener pensamientos impuros.

—¿Tengo que tener hijos para ser una buena ciudadana? No. En este país nacen miles de niños cada año. Las dependencias están aseguradas. Si te preocupa, puedes tener alguno extra por mí.

—¿Yo? —preguntó haciéndose hacia atrás para no volver a distraerse—. No quiero tener hijos. Pero me sorprende que tú no los quieras. Serías una madre estupenda.

—¿Por qué?
Porque parecía delicada. Porque estaba seguro de que maduraría para convertirse en el tipo de madre por el que él mataría.

—Porque das la impresión de estar bien contigo misma.

—¡Dios mío! —exclamó con mirada feroz—. Es justo el tipo de cumplido que toda mujer quiere oír.
Lali se inclinó para dar un mordisco a su sándwich y Peter la observó transfigurado cuando sus pechos se apretaron contra el encaje.

—Es un bienestar muy sexy, si te sirve de consuelo.

—Ligeramente —dijo siguiendo su mirada—. ¿Me estás mirando el escote?

—Te has inclinado hacia delante. Y estás llena de encaje rojo.

—¿Te gustan, no?

—Sí, claro.

—Mi mamá volvió a ganar —comentó Lali dando otro mordisco.

—¿Qué tiene que ver tu madre en todo esto?

—Es muy dominante. Entonces, si no te gustan los niños, ¿cómo es que los entrenas?

—No dije que no me gustaran —respondió Peter intentando pensar en algo que no fuera la ropa interior de Lali—. Dije que no quería tenerlos, que es diferente.

—Buena respuesta. Y, sin embargo, insisto, ¿por qué eres entrenador?

—Me obligaron. A los dos. Tomás odia tanto el rugby como yo ser entrenador.

—¿Quién es Tomás?

—Mi sobrino.

—¿Por qué no se hacen los locos y faltan?

—Porque además de él hay otros niños en el equipo. ¿Quién iba a imaginárselo?

—Qué divertido. Así que vienes todos los sábados. Todo un chantaje.

—No me pude negar —dijo cogiendo unas papás que había llevado—. No está tan mal. Victorio y Agustín hacen casi todo el trabajo. A ellos sí les gusta.

—¿Victorio? ¡Ah, sí!, Victorio. Tengo que hacerte unas cuantas preguntas sobre él.

—¿Y sobre Agustín no?

—Agustín está saliendo con María. Si se porta como una rata, María lo exterminará.

—No es tan fácil acabar con él, pero entiendo lo que quieres decir. ¿Candela no es así?

—No, no es una ingenua. Es inteligente y dura, pero tiene un punto débil. Cree en los cuentos de hadas y en que en este mundo hay un hombre para ella. Está convencida de que Victorio es su príncipe, aunque no tenga nada en qué basarse. Háblame de él.

—Es la mejor persona que conozco y está loco por Candela. Si ella lo deja, se quedará destruido. Ahora cuéntame algo de Candela.

Lali cambió de postura para agarrar su gaseosa y Peter la observó, atento a todos sus movimientos, a la suave curva de su cuello cuando el sweater le caía hacia el hombro, a la desenvoltura de su rollizo cuerpo cuando se echaba hacia atrás y sonreía, a la redondez de sus pantorrillas bajo la falda cuando el viento la arrastraba hacia él.

—Candela pasó un año y medio buscando sofás. Son muy importantes, en la jerarquía de los muebles están a la altura de las camas, aunque hasta a mí me pareció demasiado tiempo.

—Sí —dijo Peter intentando pensar en Victorio en vez de en sus curvas.

—Una noche que íbamos al cine, se paró delante de la vitrina de una tienda de muebles y dijo: «Espera un momento». Entró y en menos de cinco minutos había comprado un sillón horrible y carísimo —Lali se inclinó, Peter volvió a mirarle el escote y pensó: «No vuelvas a hacerlo, me está comenzando a dolor la cabeza»—. Tuvo que pagarlo con dos tarjetas de crédito diferentes y tardó dos años cancelarlo, pero es un sillón bastante cómodo y nunca se ha arrepentido de haberlo comprado. Cuando lo volvió a tapizar, el tapicero le dijo que le duraría toda la vida.

—Buenísimo —dijo Peter sin dejar de mirarle el sweater. Lali respiraba suavemente, pero lo suficiente como para que su pecho subiera y bajara...

—¡Hey! —exclamó Lali y Peter dio un respingo—. No es que no me sienta halagada, pero voy a tener que ponerme seria. Victorio es el nuevo sofá de Candela. Estaba segura de que algún día aparecería su príncipe y ha salido con mucha gente para buscarlo; ahora va, sale con Victorio y está convencida de que es él. Lo comprará dentro de nada. Así que si no es un buen tipo, me gustaría saberlo para poder desengañarla. Dime que no es un indeseable.

—A él también le costó un año comprar un sillón.

—¿De qué tipo?

—Una especie de reclinable. Creo que es de color marrón.

—Candela compró una réplica de un banco estilo antiguo con cojines tapizados con un estampado de gobelino gris verdoso.

—Creo que sé lo que significa «antiguo». El resto me sonó a chino.

—El sillón de Victorio ha pasado a la historia. ¿Le importará?

—Si Candela lo destrozara ni siquiera pestañearía.

—¿Cuidará de ella? Seguramente no hará falta, pero en una crisis...

—Si fuera necesario se pondría a sus pies. No tienes por qué preocuparte, es la mejor persona que conozco. Si tuviera una hermana, dejaría que se casara con él. La que me preocupa es Candela. Tiene aspecto de persona eficiente, lo que significa que no le gusta tener a su alrededor gente que mande.

—No, es buenísima gente. Victorio tiene mucha suerte —Lali acabó su comida, se chupó una mancha de mostaza del dedo y Peter perdió el rumbo de sus pensamientos—. Así que estarán bien y no tendremos que preocuparnos por nada —dijo tras limpiarse las manos con una servilleta.

—Sí. ¿Tienes ganas de comer postre?

—No como postre...

—¿De verdad? Eso sí que es una sorpresa.

—¡Vete al diablo! Ya te dije que tengo un vestido que usar... —empezó a decir en el momento que Peter sacaba una bolsa de papel.

—Churros —dijo, pero antes de que pudiera seguir los interrumpió una voz aguda que le resultó muy familiar.

Continuará…

3 comentarios:

  1. jajajja amo esta nove, buena opcion lo de sacarle la plata jajaj!
    Besos, espero el siguiente cap

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  2. +++++++++
    @x_ferreyra7

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  3. Una madre estupenda....el tipo d madre x la k el mataría.
    jajajajajajaja,todo el tiempo mirándole el escote.

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