Capítulo 40

Hola, hola!!!!! ¿Qué tal estuvo su día? Espero que bien y productivo! Al menos espero que hayan podido reírse o sonreír por algo. Así es un día que vale la pena y bien vivido... no dicen que reír suma años???? jajajaja así que rían a pata suelta y serán eternas :P Bueno... disculpen el desvarío, se lo atribuyo al agotamiento que cargo!!!! Las quiero y mañana las leo! Besos

Twitter: @Caparatodos

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—¿Qué pasa? —le preguntó Peter.

—Nada, nada en absoluto —contestó sonriéndole con toda intención.

Capítulo 40:

—¿Quién es la afortunada esta noche? —preguntó Sonia cuando Peter fue a buscar más copas.

—Nadie. Estoy de descanso. ¿Qué tal Elvis? ¿Sigue cantando She una y otra vez?

—No te pases. Si fuera mujer me casaría con él—dijo levantando la cabeza para mirar más allá de donde estaba Peter—. Veo a los hermanos tontos y a dos mujeres. Deja que adivine. La alta y rubia es la tuya.

—No. Lo mismo para ellos y un whisky para mí.

—¿Estás con la morocha flaquita vestida de azul? Parece un poco enamoradiza —dijo Sonia volviendo a mirar.

—Te equivocas. Pero no, tampoco estoy con ella, es de Victorio.

—Entonces, ¿dónde...?

—Hola —saludó Lali a su espalda y Peter se dio la vuelta sonriendo automáticamente—. Entiendo que tengas necesidad de coquetear con la camarera, pero Agustín me mandó para que te apuraras.

—Hola, soy Sonia, vecina de Peter —dijo ésta ofreciéndole la mano.

—Yo soy Lali —dijo dudosa, pero se la estrechó. Dudó un momento y después se apoyó en la barra—. ¿Puedo preguntarte algo personal?

—Sí, claro —contestó mirándola fijamente a los ojos.

—¿Perdón? —dijo Peter, que no estaba muy seguro de si estaba enojado o excitado porque Sonia es tuviera intentando levantar a Lali frente a él.

—Tienes un pelo precioso. ¿Cómo haces para que no se te ondule —preguntó Lali sin hacer caso al comentario de Peter.

—No lo lavo. Enjuágatelo, ponte acondicionador y no se te rizará nunca más.

—¿En serio? Lo intentaré. Estoy tan cansada de usar el pelo amarrado todo el tiempo que haría cualquier cosa.

—Vuelve cuando te animes a soltártelo. Me gustará verlo—dijo Sonia.

«A mí también», pensó Peter.

—Lo haré, gracias —dijo antes de volver a mirar a Peter—. ¿Te ayudo a llevar las bebidas?

—Sí —dijo antes de que Sonia dijera «no» y le diera una bandeja.

—Dale, ahora voy —dijo Lali mientras se dirigía a la mesa del Dj.

—Coge esas copas, nena —dijo Peter apoyado en la barra mientras la observaba cruzar el local.

—Dime que es bisexual —dijo Sonia mirándola también—. Las cosas que podría hacer con esa boca...

—Las cosas que puedo hacer yo con esa boca —la cortó Peter. «Las cosas que he hecho con esa boca», pensó y se sintió aturdido. En aquel bar hacía mucho calor.

—Yo llevaré esas bebidas —dijo Sonia dejando a Peter mirando a Lali, que buscaba una canción. Se concentró en su preciosa nuca mientras leía los títulos. Le pareció provocativa, que podría morderla en esa parte de su cuerpo y aquello desencadenó una nueva serie de pensamientos que le decían que mientras no hiciera nada, no pasaría nada.

—¿Hace cuánto que la conoces? —preguntó Sonia cuando volvió con seis vasos y tazas en una bandeja.

—Hace una semana, pero no somos...

—Todavía es pronto. Todavía le queda otro mes, probablemente dos, antes de que la dejes. Dile cosas bonitas de mí para que pueda establecer los cimientos.

—¿Para qué?

—Necesitará que alguien la reconforte cuando le digas que deseas que sea feliz y seré yo quien la consuele. ¿Te acostaste con ella?

—Ni siquiera estamos saliendo —respondió mientras Lali pedía la canción—. Ponme un whisky. Creo que vamos a oír a Elvis Presley y lo voy a necesitar.

—Así que no estás saliendo con ella, ¿ah? Mejor para mí —dijo Sonia pasándole el vaso.

—No juega en tu equipo. Además todavía estás desconsolada, ¿no te acuerdas?

—Ya estoy mucho mejor —aseguró en el momento en el que The Devil in Disguise sonaba a todo volumen—. ¿Cómo sabes que no juega en mi equipo?

—La besé y juega en la mío. Aunque no conmigo.

—Contigo no, ¿eh? —Sonia sacó dos billetes de cinco y los plantó en la barra—. Te apuesto diez a que no la vuelves a besar aquí.

—¿En serio? —preguntó calculando el daño que podía hacerle Lali si lo intentaba—. No hay apuesta.

—Dale, apuesto a que sí la besas.

—Ya te lo expliqué. Tienes que calcular las probabilidades y apostar por la más factible. No se tira una moneda al aire por tirar.

—Estos diez dicen que sí la besas —insistió tamborileando con los dedos encima de los billetes.

—¿Qué te pasa? ¿Desde cuando eres una persona a la que le gusta mirar?

—Solamente estaba...

—Hola —dijo Lali a la espalda de Peter y los dos dieron un respingo—. Creía que ya no ibas a apostar por mí nunca más.

Peter miró su cara de fastidio. Su lujurioso labio inferior sobresalía ligeramente, no como si estuviera haciendo un mohín, pero lo suficiente como para recordarle por qué se mantuviera alejado de ella.

—Nunca he dicho tal cosa. Además, ¿qué te hace pensar que...?

—Me estaban mirando los dos y hay plata encima de la barra. Ya habíamos hablado antes de esto —dijo con ojos oscuros y mirada chispeante. Peter empezó a respirar con mayor rapidez al acordarse.

—El no hizo la apuesta —intervino Sonia—. De hecho...

Peter sacó un billete de diez del bolsillo y lo dejó encima de los de Sonia.

—La veo —aceptó, y se inclinó sobre Lali.

Continuará…