domingo, 10 de agosto de 2014

Capítulo 30



Twitter: @Caparatodos
____________________________________________________

—Nada —contestaron ambos.

—Genial —dijo Peter volviendo a la pantalla de su computadora.

Capítulo 30:

Cuando sonó el teléfono de su oficina, Lali pensó que sería Peter y se enojó consigo misma. Si estaba pensando en él a las nueve un lunes por la mañana en medio de un informe preliminar, no cabía duda de que tenía la capacidad de nublar la mente de las mujeres.

—Mariana Espósito —dijo dando golpecitos con un bolígrafo rojo el escritorio.

—¿Quién es ese hombre con el que estás saliendo? —preguntó su madre.

—¡Por Dios! —exclamó Lali recostándose en su silla ergonómica de oficina.

—Según Javier tiene una reputación terrible entre las mujeres. Dice que las utiliza y después las deja y que...

—Mamá, me importa poco y nada lo que diga Javier. Y no estoy saliendo con él. Fuimos a cenar un día y estuvimos de picnic en el parque, eso es todo —le aclaró mientras escribía Peter en mayúsculas en la tapa de su in-forme y lo tachaba con una gruesa línea roja. Fuera, fuera, fuera.

—Javier dice que...

—¡Mamá!

—... es un rompecorazones. Está muy preocupado por ti.

Lali empezó a decir «¡Por favor!», pero se calló. Seguramente Javier sí estaba preocupado por ella. Se preocupaba por todo.
¿Por qué iba a estarlo por ella?

—¿Cómo se enteró que conozco a ese hombre? —preguntó al tiempo que escribía el nombre de Javier en mayúsculas y lo tachaba con fuertes rayas rojas. Después escribió «Imbécil» debajo y «Chismoso» más abajo.

—Me preocupas. Sé que intentas ser valiente después de perder a Benjamín, pero odio estas cosas. No soporto que te hagan daño.

—¿Quién eres y qué le hiciste a mi madre? —preguntó sintiendo un nudo en la garganta.

—Lo único que deseo es que no te hagan daño —contestó María José y Lali notó que le temblaba la voz—. Quiero que te cases con un buen hombre, que te quiera por lo maravillosa que eres y no te deje porque estás gorda.

—Me habías convencido hasta la última frase —dijo. Había escrito «Mamá» en mayúsculas, lo había rodeado con un corazón y luego, mientras ésta seguía hablando, lo tachó con gruesas rayas.

—El matrimonio es muy difícil. Los hombres tienen un millón de razones para engañarte e irse, así que hay que trabajar la relación continuamente. Tienes que estar guapa siempre. Las cosas les entran por los ojos. Si ven algo mejor...

—Mamá, no creo que...

—Por mucho que te esfuerces siempre habrá alguien más joven, mejor —aseguró María José con voz quebrada—. También le pasará a Ana, a todo el mundo. No puedes empezar con desventaja, no...

—¿Qué pasa? ¿Javier está engañando a Ana?

—No —contestó su madre desconcertada—. Por supuesto que no.
Lali intentó imaginarse a Javier engañando a su hermana, pero le pareció ridículo. Javier no tenía agallas para hacer algo así. Además, amaba a Ana.

—¿Por qué dices eso? Me parece horrible.

—Tú eres la que ha hablado de engañar —dijo Lali. Si no era Javier, ¿quién entonces? ¿Papá? Rechazó esa idea. Su padre tenía tres intereses en su vida: los seguros, la estadística y el golf—. Por lo único que te dejaría mi padre sería por un palo de golf del cuatro que fuera perfecto, así que eso tampoco es. ¿Qué pasa?

—Quiero que te cases y seas feliz y ese Pablo no...

—Peter, madre.

—Tráelo a cenar el sábado y ponte algo negro para que parezcas más flaca.

—No voy a volver a verlo. Así que dudo mucho que quiera conocer a mis padres.

—Ten cuidado. No sé dónde encuentras esos hombres.

—Me miró el escote y vio el sujetador rojo de encaje. La culpa la tienes tú.
       
Lali pasó varios minutos más tranquilizando a su madre, después colgó y volvió a trabajar otros cinco minutos hasta que el teléfono sonó de nuevo.

—¡Ah, bueno! —exclamó antes de descolgar, dispuesta a discutir con su madre otra vez—. Mariana Espósito.

—Lali, soy Ana.

—Hola, Annie. Si me vas a hablar de Javier porque ha contado lo de mi cita de picnic, no pasa nada, hemos terminado. No voy a volver a verlo —dijo haciendo otra raya sobre el nombre de Javier. En lo que a ella respectaba no había límite para hacer rayas en ese nombre.

—Me ha dicho que según Benjamín ese hombre es horrible.
Lali se incorporó y se puso recta.

—¿Eso le dijo? —el chismoso ni siquiera era honesto en sus apuestas. Escribió «Benjamín» en grandes letras mayúsculas y le clavó el bolígrafo.

—Le pidió que no me dijera nada.

—Muy bien —aceptó Lali sin preocuparse en absoluto.

—Pero no parece formar parte de tus planes.

—¿Mis planes? ¿Qué planes? —preguntó dejando de clavar el bolígrafo.

—Tú siempre tienes alguno. Eres como yo. He planeado mi boda y mi matrimonio cuidadosamente y Javier encaja a la perfección. Es perfecto para mí. Vamos a tener una buena vida.

—Y me alegro por ustedes —dijo haciendo otra raya en el nombre de Javier.

—Así que estoy segura de que tienes un plan y que ese Don Juan...

—Idiota —la interrumpió.

—... rana, lo que quieras, no encaja en tu plan.
       
—No es una rana. Le di un beso y no se convirtió en príncipe —«se convirtió en un dios. No, tampoco lo hizo»—. Mira, no voy a volver a verlo nunca más. Así que pueden estar tranquilos.

—Muy bien. Le diré a tu madre que te estás comportando con sensatez como de costumbre y que no se preocupe más.

—Bueno, gracias. Así que sensata como de costumbre... Espero que papá no se haya enterado de nada.

—Puede que mamá le haya dicho algo...

—¡Por Dios, Ana! ¿Por qué no lo evitaste? —preguntó mientras tenía una visión repentina de su excesivamente protector padre en la que aparecía como un enorme oso—. Ya sabes cómo es.

—Ya, ni siquiera sé si Javier le gusta para mí.

«¿Estás segura de que te gusta a ti?», estuvo a punto de preguntarle, pero no tenía sentido, ya que su hermana insistía en que era amor verdadero.

—Buenas noticias, ya tienes torta.

—¿Sí? Muchas gracias, Lali.

—Pero no la van a decorar, así que Candela y yo le pondremos unas perlas de mamá y muchas flores frescas —dijo empezando a dibujar una torta de bodas.

—¿Vas a decorar mi torta? —preguntó Ana con voz desanimada.

—A la gente le encantará cuando la pruebe —la tranquilizó mientras agregaba unas palomas al dibujo.

—¿Probar? ¿Y qué pasará cuando la vean?

—¿Me estás bromeando? ¿Con perlas y flores de verdad? Va a quedar increíble —aseguró dibujando unas perlas. Eran más fáciles que las palomas y ya había tenido una mañana suficientemente difícil.

—¿Qué piensa mamá?


Continuará…

9 comentarios:

  1. Manga de chismosos...
    De verdad que Ana, tiene la misma emoción por el casamiento que por una cita con el dentista...
    Quiero más!
    Lore

    ResponderEliminar
  2. ++++++++++++
    @x_ferreyra7

    ResponderEliminar
  3. Ah bueno pero que cosa con la familia!
    Espero más más más maratón
    Jajaja
    Besos

    ResponderEliminar
  4. K metidos,jajajaja,Benjamín culpable ,d k manera los utiliza ,y ellos ni se enteran.

    ResponderEliminar
  5. Me da la sensacion de que Ana no quiere casarse, sino que se casa por pesadez de la madre

    espero maaaas

    ResponderEliminar
  6. Maaaaaaaaaaaaaaaaaaas...
    Angy.. =D

    ResponderEliminar
  7. Si fuera Lali sólo por llevarle la contra a todos me engancho a Peter,JAJA Q insoportables TODOS!

    ResponderEliminar