jueves, 14 de agosto de 2014

Capítulo 34



Twitter: @Caparatodos
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—De nada —dijo meneando la cabeza finalmente. Soltó su rehén y ella se alejó por la calle sin mirar atrás, satisfecha por la comida, pero no tan contenta como podría estarlo.
«Es lindo», pensó antes de borrarlo de sus pensamientos.

Capítulo 34:

El martes, Lali miró la ensalada que tenía encima de la mesa de su despacho para comer y pensó: «Tiene que haber algo más que esto». Era por culpa de Peter, había probado la comida de verdad a mediodía y aquello la había envenenado. Antes de conocerlo a él jamás había pensado en la comida excepto como algo que ella no podía permitirse. Antes de que empezara a hacer dieta por el vestido para el casamiento, la mantequilla no existía en su vida. «Debería tener mantequilla», pensó y después se dio cuenta de la locura que decía.
Aunque sí podría tener pollo al vino.

Hizo la ensalada a un lado, entró en Internet y buscó «Pollo al vino», porque hacer una búsqueda de Peter Lanzani no hubiera servido en absoluto para su plan.

«Un plato muy popular», se dijo al encontrar 48.300 resultados. Incluso a pesar de la extraña aleatoriedad que demostrarían la mayoría de ellos, eran un montón de recetas. Había una con alcachofas que le pareció una locura. En otra había que añadir jugo de limón, algo que no podía irle bien; otra era con pimientos, otra con cebolla. Resultaba sorprendente la cantidad de formas que había encontrado la gente para arruinar una receta fácil. Imprimió dos que le parecieron adecuadas e iba a desconectar cuando, por un impulso inesperado, buscó «dislexia». Una hora más tarde, apagó la computadora, impresionada por lo que había conseguido Juan Pedro Lanzani.

Cuando terminó de trabajar, paró en una tienda de comestibles. Había algo en tener un plan para cenar, con receta en la mano, que la hacía sentirse mucho menos hostil hacia la comida. Por supuesto, tendría que adaptar la receta. Ésta pedía rebozar el pollo con harina, lo que significaba unas calorías de más y también carbohidratos. Se saltaría el rebozado. Tenía sal y pimienta, y el perejil no tenía calorías, así que cogió un poco. No tenía ningún problema con las pechugas de pollo deshuesadas y sin piel, pero ¿y la mantequilla y el aceite de oliva? «Es para reírse», pensó y cogió uno de cada uno. Los champiñones eran esencialmente agua, así que podría comerlos. Después venía la sección de licores, donde encontró el vino. Pagó con sensación triunfal después de haber atravesado la sección del pan con paso decidido, fue a casa, se puso algo cómodo, puso a todo volumen el equipo y Elvis comenzó a sonar.

Una hora más tarde, el disco volvía a empezar y Lali contemplaba el desastre que había en su única sartén e intentaba averiguar qué había hecho mal. Había dorado el pollo en su sartén antiadherente y había seguido el resto de instrucciones, pero se veía horrible y sabía fatal. Dio unos golpecitos con la espátula en el borde de la cocina y pensó: «Es un hecho, no sé cocinar, pero me merezco una buena comida», antes de descolgar el teléfono.

—¿Emilio? ¿Haces delivery?


El seminario se estaba convirtiendo en el mayor desastre que había tenido Lanzani, Sierra y D’Alessandro, sobre todo porque la idiota que estaba a cargo de las clases no dejaba de cambiar las especificaciones del seminario.

—Estoy enviando información al mail. Métanla en algún sitio —les pidió en una de sus llamadas.

—¿Por qué no se morirá esa bruja? —dijo Agustín cuando llamó un martes a las cinco menos diez—. Quedé con María esta noche.

—Yo me quedo a recibir el fax. Candela lo entenderá —se ofreció Victorio.

—No, anda. Me quedo yo. No tengo ninguna cita y estoy demasiado cansado para ir a ningún lado —dijo Peter.

Agustín y Victorio se fueron, los dos con rumbo a una mujer cariñosa y Peter se quedó a leer el mail y a comprimir el calendario del seminario una vez más, contento de no tener que estar en ningún sitio ni tener una mujer que reclamara su atención y su tiempo. A las siete apagó la computadora aliviado y se dio cuenta de que tenía mucha hambre.
Ir donde Emilio le pareció una idea excelente.

—No me digas —le pidió cuando entró a la cocina por las puertas de vaivén—. Pollo al vino.

—Ya comí bastante por una buena temporada —respondió en el momento que sonaba el teléfono—. Prefiero algo sencillo, spaghetti caprese. Espera, el cuarenta por ciento de la pasta que se vende son spaghetti. Eso demuestra falta de imaginación, que sean fettuccini.
Peter se calló cuando Emilio levantó la mano y contestó el teléfono. Éste escuchó y luego miró por encima del hombro de Peter.

—Normalmente no lo hacemos, pero con un cliente especial siempre podemos hacer una excepción. Pollo al vino, ¿no es así? No, no es ningún problema. Dale una buena propina al repartidor —colgó y le sonrió a Peter—. Era Lali. Quiere pollo al vino. ¿Puedes llevárselo tú?

—¿Qué? —preguntó confundido.

—Sabes dónde es y seguramente te queda de camino a casa.

—No está de camino a mi casa ni a la de nadie, excepto a la de Dios, vive en una pendiente que es casi vertical. ¿Qué te hace pensar que tengo ganas de ir?

—No sé —contestó encogiéndose de hombros—. Llamó, estabas acá, hacen una buena pareja y me pareció buena idea. ¿Se pelearon?

—No, no lo hemos hecho, pero no vamos a volver a vernos porque soy una equivocación para ella y además está esperando a Elvis. Llámala y dile que el repartidor se murió.

—Entonces no podrá cenar, y ya la conoces, es una mujer de buen diente.

Peter pensó en la cara de Lali cuando comía pollo al vino, igual de deliciosa que cuando comía churros. Lo que no era ni remotamente tan encantador como la expresión de su cara cuando la besó...

—Bueno, lo llevará Bernardo —concluyó Emilio.

—No, yo lo haré. Y apúrate, ¿dale? Me muero de hambre.

Continuará…

15 comentarios:

  1. Me encanta como todo los lleva a terminar juntos!! Mas!

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  2. Que el pedido sea para dos jajajaja ME ENCANTA! Emilio es un GENIO!

    espero maaas

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  3. jajajajajaj Me encanto ya quiero ver la cara de Lali cuando aparezca Peter con el pedido!!
    Espero el proximo!

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  4. Jajajaja el cambio de opinión de Peter al recordar las caras de Lali al comer!
    Pobre Lali y su fallido intentó de cocinar.

    Me encanto, Emilio los une, Peter se reíste y al final desiste jeje

    Besos

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  5. Amo a Emilio,jajajajajajaja,más directo ,no puede ser ,y encima siempre tiene las palbras justas.
    Como k Peter iba a dejar ir a Bernardo,ni d coña.
    Prefiere subir esa cuestecita ,y sus escalones.
    Me da k el mal humor d Lali ,es xk no come nada bien ,y desde k conoció a Peter k se empeña en alimentarla ,y a Emilio k congeniaron tan bien ,y es un genio d la cocina,Lali está con buen apetito,y cambiando su humor,para mejor.
    Donde quedó ,no nos vamos a ver d nuevo?.........jajajajajajajaja

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  6. Emilio definitivamente se lleva todos los aplausos!
    Q tal un del8ivery entregado por Peter?????????

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  7. Jajajaja me morí con ..."Llámala y dile que el repartidor se murió" jajajaja Es lo más!
    Quiero más!
    Lore

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  8. P: dile que el repartidor se murio jajajajjajaja :P ya quiero saber que va a pasar!!!!!!!!!!!
    P.D. No quieres hacer un día de estos un maraton??

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  9. jajjaja No está de camino a mi casa ni a la de nadie, excepto a la de Dios jajjajaja PETER XD Llámala y dile que el repartidor se murió. jajajajja como me rei XD q buen capitulo,aunq no quieran el destino los une

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  10. Esperando más más más más maratón

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