sábado, 9 de agosto de 2014

Capítulo 29



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—Sí —dijo Lali intentando borrar de su mente a Peter—. Es un sapo, no una rana. Un idiota. Totalmente. Aunque, sus churros eran buenísimos —añadió suspirando mientras volvía a recostarse en el asiento para recuperar el sentido común.

Capítulo 29:

Benjamín estaba sentado frente al televisor un domingo por la tarde cuando sonó el teléfono. Descolgó y oyó la voz de Melisa.

—Peter y Lali han estado hoy en el parque. La besó. Eso es alegría, una indicación fisiológica que podría llevarlos a...

—Espera —le pidió respirando profundamente. Era por la maldita apuesta. Peter haría lo que fuera para ganarla.

—Le llevó churros. Organizó un picnic y...

—¿Lali comió churros? —Benjamín se quedó helado—. No prueba nunca esas cosas. No come carbohidratos, al menos conmigo no lo hizo nunca.

—Y cada vez que le daba un trocito, la besaba.

—Hijo de puta —lo insultó con rabia—. ¿Qué hacemos?

—Tenemos que trabajar con sus desencadenantes de la atracción, mostrarles alegría, hacer que recuerden por qué nos querían a nosotros. Invítala a comer mañana. Consigue que sea algo perfecto; que se sienta especial y amada, alégrala y consigue que vuelva.

—No sé —dijo Benjamín recordando la cara de Lali cuando la dejó. Había pensado que regresaría a él arrastrándose, no que tuviera que volver él.

—Iré a comer con Peter —dijo Melisa sin prestar atención a lo que había dicho Benjamín—. Me mantuve al margen, esperándolo, pero ya no tengo tiempo para esas cosas. Antes de que llegue el postre me lo habré llevado a la cama y eso pondrá fin a toda esta historia.

—Lali está enojada conmigo. Creo que todavía es muy pronto para ir a comer.

—Eso es muy agresivo —se produjo un largo silencio y después dijo—: Su familia. ¿No comentaste que necesitaba su aprobación para tener amantes?

—Sí, su mamá me adora.

—Ahí lo tienes. Llámala y cuéntale la verdad de Peter y las mujeres.

—No —dijo Benjamín acordándose de la falta de interés de María José por cualquier cosa que no fueran las calorías o la moda—. Creo que llamaré a Javier, el novio de su hermana.

—¿Servirá de algo?

—Se lo contará a Ana enseguida. Se ven todos los días y ella vive con sus padres, así que su mamá y su papá terminarán por enterarse. El padre es muy protector.

—Buenísimo.

—¿Le dio churros? —preguntó Benjamín sintiendo un escalofrío al pensarlo.

—Uno detrás de otro.

«Desgraciado». Lo estaba haciendo por la maldita apuesta. Después de todo lo que dijo sobre ser fácil, pero no un baboso, iba a seducir a Lali con churros y luego le pediría sus diez mil dólares. El gran Juan Pedro Lanzani iba a ganar otra vez.
«No si puedo hacer algo.»

—¿Benjamín?

—Confía en mí, Lali ha comido su último churro —aseguró seriamente.


El lunes, Victorio llegó tarde a trabajar. «Candela», pensó Peter, lo que le recordó a Lali, algo que era ridículo.

—¿Qué pasa? Normalmente soy el último que llega a trabajar, es la tradición —dijo Agustín.

—Candela —dijo Victorio bostezando—. Ayer estuvimos hablando hasta muy tarde.

—¿Hablando? —preguntó Agustín sentado en el borde de su escritorio—. Lo menos que yo hubiera hecho sería hablar.
Victorio entrecerró los ojos.

—Bueno, ahora que estamos todos aquí... —empezó a decir Peter.

—Voy a casarme con Candela —y Victorio dijo a Agustín—: Seguro que no hablarías así de tu futura mujer.

—Perdón. No pienso casarme, así que no tengo ni idea de lo que diría.

—... tendríamos que hacer un esbozo del seminario...

—Lo sabrás cuando encuentres a la mujer adecuada —dijo Victorio.

—No existe —añadió Agustín.

—... y dejar preparados los programas —acabó de decir Peter elevando la voz.

—Sus besos son perfectos —dijo Victorio mirando por la ventana en la dirección en la que pensaba que estaría Candela—. ¿Has besado alguna vez así? ¿Cuando todo es perfecto y te salta la tapa de los sesos?

—No —dijo Agustín, al que parecía repugnarle la imagen.

—Sí —intervino Peter, al que había vuelto a aparecérsele Lali en toda su lujuriosa y complaciente gloria. Los dos se giraron para mirarlo—. ¿Podemos comenzar a trabajar? Porque estamos a punto de sacar el helado y empezar a hablar de nuestros sentimientos, y para eso no hay vuelta atrás.

—Voy por las facturas —dijo Victorio volviendo a su escritorio.

Peter se recostó en la silla, abrió un fichero en la computadora y pensó en Lali. No tenía intención de besarla y sin embargo había saltado sobre ella, un impulso insensato lo había arrojado a su regazo. Ella tampoco había colaborado. Debería haberlo cacheteado y sin embargo le había pedido «más», incitándolo...
Sonó el teléfono y lo atendió Agustín.

—Lanzani, Sierra y D’Alessandro —dijo, y después puso cara de sorpresa dirigiéndose a Peter—. Hola, Melisa —Peter meneó la cabeza—. No está. Creo que no volverá en toda la mañana —miró a Peter, que se recostó en su silla con la cara al cielo—. ¿Comer?

—Lo siento, tenía una cita. En Emilio. Con su nueva novia.
Peter se levantó tan rápido que sus pies hicieron un ruido sordo al chocar contra el piso. «No», le dijo a Agustín en voz baja haciendo el gesto de que le iba a cortar el cuello.

—No tienes que preocuparte por que esté deprimido por perderte. Se recuperó enseguida —Peter lo miró furioso—. Tengo que dejarte.

—¿Estás loco?

—Bueno, me he librado de ella, ¿no? Te hice un favor, creo. Me salió natural. ¿Crees que hice mal? —preguntó mirando a Victorio.

—No lo sé, pero en el futuro olvídate de la espontaneidad.

—No quiero volver a ver a Lali —aseguró Peter pensando en verla otra vez.

—Ok, pero Melisa no tiene por qué saberlo —dijo Agustín.

—Ahora tendré que llevar a Lali a lo de Emilio, porque seguro que Melisa va a ir a chequear.

—No veo por qué —intervino Victorio—. Si pregunta siempre puedes decirle que fueron a otro sitio.

—Intento no mentir si puedo —dijo volviéndose a sentar e intentando sentirse molesto por todo aquel lío. Cogió el teléfono, marcó el número de la empresa de Lali y la buscó a través de la telefonista, pero su línea estaba ocupada y no quiso dejar un mensaje. Nadie organiza una cita con un contestador.

—¿Qué? —preguntó cuando colgó y vio que Victorio y Agustín lo estaban mirando.

—Nada —contestaron ambos.

—Genial —dijo Peter volviendo a la pantalla de su computadora.

Continuará…

15 comentarios:

  1. Aaaa me encanta como Melisa esta celosa jajaja :D

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  2. Jjajajajajajajajajja,cualquier excusa es válida para Peter.
    Todo lo lleva a ella.

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  3. QUE ES ESO TAN CORTICO.?????
    JAJAAJAJA

    Que pendejos son Melissa y Benjamín, de psicóloga Melissa no tiene pero nada, de idiota todo.
    Sí claro, Peter no podía hacer nada más que llevar a Lali a cenar por lo que Agystin dijo.... No se lo cree ni él! Jaja

    Besos, espero que nades disfrutando del viaje

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  4. este otro va a estar hasta las manos con LAli en cualquier momento.. y se va a querer matar

    +++++
    @x_ferreyra7

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  5. Meta escusa lanzani para llamarla! Más! me encanta!!

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  6. Muere por invitarla Jajaja otrooooo :)

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  7. Peter aprovechando la oportunidad,JAJA y Melisa y Benjamin dos HDP,ojala se enreden entre ellos!

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  8. Cualquier excusa es buena si puede ver a Lali jajajaj

    me cansan lo estrategico que so los otros dos, hola? que acepten que su ex no quieren volver!!

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  9. que estupidos Benjamín y Melisa que se maten!!! si Peter mete una excusa cuando quieras para llamarla jaja
    Espero el proximo!

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  10. Maaaaaaaaaaaaaaaaas...
    Angy... =D

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  11. Y cualquier excusa le sirve a Peter para volver a quedar con Lali. . .quiero que hablen los tres amigos de sentimientos. . .estaban a puntito e hacerlo cuando ha llamado Melisa

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  12. masssssssssssssssssssssssss

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