miércoles, 13 de agosto de 2014

Capítulo 33



Twitter: @Caparatodos
____________________________________________________

—En ningún sitio. Sólo son las damas de honor de mi hermana, pero no le digas a nadie que las llamo así —le pidió probando el primer bocado de pollo. Lo saboreó y después se limpió con la lengua una gota de salsa que le había caído en el labio inferior—. ¿Crees que...?

—No hagas eso —le pidió Peter con voz apagada.

Capítulo 33:

—¿Qué? ¿Hacer preguntas?

—Lamerte el labio. ¿Qué querías saber?

—¿Por qué? ¿Te parece que no es de buena educación?

—No, pero me distrae. Tienes una boca muy provocativa. Lo sé. La probé una vez. ¿Qué ibas a preguntarme?

Lali lo miró a los ojos y él mantuvo la mirada. «¡Oh!», pensó, e intentó acordarse de lo que estaban hablando, pero le resultó muy difícil porque en lo único que podía pensar era en cómo había probado su boca una vez, lo que había disfrutado y lo lujuriosos que le parecían sus ojos cuando la miraba como en ese momento y...

—¿Están bien? —preguntó Bernardo.

—¿Qué? —contestó Peter sobresaltándose.

—¿Que si pasa algo con el pollo? Tienen un comportamiento muy raro —dijo Bernardo frunciendo el ceño.

—No, nada —le aseguró Lali cogiendo de nuevo el tenedor—. Está buenísimo.

—Ok, ¿necesitan algo más?

—¿Un mozo con modales?

—Sí, como si lo fuera a desperdiciar contigo —dijo Bernardo antes de irse.

—Entonces —comenzó a decir Lali pasando a un tema de conversación más seguro—, Ana me contó lo de la torta. Recurrí a Emilio y éste llamó a su abuela. Es mi héroe.

—Espera a que la pruebes. Sólo las hace para matrimonios, no hay otra igual.

—¿Cuándo la has probado tú?

—Cuando se casó Emilio o mi hermano. En el casamiento de toda la gente que conozco. Agustín, Victorio y yo somos los últimos que faltamos, he ido a un montón de casamientos. Y ahora Victorio cuenta los días que le quedan.

—Bueno, al menos Agustín y tú se tienen el uno al otro. Así que tienes un hermano. ¿Mayor o menor?

—Mayor. Se llama Jaime.

—¿Jaime? ¿Jaime Lanzani? —preguntó Lali dejando de comer.

—Sí. Esposo de Bárbara y padre de Tomás.

—¿No hay un estudio de abogados que se llama así?

—Sí, el de mi padre, su socio y mi hermano —contestó sin mostrar gran entusiasmo.

—Qué práctico. ¿Cómo está Tomás?

—Marcado para toda su vida después de vernos en el picnic.

—¿De verdad? —preguntó Lali soltando un gemido.

—Es difícil de saberlo. No lo he visto después. Seguramente Bárbara ya lo habrá llevado a una terapia. ¿Qué tienes que ver tú en lo de Candela y Victorio?

—Estarán comprometidos dentro de unos meses —profetizó Lali y se dedicaron a hablar de ellos y de otros temas seguros durante el resto de la comida. Cuando terminaron, Peter pagó la cuenta.

—Así que comer conmigo es un riesgo... ¿Significa eso que quieres que me disculpe por la última vez?

—No —contestó Lali sonriendo e intentando parecer despreocupada—. He estado trabajando la teoría de que si no se habla de algo, no existe. Aunque parece que hay un montón de gente que se ha enterado, por ejemplo Javier. Nos ha delatado y ahora mi madre quiere que te lleve a cenar a casa —Peter pareció muy desconcertado—. Le dije que eras un total desconocido y que lo de la cena era completamente improbable —de repente le preguntó—: ¿Qué fue lo del sábado?

—Bueno, fue pura química y me pareció genial. Estaría más que feliz de volver a hacerlo, en especial desnudo y en posición horizontal, pero... —a Lali se le disparó el pulso, pero se dio un golpe en la frente para frenarlo a él y a su traicionera imaginación—. ¿Qué pasa?

—Estaba acordándome de por qué nunca se pide a los chicos que digan la verdad. Porque a veces la dicen.

—Lo que pretendo hacerte ver es que María tenía razón, no tenía por qué haberte besado de esa forma, porque no busco nada serio. Acabo de dejar una relación que era mucho más intensa de lo que creía y...

—¿Cómo podía ser más intensa de lo que creías?

—Yo pensaba que sólo lo estábamos pasando bien y ella que nos íbamos a casar. Acabamos bien, sin rencores.

—¿Quería casarse, tú no, y no hay rencores? —preguntó Lali perpleja.

—Digo que si no estaba dispuesto a comprometerme, ella tendría que seguir su camino. Lo clásico.

—Y se supone que tú eres el mago que entiende a las mujeres... No, no fue lo clásico. O te odia o piensa que vas a volver con ella.

—Melisa es muy práctica. Sabe que se terminó. Lo mismo que nosotros, porque a pesar de que estuvo bien, ninguno de los dos quiere ir más allá.

—Exactamente —corroboró Lali, que lo había entendido perfectamente, aunque no estaba nada contenta—. Sería muy distinto si fuéramos compatibles. No soy reacia al compromiso, si se trata de algo que pueda ser divertido, pero lo último que necesito es enamorarme de alguien que sé que no es bueno para mí solamente porque besa espectacular. Además, estoy esperando a la reencarnación de Elvis y tú no la eres —Peter la miró con cara extraña—. ¿Qué pasa? Lo de Elvis era una broma.

—¿No soy bueno para ti, pero beso espectacular?

—Bastante. ¿Por qué? ¿Tú lo ves de otra forma?
Peter abrió la boca, la cerró y se encogió de hombros.

—No, supongo que no. No creo que seas mala para mí, pero es demasiado complicado. No eres una mujer relajada.

—Eso es verdad, pero tú te lo has buscado, por mujeriego.

—Me he retirado. Ahora lo único que quiero es paz, y tranquilidad. Tengo que tomarme un descanso.

—Es lo mismo que pienso hacer yo. Voy a dejar de salir.

—Hasta que aparezca Elvis.

—Exactamente. Y que yo sepa, no hay nada malo en ello.

—No tendrás sexo.

—Eso lo puedo aguantar.

—Sí, eres una experta en negarte cosas.

—¡Hey! —protestó Lali, que se había sentido ofendida—. Estábamos bien, ¿por qué me atacas?

—Perdón.
Se levantaron para irse. Lali le dio un beso de despedida a Emilio y salieron a la calle.

—Bueno, es de día y mi oficina sólo está a seis manzanas. No tienes que acompañarme —dijo Lali.

—Muy bien —se despidió Peter ofreciéndole la mano—. Seguramente nos volveremos a ver en la boda de Candela y Victorio. En caso de que no lo hagamos, que seas feliz.

—Lo mismo digo. Que tengas más suerte en el futuro —dijo Lali estrechándosela.

—Un momento —dijo cuando ésta se alejaba y Lali dio un respingo. Al darse la vuelta vio que simplemente tenía la sandalia en la mano y la brisa movía las cintas.

—Es verdad. Muchas gracias —dijo intentando cogerla.
Peter retuvo un momento la sandalia y la miró a los ojos.

—De nada —dijo meneando la cabeza finalmente. Soltó su rehén y ella se alejó por la calle sin mirar atrás, satisfecha por la comida, pero no tan contenta como podría estarlo.
«Es lindo», pensó antes de borrarlo de sus pensamientos.

Continuará…

9 comentarios:

  1. +++++++++++++++++++++++++++++++++++++++
    @x_ferreyra7

    ResponderEliminar
  2. Me encantaa!

    @ligiaelenaCM

    ResponderEliminar
  3. ¿Cuál será la próxima excusa que busquen para verse? La primera vez que tienen una charla medianamente normal sin atacarse el uno a la otra

    esperooooo mas

    ResponderEliminar
  4. Se tienen k ver antes,no creo k esperen a k los otros se decidan

    ResponderEliminar
  5. Me fascinan esas conversaciones de stos dos, pero esta en especial! Estuvo genial! ;)

    ResponderEliminar