miércoles, 27 de agosto de 2014

Capítulo 49


Hola, hola!!!! ¿Cómo les va? ¿Qué tal estuvo su día? Ojalá que bien y, que de no haber sido así, hayan tenido las herramientas, fuerzas y compañía para superarlo. Gracias por leer, por su tiempo y sus locuras!!! Hasta mañana! Besos y capítulo larguito :D

Twitter: @Caparatodos
____________________________________________________

—Gracias.

—Pero es un hombre maravilloso.

—Todo el mundo lo dice, pero me cuesta creerlo.

Capítulo 49:

A las siete, Peter decidió que si miraba un minuto más el programa del seminario empezaría a darse cabezazos contra la mesa y ya había tenido suficientes heridas craneales ese mes. Por otro lado, si iba a buscar a Lali a Azaroso sólo lograría que lo llamara demonio otra vez. O, si estaba de buen humor, idiota. Se levantó, se estiró y después se dirigió a casa, aminorando el paso delante del cine antiguo. Era la última semana del ci-clo dedicado a John Carpenter y había poca cola para ver Golpe en la pequeña China.

«Kurt Russell le das su mereciado a los malos —pensó—. No he vuelto a verla desde que era niño». La última persona de la cola abandonó la boletería, fue allí y compró una entrada. Aquello era mejor que pasar la noche solo, concentrado en no pensar en... nadie.

Al entrar había un trailer que anunciaba un ciclo de Elvis Presley y se acordó de Lali. «Olvídala», se dijo antes de acomodarse en unos asientos hacia el centro, rodeado de butacas vacías. Sin embargo, a los pocos minutos de película, cuando Kurt empezó a decir tonterías en su camión, aparecieron cinco miembros de una misma familia y le pidieron que se moviera. La persona que tenía a la derecha en su nuevo lugar estaba en silencio, así que se recostó y se perdió en la película, relajado por primera vez desde la noche anterior.


Cuando se encendieron las luces, se levantó al mismo tiempo que la mujer que tenía al lado —baja estatura, pelo castaño— y que se había agachado para recoger su saco gris a cuadros.

Se miraron un largo y atónito momento. Después, la mujer salió del cine y él la siguió. Cuando estaban afuera, ella se volteó.

—¿Qué probabilidades había? —preguntó Peter.

—No sé ni cómo calcularlas —contestó Lali comenzando a caminar. Peter se puso a su lado porque no eran horas para que caminara sola.
«Una coincidencia —pensó Peter—, sucede a todas horas. No pasa nada. No significa nada.»

Cuando llegaron a su departamento, Lali subió la primera sin discutir quién iba el primero y, por primera vez, estaba demasiado desconcertada como para pensar en su trasero.

—Gracias por acompañarme —dijo en la puerta.

—De nada.

Se miraron un largo momento, Peter notó que le faltaba el aliento, que se perdía en sus ojos y pensó: «No, tú no». Lali meneó la cabeza y cerró la puerta, y Peter bajó los cincuenta y ocho escalones sin saber a ciencia cierta si alegrase o no.

Cuando llegó a la calle se detuvo y miró hacia la ventana que en su dormitorio. El gato se recortaba a la luz de una lámpara y lo observaba, seguramente con un ojo cerrado. Se imaginó a Lali sentada en el edredón de satén, echada sobre almohadas bordadas que olían a lavanda, con sus rizos con puntas rubias contra el satén azul y se colocó mentalmente a su lado, atrayéndola, envuelto en sus brazos y notando sus curvas contra su cuerpo. Imaginó que se apoderaba de su lujuriosa boca, la turgencia de sus pechos en sus manos, su cadera alzándose sobre él, apretándose contra su suavidad, temblando en su cálida humedad, oyéndola gemir y gozar mientras se movía, y se dio cuenta de que la deseaba más de lo que jamás había deseado a nada ni a nadie.

La luz se apagó en el dormitorio, el hechizo se deshizo y Peter cerró los ojos ante el oscuro y frío sobresalto que le proporcionó volver a la realidad. Después se dio la vuelta y volvió a la calle principal, a las luces y el ruido, a un sitio seguro.


El jueves, cuando María fue al departamento de Lali para la cena de los deseos, Candela abrió la puerta con cara recelosa. Cuando María levantó una ceja como para decir «¿Qué pasa?», Candela meneó la cabeza y dio un paso atrás para dejarla pasar.

—Hola —la saludó Lali suavemente y María pensó: «El idiota de Peter».

—¿Qué te hizo?

—Nada. Siéntate. Preparé una ensalada enorme y me muero de hambre. Vamos a cenar.

—¿Todavía tienes el gato? —preguntó al verlo sobre el sillón.

—Me encanta. Siempre está cuando lo necesito, me toca con su patita cuando estoy deprimida, me da calor por la noche y tiene una hermosa voz. Creo que es la reencarnación de Elvis.

—Se acabó la larga espera —dijo María mientras pensaba: «El muy idiota le dio algo que ni siquiera sabía que necesitaba». Tras diez minutos de pan, ensalada y conversación forzada sobre el animal, María ya no podía más—. Ayer hablé con Melisa y me dijo que Peter intentaría...

—A mí me cae bien —la interrumpió Candela.

—¿Qué?

—Que me cae bien.

—Eso no quiere decir que la animes a...

—No importa —dijo Lali y las dos se volvieron para mirarla—. Estoy intentando alejarme de él, pero no funciona. ¿Se acuerdan de la bola de nieve que había perdido? Bueno, la encontró. Vino el martes, fue directamente al sótano y cogió la caja en la que estaba.

—Pura suerte—opinó María.

—Y anoche decidí ir al cine. ¿A que no saben quién estaba a mi costado cuando se encendieron las luces?

—Eso sí que pone los pelos de punta. Te está acosando —dijo María.

—No. Agarré el periódico y se cayó la hoja con la programación de los cines. Vi que volvían a pasar Golpe en la pequeña China y pensé: «Bueno, Kurt Russell mata a los malos». Fue un impulso. No se lo dije a nadie, ni siquiera al gato. Y allí estaba. Es como mágico.

—Es como si fuera el diablo —comentó María.

—Es como si fuera el príncipe —añadió Candela. María y Lali la miraron—. En el cuento. Tiene que ir en detrás de algo para conseguirte. Y la bola de nieve era una de esas cosas.

—Cande, amiga —protestó Lali agotada por su estupidez—. Juguemos a los deseos. Si fuera una persona sensata no me sorprendería nada de esto. Así que voy a ser sensata y no sorprenderme. ¿Cuál es tu deseo, María?

—Si me entero de que Peter Lanzani te está acosando le arrancaré las extremidades una a una. ¿Candela?

—Si se ponen tontas tendré que buscarme otras amigas —dijo ésta mirando con el ceño fruncido a Lali—. Te está ganando. Como en el cuento de hadas. Dijiste que su beso te despertó.

—Dije que su beso me excitó, que no es lo mismo. No me parece mal utilizar el cuento como metáfora, pero esto es la vida real. No hay príncipe ni madrastra ni manzana envenenada.

—Y si sigues pensando así, no habrá final feliz. El verdadero amor te está haciendo señales para que le prestes atención y tú lo rechazas porque no quieres creer en él. Tienes el cuento de hadas delante de las narices —dijo Candela.

—Un momento —les pidió María intentando evitar el desastre.

—Y tú eres la peor—la acusó Candela volteándose a mirarla—. Lali no cree en el amor para ella, pero tú no crees en él para nadie. Eres una escéptica del amor.

—Una escéptica del amor, me gusta —comentó María.

—Bueno, pues yo sí creo en el amor. Eso pienso. En lo que no creo es en los cuentos de hadas —intervino Lali.

—Toda mi vida he sabido que tarde o temprano aparecería mi príncipe —le dijo Candela—. ¿Cuántas veces me has dicho que todo el mundo tiene rachas de suerte en los negocios, pero que no todos están preparados para ellas? Bueno, pues eso puede aplicarse también al amor. He estado planeando mi casamiento toda mi vida porque soy lo suficientemente inteligente como para saber que es la decisión más importante que tendré que tomar y ahora apareció Victorio y estoy dispuesta. Y ustedes dos se lo van a perder cuando llegue porque no quieren creer en él, porque si no fuera verdad se sentirían defraudadas.

—Por favor... —exclamó María poniendo cara de circunstancias.

—Habían decidido sentirse defraudadas, se molestaría que sucediera lo contrario, su interpretación del mundo depende de lo que les defraudan de los hombres. Eso es cobardía. Sobre todo tú —dijo mirando a Lali—. Tienes a Peter delante, que te quiere tanto que no puede pensar con claridad, el destino te envía mensajes que hasta yo soy capaz de ver y te aferras a esa apuesta como si fuera una coraza. Ni siquiera le preguntaste por ella, ¿no?

—¿Qué quieres que diga? Sí, la hice, pero soy tu príncipe y te quiero de verdad. ¿Nos vamos a la cama?

—Normalmente no eres tan torpe, así que imagino que se debe al miedo. ¿Y si fuera real? ¿Y si fuera tu final feliz y te quisiera tanto que fuera para siempre? ¿Qué harías? —Lali meneó la cabeza—. No lo sabes. No te lo has planteado nunca. Has pensado en todo, menos en eso. Eres un caso perdido —Candela fue a la cocina a dejar su plato y volvió para meter la silla debajo de la mesa—. Nos vemos mañana en Azaroso. Veré a Victorio y me acordaré de por qué creo.

—Espera, Can —le pidió Lali, pero ésta ya estaba en la puerta.
Cuando la cerró de un portazo, Lali se sentó frente a María.

—Bueno, al menos nosotras somos sensatas.

—Sí —dijo María—. ¿A ti te funciona?

—No muy bien. ¿Trajiste postre?

—Helados de frambuesa.

—Sírveme un poco. Ya seré sensata mañana.

Continuará…

13 comentarios:

  1. me gusta el pensamiento de cande
    mery se esta dejando llevar mucho por melisa
    y en cuanto a lali ella tiene miedo y a su vez se esta dejando llevar por lo que dicen las chicas
    besos

    ResponderEliminar
  2. CUAL ES EL NOMBRE Y AUTOR DE LA NOVELA? TE LO AGRADECERIA.

    ResponderEliminar
  3. OMG ambos no dejan de pensar en el otro y pues están ebamorados no podrán soportarlo más quiero que se encuentren y hablen caray o mejor que chapen jaja
    Ruthy

    ResponderEliminar
  4. Cuanta razón tiene cande! Más!

    ResponderEliminar
  5. +++++++++++++
    @x_ferreyra7

    ResponderEliminar
  6. Bravo por Candela, alguien qur le habla a las dos con claridad :):)

    ResponderEliminar
  7. Óle por Cande, por fin una persona que ve las cosas de distinta forma, ahora sólo falta que Lali recapacite con lo que le ha dicho Cande y se olvide de la tonta de Mery por dios. . .

    ResponderEliminar
  8. Muy sensata Cande.
    Si k hay príncipe,Peter.
    Madrastra,Melisa.
    La manzana María.
    El destino los une cada vez más.
    Jajjajajajaja,y volvió a subir los escalones

    ResponderEliminar
  9. Bien hecho Cande :3 Lali ya de una vez ve las señales. Sube prontooooo

    ResponderEliminar