Capítulo 27

Hola, hola!!! ¿Qué tal, cómo están? Espero que bien y el día haya sido bueno o al menos llevadero! Gracias por leer y me alegro que los capis les hayan gustado. Mañana nos leemos de nuevo! Besos!!!!

P.D.: Les cuento que el sábado me voy de viaje, así que como ya saben voy a dejar los capítulos programados: 12 Perú // 14 Argentina // 19 España ;)

Twitter: @Caparatodos

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Lali estaba sentada frente a él, su sweater subía y bajaba al mismo ritmo que su rápida respiración y sus ojos destellaban. Tenía los lujuriosos labios separados, abiertos para él. Finalmente habló:

—Más —pidió. Peter la miró y se inclinó sobre ella.

Capítulo 27:

Los ojos de Peter eran entre un verde y caramelo y Lali se asustó cuando se acercó a ella otra vez.

—Espera —le pidió poniéndole las manos en el pecho.

—Bueno —aceptó Peter bajando la mirada y cogiendo otro trozo de churro. Cuando Lali abrió los labios para decir «no», notó el trozo dentro. El calor de su boca deshizo el chocolate, cerró los ojos y el sabor se dispersó en todas direcciones disolviéndose en puro placer. Cuando los abrió, Peter estaba frente a ella.

Peter se acercó y la besó suavemente, su boca encajaba tan perfectamente en la suya que Lali empezó a temblar. Notó su calidez, le lamió el chocolate de los labios y sintió su lengua, caliente e irresistible. Cuando Peter dejó de besarla, se había quedado sin aliento, estaba mareada y ansiaba más. Peter la miró a los ojos, parecía tan aturdido como ella, pero no la había engañado, sabía muy bien lo que era.

Pero no le importó.

—Más —le pidió y Peter cogió el churro—. No, de ti —dijo cogiéndolo de la camisa para atraerlo hacia ella. Peter la besó con más fuerza poniéndole la mano en la nuca y ella se perdió en él, mientras veía destellos por debajo de los párpados. Notó una mano en la cintura que se deslizaba lujuriosa por debajo de su sweater, se le aceleró el pulso y la oleada que sintió le dijo: «Es él».

Entonces Peter dio una sacudida hacia delante y la golpeó en la cabeza.

—¡Ay! —se quejó Lali.

—¡Qué ray…! —exclamó Peter dándose la vuelta y mirando a su espalda sin soltar a Lali.

—¿Qué están haciendo? —preguntó María con su cartera de cuero en la mano.

—A ti qué te parece.

—Me corté el labio —dijo Lali tocándoselo.

Peter se volteó a mirarla con la cara roja y preocupada. Estaba tan cerca que Lali se inclinó hacia él con el corazón desbocado y él hizo lo mismo con los ojos medio cerrados. «Sí», pensó Lali. María tiró de su brazo y casi consiguió que se diera de cara contra el pasto.

—¡Ya levántate, Estadísticas! —le ordenó.

—¡Agustín! —gritó Peter apretando los dientes.

—Lo siento, Pitt. Es incontrolable.

—Estábamos comiendo el postre —explicó Lali yendo hacia atrás tanto como pudo con Peter todavía encima de su falda. «Sé que ha sido una tontería, pero quiero que lo vuelva a hacer», pensó intentando no mirarlo.

—¿Postre? —preguntó María mirando la manta— ¿Estás comiendo churros?

—Esto... —empezó a decir Lali notando que el sentimiento de culpa empezaba a despejar su aturdimiento.

—¿Quién eres, la policía de las calorías? ¡Déjanos en paz! —le pidió Peter lanzándole una mirada feroz.

—No, puede comer todos los churros que le provoquen. Lo que no quiero es que tú se los des.

—¿Por qué? —preguntó Peter furioso.

—Porque eres Voy de flor en flor Lanzani y ella es mi mejor amiga —le explicó jalando a Lali del brazo—. Vamos, Candela nos está esperando.

—¿Que soy qué?

Lali intentó retroceder un poco más atrás, pero Peter seguía sobre su falda. Lo que no le importaba en absoluto.

—Candela está hablando con Victorio, le da igual lo que hagan —le dijo Agustín a María.

—Sí que le importa. Hemos estado comentándolo. Dale, levántate —le ordenó taladrándola con la mirada.

«Muy bien, pero no quiero», pensó Lali.

Peter estaba incluso más guapo que de costumbre, enfurecido a la luz del sol, pero conforme se evaporaba su confusión, fue recordando por qué no debía estar allí.

—¿Puedes soltar la falda? —le pidió a Peter con voz apagada, y se alejó lo suficiente como para apartar la tela—. Muchas gracias por la comida, lo he pasado muy bien.

—Quédate —le pidió. Lali lo miró a los ojos y pensó: «Sí, claro».

—No —dijo María y jaló a Lali hasta que la levantó y aterrizó tambaleándose.

—Puede decidir ella sola —intervino Peter.

—¿Sí? —dijo María avanzando un paso hacia él—. Ahora dime que la conoces y que te preocupas por ella; que la querrás hasta el fin de los días.

—¡María! —exclamó Lali jalándola del brazo.

—Sólo la conozco hace tres días.

—Entonces, ¿por qué la estás besando de esa manera? —preguntó al tiempo que le daba la espalda—. Vámonos, Lali.

—Gracias por la comida —se despidió Lali cuando María le apretó el brazo con más fuerza. Cogió las sandalias por las cintas y María tiró de ella en dirección a los árboles.

Continuará…