viernes, 15 de agosto de 2014

Capítulo 35


Hola, hola!!!! ¿Cómo les va? Espero que bien y ya con las pilas puestas para arrancar y disfrutar el fin de semana!!!! Gracias por el aguante y me encanta que los capítulos les hayan gustado :D Leí sus comentarios y sus jajaja son lo máximo así como todas sus palabras!!!! Besos y mañana nos leemos!!!!

P.D.: Les cuento que hace unos días Sofi volvió con una nueva nove por si quieren leer ;) http://novelaliter2010.blogspot.com/2014/08/capitulo-1.html

Twitter: @Caparatodos
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—Bueno, lo llevará Bernardo —concluyó Emilio.

—No, yo lo haré. Y apúrate, ¿dale? Me muero de hambre.

Capítulo 35:

Cuarenta y cinco minutos más tarde, Peter estaba subiendo los escalones de casa de Lali, cuando algo de color naranja pasó a toda velocidad a su lado y casi lo tira colina abajo. Terminó su ascenso con más cuidado, pero cuando llegó a la cima y miró a su alrededor no vio nada. Tocó el timbre y contestó Candela.

—Hola, Lali ha pedido comida para llevar —dijo con la bolsa en la mano, sintiéndose estúpido, el sentimiento que menos le gustaba en el mundo.

—¿Y tú eres el repartidor?

—Bueno, nunca se gana suficiente dinero —dijo antes de dirigirse hacia las escaleras. Cuando llegó arriba oyó la música de Elvis Presley, al otro lado de la puerta de Lali y suspiró.

Lali se sorprendió al abrir la puerta y Peter también se quedó perplejo, pues lo único que tenía puesto era una larga y vieja blusa y unas medias disparejas. Tenía el pelo suelto y se había limpiado el maquillaje, así que el único color que había en su cara era el moretón amarillo, que empezaba a perder intensidad, en donde la había golpeado.

—¡Qué fue! ¿Cómo entraste?

—Así es como recibes a los repartidores —preguntó mirando las hermosas piernas que había escondido el viernes en el bar.

—No, así es como le abro a Candela. Deja de comerme con los ojos, tengo un short abajo —dijo mientras se levantaba la blusa para dejar ver unos shorts a cuadros ligeramente menos feos que la blusa y las medias—. ¿Cómo entraste por la puerta de la calle?
Entonces, algo de color naranja pasó a toda velocidad a su lado y entró al departamento.

—¿Qué era eso? —preguntó Lali y Peter entró, pero dejó la puerta abierta.

—No lo sé —dijo poniendo la bolsa de Emilio en una vieja mesa de máquina de coser que había al lado de un sillón que parecía una calabaza gigante comida por las polillas—. Cuando estaba subiendo pasó por mi lado.

—¡Oh, oh! —exclamó Lali y Peter se giró para mirar.

En el sillón, el animal de aspecto más sarnoso que había visto en su vida los observaba con mirada feroz y un ojo cerrado y tenebroso. Era de color marrón y naranja, así que combinaba perfectamente con el sillón.

—¿Qué es eso? —preguntó Lali.

—Creo que es una especie de gato.

—¿De qué tipo? —quiso saber Lali con una terrible fascinación en la voz.

—De ninguno bueno. A pesar de que dijiste que querías uno.

—No es verdad.

—La última vez que te acompañé a casa dijiste que ibas a buscarte un gato.

—Era una broma —dijo Lali sin alejar la mirada del animal—. Es lo que dicen todas las mujeres con más de treinta años cuando han tenido malas experiencias con los hombres. «Voy a dejar a los idiotas y me voy a buscar un gato». Es un cliché.

—Mira, si vas a hablar en clave deberías avisarme —dijo Peter sin dejar de mirar el animal.

El gato no parecía moverse, así que Peter miró el resto del departamento. Tenía unos ángulos desquiciados, salpicados por buhardillas y estaba lleno de muebles viejos, aunque ninguno era una antigüedad. Frunció el entrecejo y pensó: «Este no es su estilo».

—¿Por qué tiene un ojo cerrado? —preguntó Lali inclinando la cabeza desconcertada.

—Creo que lo perdió.

—Has tenido una vida dura, ¿no, gato? Tengo pollo de sobra. Intenté cocinar, pero me quedó horrible. Puede que el gato esté lo suficientemente desesperado como para comérselo.

—Si le das de comer se quedará para siempre. ¡Gato, la puerta está abierta, chau!
El gato se acurrucó y lo miró con altanería.

—Parece el de Alicia, como si pudiera desaparecer poco a poco.

—Ya ha empezado con el ojo. Seguramente tiene todas las enfermedades que hay en el Libro Gatuno de los Muertos.

—Le voy a dar de comer —dijo Lali antes de ir a la cocina.

—Queda muy bien en el sillón —dijo Peter pasando la bolsa de Emilio de la máquina de coser a una maltratada mesa redonda que había detrás del sillón. El gato estaba pendiente de todos sus movimientos aunque fingía que no le preocupaban.
Lali volvió con varios trozos de pollo en una servilleta de papel. Los dejó a su lado y retrocedió. El gato los olisqueó y después la miró.

—Ya sé. Está malísimo. No es necesario que te lo comas —se excusó Lali.
El gato levantó la nariz y mordisqueó el trozo que tenía más cerca.

—Es un gato valiente —le dijo a Peter y se dirigió hacia la repisa de la chimenea para agarrar su cartera—. Deja que te pague a ti o a Emilio o al que sea.

—No —dijo Peter sin dejar de mirar a su alrededor. Los muebles parecían cómodos, pero ninguno era suficientemente interesante o atractivo, no combinaba con su estilo. Parecía el departamento de otra persona—. ¿Este lugar es alquilado?

—No —contestó buscando en la cartera—. ¿Cuánto te debo?

—Nada —en la repisa de la chimenea había varias bolas de nieve, alineadas a ambos lados de un reloj antiguo, hecho con libros viejos. Peter se acercó para verlas—. No elegiste tú los muebles, ¿no?

—Eran de mi abuela. Mira, no quiero que me pagues la comida. Me has hecho un gran favor trayéndola así que...

—¿Coleccionas estas cosas? —preguntó cogiendo una de Rocky y Bullwinkle.

—Peter.

—Hay comida para un ejército. Si quieres que te haga compañía, me quedaré y me comeré la mitad. Si no, me iré y me la llevaré, aunque no me gustaría dejarte sola con ese animal —Peter dejó la bola de Rocky y cogió otra de Chip y Dale—. ¿De dónde las sacas?

—De los amigos, la familia, mercados. Puedes quedarte —dijo mirando el gato que, una vez devorado el pollo, parecía estar estudiando la posibilidad de darse una siesta—. Tú no sé si podrás —declaró, y el animal la miró seriamente con el ojo derecho cerrado—. ¿No era el otro ojo el que tenía cerrado antes? ¿El izquierdo?

—No me acuerdo, pero tampoco me extrañaría. Es un gato muy sospechoso. ¿Sabes? Estos muebles no combinan contigo. Ese reloj no encaja y no me pareces una persona a la que le gusten las bolas de nieve.

—Puede ser… pero los muebles son buenos y no me pareció inteligente comprar otros nuevos. Además, me recuerdan a mi abuela y lo de las bolas empezó accidentalmente —confesó mirando a su alrededor antes de voltear a mirarlo—. Al menos deja que pague la mitad de la cena.

—No —dijo Peter cogiendo una gran bola en la que estaban la Dama y el Vagabundo sentados en un restaurante italiano muy bien reproducido—. ¿Qué tipo de accidente?

Continuará…

13 comentarios:

  1. Me encanto el capítulo!!!!!! son lo más lindo y lo más histerico hay en este mundo estos dos! jajaaj
    Gracias por recomendar la nove :)
    Espero el proximo!
    Besos

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  2. Gracias!!!
    Me encanto el capítulo
    , amo las conversaciones de estos dos, son muy geniales. Es como que sufren de déficit de atención pero iplo hacen interesante jajaaja
    Que onda con el gato? Jaja
    Genial!

    Espero más más más maratón

    Besos, te quiero, Vami

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  3. JAJAJAJJAJAJA LO QUE TENTE en algunas partea ajajjaja
    me encanta
    ++++++
    @x_ferreyra7

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  4. Maaaaaaaaaaaaaaaaaas...
    Angy.. =D

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  5. Se hace el boludo y se queda a comer! Más me encanta!

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  6. Jajjajajajaa,Peter no acepta k le pague ,y ella sigue empeñada en pagarle.
    No se ha ido ,así k a comer ,y veremos k sale d este día.
    El gato no se va más.

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