Capítulo 13

Hola chicocas!!!! :D Cómo va??? Gracias por pasar, leer, firmar! Gracias por el tiempo que se toman en entrar y mil gracias por darse el tiempo de contarme que sintieron con el capi! Me hace feliz leerlas, me divierten mucho sus palabras, locuras, delirios y lados de "quererlos matar, golpear o hacerlos reaccionar" GENIAS!!!!! Y GRACIAS por compartir ya 6 meses conmigo en el blog, porque hoy, CUMPLIMOS 6 MESES!!!!!! Gracias por hacer que día a día esto valga la pena, sea divertido, las logre entretener, pero sobre todo, GRACIAS por el apoyo, por estar y por ser parte de esto y hacer que el blog sea lo que es! USTEDES HACEN ESTO! :D GRACIAS!!!!! Hoy el blog esta celebrador! jaajjaajaja también es el cumple de @RuizIrene897!

¡¡¡FELIZ CUMPLE Irene!!! Qué la pases lindo, lindo en tu día!!!! ;)

Besos a todas! Y gracias, nuevamente, por compartirme un poquito de su tiempo día a día! ;) SON LO MÁS!!!! 

LA RECOMENDACIÓN DE HOY! http://demiradashablamelap.blogspot.com/ Lean a Isa que volvió con TODO!!!! La nove está BUENÍSIMA!!! 

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—Y todo un continente. Te extrañé mucho, Lali. No puedo evitarlo.

—Es que soy irresistible.

Capítulo 13:

Se fundió en Peter, rodeándole la cintura con los brazos y el rostro alzado hacia él. Juan Pedro la besó con lentitud, profundamente, deleitándose con la sensación de tenerla entre sus brazos. Siempre que estaban separados pensaba en ella como en una mujer más alta y más robusta, en realidad era más chiquita y delgada, y parecía totalmente inadecuada para la vida criminal que había llevado… y en la que había destacado.

La deseaba desesperadamente. Aquélla era una de esas ocasiones en que pretendía disfrutar del momento. Deslizando las manos bajo su polo rosa con mangas de encaje, Juan Pedro recorrió con las palmas la cálida y suave piel de su espalda, luego enganchó la tela con los dedos y se la quitó por la cabeza.

Cuando acercó la boca a su garganta ella se quedó sin fuerzas y Peter la tomó en brazos y se dirigió al dormitorio con su enorme cama azul. Con una mano se las arregló para desabrocharle la correa antes de que él la dejara en el suelo, y se la quitó de un tirón mientras él se recostaba sobre ella en la suave colcha.

—¿Peter? —susurró con la voz un tanto temblorosa.

—¿Mmm? —respondió, desabrochándole el bonito corpiño rosa y deslizando sus dedos sobre sus prominentes pechos.

—Me alegra que hayas venido a Buenos Aires.

Peter le desabrochó el pantalón y se lo bajó por las rodillas.

—Yo también.

Ella se terminó de sacar el pantalón de una patada.

—Quiero decirte que también te extrañé. Un poco. A pesar de que seas un tarado.

Desabrochándose su propio pantalón, Peter se lo bajó y se volvió a su posición anterior, hundiendo lentamente la longitud de su miembro en ella.

—¿Sólo me extrañaste un poco? —atinó a decir, comenzando a embestirla.

—¡Dios! Puede que más… que un poco.

—Bien —gruñendo, continuó con su rítmico asalto mientras ella se aferraba a sus hombros, le rodeaba las caderas con las piernas y salía al encuentro de sus envites. Lali arqueó la espalda mientras dejaba escapar un jadeo y se llegó al clímax. Con mayor rapidez de lo que deseaba, Peter sintió como su excitación se incrementaba demasiado como para detenerse, de modo que cedió a sus instintos y arremetió con energía y rapidez hasta que alcanzó su propia culminación.

—Voy a tener que dejar de utilizar la palabra «poco» cuando me refiera a ti —dijo entre jadeos, tomando su rostro y posándolo sobre su hombro mientras él se relajaba contra ella.

—Tendré que hacer que escribas el boletín de noticias de mi club de admiradoras —respondió.

—Ah, te aseguró que no te gustaría que hiciera eso.

Viernes, 8:31 a.m.

Lali, con Peter sentando a su lado, manejó el Bentley Continental GT hasta Microcentro. El auto encajaba a la perfección con la calle y el edificio, y si Peter no se lo hubiera regalado, se hubiera comprado alguno parecido. Hacía mucho que había aprendido que armonizar con los objetivos —clientes—, era la mejor forma de ganarse su confianza, y de cierto modo no podría establecer una empresa de seguridad de lujo y seguir manejando un Honda Civic. Disimuló una sonrisa. Además, el Civic había sido robado, y con la ayuda de Nicolás, por supuesto, había sido abandonado meses atrás.

—¿Vamos a la oficina de Gastón? —preguntó Peter, apoyando un brazo a lo largo del marco de la ventana.

—No, a la mía. —Se deslizó hacia un sitio libre a lo largo de la calle y estacionó el vehículo—. Dijiste que querías conocer el lugar.

Peter tenía la mirada fija en el alto edificio propiedad de Dalmau, Rivas & Asociados al otro lado de la calle.

—Sí, pero…

—Vamos. Por aquí —lo interrumpió, disfrutando de su confusión. Eso no pasaba con tanta frecuencia—. Y nada de consejos empresariales.

—Haré todo lo que pueda. —La siguió al interior del edificio contrario, por la elegante entrada, y a un ascensor de cromo—. Cinco pisos —advirtió, contemplando la corta hilera de botones y encendiendo uno del centro—. El tercero es el tuyo.

—No todo el piso.

Él le dedicó una sonrisa.

—Bueno, todavía no.

Ya estaba de nuevo con sus pequeñas provocaciones, tratando de convencerla para que abriera sucursales por todo el mundo y se convirtiera en una especie de reina de la megaseguridad. La idea en sí la atraía… de cara al futuro, si su carrera dentro de la ley funcionaba.

Por otro lado, si fingía continuar con su tema de la dominación mundial, le daría una excusa para pasar de vez en cuando el fin de semana en, digamos… Venecia. Lali se sacudió. Aun teniendo la oportunidad de tocar un Miguel Ángel y de ganar otro millón, no iba a ir a Venecia. No, no, no.

Guió a Peter a través de la puerta de la suite y a la desocupada zona de recepción.

—Nico está recolectando algunos catálogos de muebles.

Peter asintió pero no hizo mención alguna mientras iban de una oficina sin amueblar a otro y a la parte posterior de recepción. Lali trató de simular que no le importaba su opinión, trató de fingir que su aprobación, no sólo como empresario multimillonario, sino como su… pareja y amigo, no era importante, a pesar de lo que pudiera decirle a él.

—Es una apuesta segura —dijo después un momento, sonriendo mientras daba una vuelta más alrededor de la oficina lateral que Lali había decidido hacer suya—. Buen trabajo, Lali.

—Gracias.

Peter se detuvo delante de la ventana.

—Y a Gastón le va a dar un ataque cuando descubra que tu oficina está frente a la suya al otro lado de la calle.

Riendo entre dientes, Lali se acercó a él.

—Eso es lo que pensé. ¿No es genial? Pero no se le digas a Dalmau. Quiero hacerlo yo.

—Aquí tienes, enana —se escuchó la voz de Nicolás cuando entró en la oficina. Llevaba una delicadísima orquídea de color púrpura en sus brazos—. Los propietarios del edificio te envían esto como regalo de bienvenida.

—¡Wow! —dijo, tomando la orquídea e ignorando cómo Peter y Nicolás se ignoraban mutuamente—. Un Epidendrum. —Sintió la mirada de Peter sobre ella—. ¿Qué? —preguntó.

—Había olvidado lo mucho que te gustan los jardines y las flores —respondió él con voz íntima y serena—. Voy a despejar el área alrededor de la piscina. Ya toca un cambio, y es toda tuya.

Lali tragó saliva. «Un jardín.» No se puede vagar por el mundo y tener un jardín. Peter sabía que siempre había querido tener uno, pero era imposible que entendiera lo mucho que aquello significaba para ella. Un jardín era equivalente a un hogar.

Continuará…