Capítulo 14

Hola Locas lindas (cómo nos llama Lina) jajajjajaa SON GENIAS ah!, no me cansaré de decírselos!!!!! Gracias por tanto! Las quiero y vamos a lo que nos interesa ;) Besos y nos leemos mañana!

Inma: Mmmm… no sé, no sé! De donde las habrás sacado?! :/ jajaaajaj

Lina: ¡Amé tu comentario! GRACIAS a ti por ser parte de ese “elenco estable” y de a poquito no solo permitirme conocerte más por tw si no también por tus comentarios tan chéveres! Gracias loca linda! :D

Irene (ruizirene897): Espero que hayas disfrutado y pasado un lindo día!

Isa: Mmmm.. tu sí que eres una loca linda ah! GENIA!!!! Y vale decir, “ninguna de las anteriores”?! jajajajjaja

Leo: Leo!!!! Bienvenida! :D un placer qué pases por el blog y que te animes a comentar!!! Besos

@Ari_StaFe: Sí!!! Reapareciste!!! Espero que los finales te hayan salido genial! ;) besos y que lindo tenerte por acá!

Noemieli_laliter: Hola!!! Es verdad contando fotolog el prox mes cumplimos un año :D y me acuerdo! Eres de aquellas de antaño :P GRACIAS!!!!!

Masi_Ruth: Siii! Todas nos quisimos matar a comienzo de año con la caída, pero la verdad trajo sus pros y muy lindo! Yo feliz de que tú seas peruana y estés siempre haciendo el aguante :D GRACIAS!!!!

Ale Torrejón: Actívanos el Anónimo/Url que Chari quiere comentar, te dejó un comentario en el capi anterior! corazondehielo01.blogspot.com/ daleeee! Actívalo así tienes más firmas y te leemos pronto ;)

Creo que me excedí! :P Sorry por no contestar todos igual era necesario contestar varios! GRACIAS de nuevo a todas por tanta lindura, genialidad y aguante!

Twitter: @Caparatodos

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Lali tragó saliva. «Un jardín.» No se puede vagar por el mundo y tener un jardín. Peter sabía que siempre había querido tener uno, pero era imposible que entendiera lo mucho que aquello significaba para ella. Un jardín era equivalente a un hogar.

Capítulo 14:

—De vez en cuando —susurró, tomándole de nuevo la mano con la que le quedaba libre—, puedes sumamente tierno.

—De vez en cuando —respondió, acercándola hacia él—, me dejas serlo. —Se inclinó con lentitud y la besó suavemente en la boca.

—Ejem —murmuró Nicolás—. Ya contesté el teléfono y el fax.

«Pero ¡Qué rapidez!.»

—¿De dónde sacaste… —su voz se fue apagando ante el veloz cabeceo de Nico—… los números de teléfono? —concluyó.

—Gimena los instaló anoche.

Lali miró su reloj. Las diez en punto, probablemente una hora decente para responder al fax de Bartolomé Bedoya-Agüero con una llamada telefónica… una llamada que ahora podía hacer desde su propia oficina. Lali le entregó la orquídea a Peter.

—Gracias, Nico. Hablen un rato. Tengo que hacer una llamada.

—Lali…

—Enseguida vuelvo.

Juan Pedro la vio esfumarse en el área de recepción, luego se dio la vuelta de cara a Nicolás Vázquez. Había tenido que lidiar con ejecutivos, subordinados problemáticos y escurridizos abogados, pero Vázquez era algo nuevo.

—¿Estás disfrutando de tu jubilación?

—En realidad, no. ¿Lali disfruta de la suya?

—Parece hacerlo, sí.

El perista desvió fugazmente la mirada hacia la parte delantera de la oficina.

—¿Tienes planeado quedarte más tiempo en Buenos Aires?

—Por supuesto.

—¿Así que ella va donde quiere y tú la sigues? Eso es…

—Eso no es asunto tuyo —lo interrumpió Peter. Era mucho más complicado, y no tenía la menor intención de hablar con Nicolás de que sus negocios se encontraban, esencialmente, en el lugar donde él estuviera. La ubicación significaba influencia y prestigio, pero podía operar desde cualquier parte.

—No te ofendas, pero tienes una vida muy ajetreada. Y Lali es un trabajo a tiempo completo por sí sola. Es que no tiene mucho…

—No te ofendas —lo interrumpió Peter nuevamente—, pero no creo necesitar tu consejo.

—Bueno no…

—¡Peter! —canturreó Lali, entrando de nuevo con el ademan para coger a Peter de la mano—, ¿quieres salir conmigo esta noche?

Juan Pedro no pudo resistirse a lanzarle una mirada engreída a Nicolás por encima de su cabeza.

—De hecho, yo iba a hacerte la misma pregunta. Esta noche hay un acto a beneficio, una especie de grandioso inicio de la temporada de Buenos Aires. Es muy exclusivo, pero si quieres ir, averiguo si quedan entradas disponibles. Por ahí te sirve para encontrar algunos posibles clientes.

—¿Es el acto a beneficio en el club?

Él hizo descender una ceja.

—Sí.

Lali soltó un bufido.

—Ya tengo invitaciones.

Peter asimiló aquello. Hablaba en serio cuando dijo que el evento era exclusivo.

—¿Las tienes?

—Sí —le dejó un beso en la mejilla—. Yo también tengo contactos, ¿sabes?

—¿A quién llamaste?

—A la secretaria de Bartolomé Bedoya-Agüero. El quiere que nos encontremos esta noche en el club. Son sus invitaciones extra.

—Así que, en realidad, estás utilizando mis propios contactos.

—Tú me lo pasaste.

—Es verdad.

El evento en el club era una fiesta a beneficio que consistía en cena, baile y copas, un acto anual que marcaba el inicio de la temporada en Buenos Aires. Dado que Juan Pedro raramente se encontraba en la ciudad en tan tempranas fechas, jamás antes había asistido. De hecho, particularmente, no le gustaban las anticuadas restricciones de admisión y nunca había solicitado unirse al exclusivo club. Cuando estaba en la ciudad, trabajaba la mayor parte del tiempo. Hasta ahora, por lo visto. Y había estado tentado de hacerle notar a Lali que no sólo había sido su vida la que había quedado patas arriba durante los últimos tres meses.

Por ejemplo, uno de sus proyectos, le estaba tomando mucho tiempo, sobre todo ahora que se veía en la necesidad de trasladar la reunión con la junta directiva de Londres a Buenos Aires.

No cabía la posibilidad de seguirlo aplazando, mucho menos desde que algún inversor los había presionado a aceptar o negar cualquier oferta de compra. Con todo, aquello era un desafío, y al parecer era incapaz de resistirse a esto.

Recién pasadas las seis salió de su despacho de Sonne Brilliant y se dirigió arriba para cambiarse. Lali no estaba en la habitación, pero había dejado su camisa y su pantalón de costumbre pulcramente doblados y los zapatos bajo la mesa de noche de su lado de la cama; Peter aún no había sido capaz de sacarle de la cabeza la idea de que podría verse en la necesidad de huir en mitad de la noche.

Se puso el traje y entró en el baño para anudarse la corbata negra con una mejor iluminación. Lali le había dejado una nota pegada en el espejo.

«Estoy en la piscina.»

Un calor eléctrico le recorrió la espalda, transformando su frustración de trabajo en algo más caliente y menos tangible, y mucho más personal. No era más que una nota, pero significaba que ella había tenido en cuenta que la buscaría, y que quería que él la encontrara.

Luego de dar una mirada por encima del hombro, retiró la nota y se la guardó en el bolsillo del pecho. El mundo lo consideraba un ejecutivo consagrado, no quería ni imaginar lo que se reirían de él si llegaba a conocerse que guardaba las notitas de la mujer que ponía su mundo al revés.

Tirando por última vez del nudo de la corbata, se fue hasta las puertas que daban paso a la pequeña terraza y a la zona de la piscina bajo ésta. Las abrió y luego se detuvo largo rato en la terraza, mirando hacia abajo.

Lali había elegido ir de rojo. Sabía que le gustaba estar acorde con las situaciones, y el recto vestido de seda con escote bajo y sin mangas encajaría, sin lugar a dudas, en la animada fiesta de la alta sociedad, pero verdaderamente no entendía cómo cualquiera que viera iba a poder apartar la mirada sin fijarse en ella. Se había recogido el pelo, aunque algunos mechones caían delante de sus orejas y sobre su frente. Incluso se había puesto aretes, de clip, naturalmente; le había contado que cuando trabajaba no llevaba ninguna joya, por si algo se le pudiera caer o pudiera identificarla más tarde, habiéndosela visto con ello puesto.

Mientras Peter se encontraba en la terraza, observándola, ella deambulaba a lo largo del borde del jardín con la mirada fija en la mezcla de helechos y azaleas que bordeaban el medio muro.

—¿Qué haces? —preguntó, dirigiéndose escaleras abajo.

Continuará…