Capítulo 28

Buenas, buenas! Acá yo de nuevo a pedido de la cumpleañera y de varias de ustedes! Lo digo y repito!!!! SIEMPRE me pueden! Jijijiji Así que les dejo un capítulo más por hoy, disfruten y ahora sí, nos leemos mañana! Besos :D

¡Feliz cumple de nuevo Keny! Termina tu día como se debe ;) jajajajaa y GRACIAS Inma y Giada por la ayuda en la busqueda de fotos! 

Twitter: @Caparatodos

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Aunque, tal vez, no debía desentenderse de todo aquello. Era demasiado tarde para salvar a Bedoya-Agüero, pero no lo era para ayudar a descubrir lo que le había sucedido. Quizá fuera eso lo que Bartolomé Bedoya-Agüero había querido de ella en realidad: asegurarse de que alguien supiera que algo sucedía. Y puede que descubrir de qué se trataba.

Capítulo 28:

Domingo, 8:40 a.m.

Juan Pedro introdujo un dedo en su boca para chupar la mermelada de fresa.

—Y deja de cambiar de tema.

—No estoy cambiando nada. Eres tú quien tiene que viajar a Londres.

«¡A la mierda con eso!»

—Ya he pedido el traslado de Lyon y de su junta directiva a Buenos Aires. Puedo comprar Fittings-dom con la misma facilidad aquí que en Londres.

—Pet…

—Así que, volvamos a lo que decía. No me vengas con que no te molesta que Castillo haya venido a hacerte algunas preguntas —la interrumpió—. A mí sí me molesta.

Lali parecía querer tirarle la Coca Cola Light en la cara, pero en vez de eso apretó el tenedor con los dedos y se llevó otro bocado de waffles a la boca.

—Y veintidós horas después sigue dale que te pego con lo mismo —refunfuñó con la boca llena.

—Sólo porque tú sigues sin responderme.

—¿Cuántas veces tengo que repetirte que ya estoy grandecita, Lanzani? Ayuda a tu ex. Haz tu buena obra del... año. Lárgate a Londres a tu reunión, o negocia aquí. Te avisaré si necesito ayuda con las lindas preguntas del detective. —Lo miró, agitando las pestañas—. A menos que Pamela y tú estén planeando volver juntos o algo así. ¿Ya eligieron el catering?

—No seas tonta.

—Oye, fuiste tú el que se casó ella. No yo.

Sí, así había sido. Y una vez amó a Pamela, aunque tal hecho tendía ahora a horrorizarlo. Hoy en día podía ridiculizar el amor de Pamela por la ropa bonita, las uñas perfectas y por relacionarse con las personas correcta, pero esas mismas cualidades habían hecho de ella la elección perfecta como esposa… sobre todo para un hombre que se movía en círculos donde la arrogante fe en la perfección era tan común como los diamantes y las cuentas bancarias sobrecargadas.

—¿Peter?

Él salió de sus pensamientos.

—¿Mmm? Discúlpame. Me hiciste volver al pasado.

—Bromeaba con lo de Pamela, lo sabes ¿no?.

Por supuesto que sabía que Lali se preocupaba por él; no se hubiera quedado de no ser así. Jamás diría que lo necesitaba, porque en algún momento de su vida había decidido que necesitar era un equivalente a debilidad, y en su mundo sólo sobrevivían quienes eran autosuficientes. Pero al fin había sido capaz de reconocer que realmente quería tenerlo cerca, y para alguien con su duro exterior, eso era muy valioso.

—Sé que estabas bromeando. Pero yo no. Dije que la ayudaría, y le daré una mano. Nada más.

—Tal vez debieras decírselo a ella. Después de todo, ya una vez encontró la forma de meterse en tus pantalones.

—¡Qué bonito! —Tendió el brazo sobre la mesa y le tomó la mano con tenedor y todo—. No voy a irme de Buenos Aires hasta saber que todo está bien con Castillo y contigo, y con todo este asunto de Bedoya-Agüero.

—Ya me lo imaginaba. —Hizo una mueca, soltando su mano—. No pienso quedarme de brazos cruzados a esperar que las cosas se calmen. Bedoya-Agüero me pidió ayuda, tanto si sabía algo en concreto como si no. Le fallé.

—Lali…

—Lo hice. Y me fallé a mí misma. Me refiero a que Bedoya-Agüero hubiera sido mi primer cliente de verdad. De cierta manera, todavía lo es.

La miró durante un momento, tratando de decidir la mejor forma de discutir con ella sin empeorar las cosas.

—Ya que la mitad de los empleados ha constatado tu presencia aquí la noche pasada, no eres sospechosa por el momento. Pero si comienzas a hacer preguntas por ahí, eso podría cambiar. Tienes cierta reputación, aunque haya sido o no probada.

Le lanzó una fugaz sonrisa.

—No te preocupes por eso. Dudo que hable con alguien que fuera capaz de ir a la policía.

Eso lo hizo detenerse. Cualquier cosa que dijera ahora, seguramente la animaría a enredarse más en ese juego del que él no deseaba que formara parte.

—Castillo dijo que te tendría al tanto de los hechos —dijo fríamente—. Si arruinas todo con los sospechosos, los testigos o las pruebas, podrías complicar la investigación, a Franco, y la opinión que la policía tiene de ti.

—Sí, bueno, tú haz las cosas a tu manera, que yo las haré a la mía. —Tomó otro bocado de sus waffles—. Después de todo, eres un próspero hombre de negocios, y yo soy una próspera ladrona. Creo que es más de mi estilo que del tuyo. A mí no me atrapan.

—Salvo yo.

—Tal vez, pero estoy convencida de que dejé que me atraparas.

Peter podía negar eso, pero no le serviría de nada. Por el contrario, se terminó su taza de té.

—¿Qué tienes planeado para hoy?

—Iré a mi oficina y le chequearé unos temas con Nicolás. Creo que tenemos algunas solicitudes para el cargo de recepcionista.

—¿Y luego?

—Mmm… he pensado en allanar un par de casas y puede que en sacar a pasear a tu nuevo vehículo.

Ok, así era como quería jugar. Perfecto.

—No es un día común y corriente. Me reservo el derecho de preocuparme por ti de vez en cuando. Si piensas que eso demuestra una falta de confianza de mi parte, estás equivocada.

Lali se levantó, dejando la servilleta junto al plato y rodeando la mesa para colocarse detrás de él.

—Eso está bien. Ni siquiera has pestañeado cuando hablé del allanamiento. Tendré cuidado.

Juan Pedro echó la cabeza hacia atrás para que sus miradas se encontraran.

—¿Lo prometes?

Con una leve sonrisa pasó las manos por ambos lados de su cara alzada antes de darle un cálido, suave y enloquecedor beso en la boca.

—Lo prometo —murmuró, y se marchó.

Continuará…