Capítulo 16

Ahhhh bueno, ahhhh bueno! A ustedes la cosa se les pone sarpada y no paran eh! jajaajaj igual denme un break, chicas!!!! :P Si no, a este paso, me quedo sin nove  jijiji Besos y GRACIAS de nuevo! De verdad que son lo más, tienen un aguante increíble! Gracias!!!!!

Twitter: @Caparatodos

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¿Amor? Una vez había amado a una mujer, y eso lo había llevado a un gran dolor. Pero él no iba a enamorarse de Lali. Sin embargo, el haber hecho el amor con ella, lo había llevado, más que a saciarlo, a desearla más.

Capítulo 16:

Todavía no había amanecido cuando Lali se despertó. Por un momento no supo dónde estaba. Su mejilla estaba sobre el pecho de un hombre, sus dedos en medio de su vello. Sentía el latido de su corazón debajo de su cara.

–¿Guillermo? –gritó de pronto, como si se hubiera despertado de una pesadilla y se alejó de Peter.

–¿Guillermo era tu esposo? –preguntó Peter.

Lali se dio cuenta de que era la cabellera oscura de Peter la que estaba sobre su almohada, y no la rubia de Guillermo.

–Lo siento –susurró ella–. Ha sido una torpeza de mi parte, ¿no? –y sonrió apenas–. Sí, él era mi marido, y jamás dormí con otro excepto él. Así que no estoy muy acostumbrada a encontrar a un hombre en mi cama por la mañana.

–Un hombre que está dispuesto a raptarte... –y tiró de ella hasta tenerla encima de él.

Podría haber preguntado más sobre su esposo, pero no quería que se le borrare la sonrisa de su rostro. Y tampoco quería ahondar en detalles, de tal manera que pudiera involucrarse más en una relación con ella.

El vello del pecho de Peter le hacía cosquillas en sus pechos. La boca de Peter estaba hambrienta, y sus manos se movían con la maestría que habían demostrado la noche anterior. Pero ahora ella había perdido el miedo, dando paso a otras sensaciones.

La boca de Peter sobre sus pechos era como fuego. Notaba el excitado sexo contra su tripa. Ella le devolvió el beso con entusiasmo.

–Tócame, Lali, aquí y aquí...

Ella deslizó sus manos tímidamente por el pecho de él, descubriendo el contorno de sus músculos y sus huesos. Después su mano fue más abajo, y entonces lo oyó quejarse de placer. A medida que ella iba tomando confianza, él le devolvía cada una de sus caricias y besos. Ella lo deseaba. Arqueó sus caderas para recibirlo, mirando su rostro mientras se recostaba sobre él.

–Ahora, Peter, ahora –dijo con ferocidad.

Peter nunca había sentido una sensación de unión tan grande. Era como perderse en el cuerpo de una mujer. Era como si todas las barreras se hubieran bajado entre ellos, pensó Peter. Pero a la vez él sabía que no podía expresarlo con palabras, que no debía decirlo. La abrazó fuerte y cerró los ojos.

La luz al otro lado de las persianas parecía cada vez más intensa. Aunque no quería levantarse, tenía que hacerlo, pensó Lali. Tenía una cita a las nueve. Ella deseaba quedarse donde estaba, con Peter en la cama, por el resto del día. Después de aquella noche, tenía la sensación de haber hecho un viaje infinito, del que aún le quedaban cosas por descubrir. Había gozado de una libertad de la que jamás había disfrutado en su vida.

¿Cómo había podido cambiar tanto en tan pocas horas? ¡Y cuánto le debía a Peter por ello!

¡Había temido tanto el fin de semana! Y en cambio ahora sentía que los próximos cuatro días se le harían muy largos. Tal vez Peter pudiera dejar el hotel e instalarse en su casa. De esa forma podrían estar juntos todo el tiempo que sus respectivos trabajos lo permitieran.

Lali le dibujó la curva de su ceja suavemente. Luego se dirigió a su mentón de barba incipiente. Después subió a sus labios bien pronunciados. «Mío», pensó posesivamente. «Mío».

Entonces, como si hubiera estado preparado para asaltarla. Recordó el motivo por el que Peter se encontraba en su cama. El bebé. ¿Cómo había podido olvidarlo? ¿Y cómo no había pensado hasta ese momento en la posibilidad de estar embarazada?

Se había dejado llevar por la manera en que él la había tratado, ése era el motivo de que se le hubiera olvidado. La exquisita sensibilidad de Peter la había hecho olvidar de sus temores. Era evidente que había tratado de no apurarla con su propio deseo.

Pero era mejor no pensar en eso. Entonces encendió la radio como para ahuyentar sus pensamientos.

–Ven aquí, mujer –dijo Peter, alargando su mano hacia ella.

Ella se rió.

–Tengo que levantarme. Tengo una cita a las nueve.

El se quejó.

–Yo estoy esperando una llamada de Mendoza, por un contrato, así que tampoco puedo llegar tarde.

–¿Quién se ducha primero? –preguntó animada.

El abrió un ojo.

–Yo. A no ser que tengas una máquina de afeitar, entonces puedes ducharte mientras yo me afeito.

–¡Oh! –dijo ella, ruborizada.

Peter se rió. Entonces ella se rió también.

Peter se levantó, y estiró. Tenía los movimientos elegantes de un animal. Era hermoso, pensó ella. Peter se inclinó y la besó. Ella lo besó también, y él no disimuló su satisfacción. Luego fue diecto al baño.

Ese beso... No tenía nada que ver con quedar embarazada. A no ser que fuera como una niña pequeña que se creyera que los niños se hacían con los besos, pensó ella.

Continuará…