Capítulo 21

 

Hola!!!!! Qué tal su día?! Ojalá que bien o al menos llevadero ;) Gracias por estar, por sus comentarios y el aguante!!! Son más lindas!!!! Gracias en serio y ya saben, estoy haciendo nuevas listas de avisos así que si quieren que les avise, déjenme sus tw! ;) besos y nos leemos mañana!!! 

Twitter: @Caparatodos

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–Y ahora sólo te lo cuento porque eso explica por qué no quiero casarme...

–No quiero angustiarte. Tú eres mi mejor amiga, y quiero lo mejor para ti –dijo Cande afectada.

Capítulo 21:

–Este bebé es lo mejor para mí. De verdad, Cande.

El rostro de Candela se relajó y sonrió.

–Siendo así... Cuéntame, ¿cómo te sientes?

–Asustada. Emocionada. Sorprendida. Confundida.

–Bueno ese es el principio. Puedo darte montones de libros. Y para cuando nazca Mateo ya no va a necesitar el cochecito, y tampoco le servirá mucha ropa. De hecho, ya creció mucho. ¡Ay, Lali! Va a estar todo bien, ya verás.

Cinco minutos más tarde, Lali estaba en la habitación de los niños, agarrando dos politos chiquititos y dos pijamas.

De sus ojos salieron lágrimas de emoción.

–Es una tontería llorar cuando soy tan feliz...

–Es un tema de hormonas –dijo Cande–. Yo estuve así los tres primeros meses.

Cande buscó libros sobre el embarazo hasta que Mateo se despertó para comer. Después de atenderlo tomaron otra taza de té.

–Tengo que irme –dijo Lali finalmente–. Tienes que dormir. Gracias por todo.

–De nada. Y llámame cuando quieras.

Lali regresó a su casa en su auto. Dejó la ropa del bebé sobre la mesa de la cocina, y apretó el botón del contestador.

Entonces escuchó la voz de Peter. Tuvo que sujetarse de la mesa para darse cuenta de que era realidad. Porque la mesa, la casa, la visita a Candela era la realidad. Y no Peter, ni el temblor de sus piernas, ni el deseo que de pronto se había apoderado de ella al oír su voz. No, eso no podía ser realidad.

No era la primera vez que le pasaba en esas cuatro semanas. Sólo había pasado una noche en brazos de un hombre, pero eso había sido suficiente para devolver su cuerpo a la vida. Y lo cierto era que no podía imaginarse haciendo el amor con nadie más que no sea Peter.

Lo llamaría ya mismo para decirle que estaba embarazada. Luego, hasta que naciera el niño, no iba a tener contacto con él.

Lali marcó su número. El teléfono sonó tres veces, entonces Peter contestó.

–Soy Lali. Recibí tu mensaje –tragó saliva.

Se hizo un silencio que apenas rompió la respiración agitada de Peter.

–Lo siento, estaba haciendo pesas. Por eso estoy así. –dijo él con voz agitada.

O sea que no tenía nada que ver con ella, pensó Lali.

–¿Cómo estás, Peter?

–Las últimas cuatro semanas me han parecido eternas... ¿Estás embarazada?

–Sí –dijo ella.

Hubo otro silencio lleno de tensión.

–¿Estaba en tus planes decírmelo o no?

–¡Me enteré hoy!

–Ok, está bien. ¿Cómo te sientes?

–Bien –dijo ella, aunque no era del todo cierto.

–¡Es una respuesta que dice tantas cosas como una página en blanco!

–¿Cómo te sientes, Peter? –preguntó ella.

–Como si me hubieran golpeado. Nunca debí aceptar irme a la cama contigo. He sido un estúpido.

¿Y ése era el hombre con el que Cande le proponía que se casara?

–Bueno, ahora es tarde –dijo Lali, y ella misma se sintió una mujer sin corazón–. Cuando nazca el bebé te avisaré.

–¿Y eso es todo? –preguntó él con una suavidad que escondía algo violento detrás.

–Ese es el trato que hicimos.

–Da la sensación de que no tuvieras sentimientos.

–Peter, no voy a discutir ni pelear contigo por teléfono. ¡Si no tienes nada bueno para decir, será mejor que terminemos con esto!

–¿Terminar con esto? Pero Lali, esto acaba empezar.

Entonces Lali escuchó que le colgaban, y siguió hablando sola en la habitación.

–¡Eres el hombre más orgulloso que jamás he conocido y no me importa si no vuelvo a hablar contigo!

Fue a buscar la caja de pañuelos, porque por segunda vez en el día estaba llorando, y así prefirió irse a la cama.

Al día siguiente le contó a David que estaba embarazada. Al fin y al cabo era la persona con la que más hablaba.

–¿En serio? No sabía que tuvieras novio, Lali.

–No tengo novio. Voy a ser madre soltera. Te lo cuento porque no puedo levantar las bolsas de tierra más pesadas...

–Por supuesto –dijo David mirándola como si fuera a dar a luz en cualquier momento–. Esa mañana se te veía fatal. Es él, ¿no?

Una de las virtudes de David era su memoria para los detalles.

–No quiero que nadie sepa la identidad del padre.

–No tiene derecho a dejarte a ti con toda la carga.

–Para mí está bien así, David.

–¿Piensas seguir con la empresa?

–Por supuesto. El bebé nacerá en julio. Así que para la época de más trabajo, en primavera, estaré de vuelta.

–Bueno, tú sabrás –dijo David dudoso–. Por cierto, los carpinteros van al planetario esta tarde.

Eran los carpinteros a los que Peter pagaba.

–Buenísimo –y pensó que le gustaría que alguien se alegrase de su embarazo sinceramente, y sin peros.

Continuará…