Capítulo 20

Hola, hola!!!! Cómo les va?! Espero que bien :) Gracias, gracias y más gracias por tan lindos comentarios!!! Son lo más y es lindo leer que les gusta! :D Besos y mañana nos leemos!

P.D.: Chicas, les pido un favor enorme!!! Me gustaría actualizar la lista de avisos por tw, porque sé que muchas reciben más de un aviso y debe ser molesto tener mil menciones sobre noves si es que no leen! Así que si quieren que les avise, déjenme sus tws así sé a quién avisar ;) Gracias y sorry por pedirlo cada tanto, pero siempre está bueno actualizar así no molestamos a nadie ;) Gracias por entender!!!

Twitter: @Caparatodos

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–Lali, por favor, llámame a cualquier hora antes de medianoche, soy Peter –dijo, dejando finalmente el mensaje y colgó el teléfono.

¿Con quién estaría?

¿Dónde estaba?

Capítulo 20:

Esa tarde Lali había ido a ver a su amiga Candela. La primavera había llegado por fin a Rosario. Las lilas y los tulipanes hacían por fin su aparición entre las rosas del jardín que Lali había diseñado para Cande y su esposo Agustín.

Agustín estaba fuera de la ciudad en viaje de negocios y los niños dormían. Lali se había asegurado de ello antes de ir.

Cande abrió la puerta y le dio un abrazo.

–¡Qué alegría me da verte, después de todo un día con mis dos pequeños monstruitos! Realmente estoy feliz de poder tener una conversación con un adulto. ¿Cómo estás?

Una conversación entre adultos era lo que Candela iba a tener, pensó Lali.

–Estás muy linda, amiga. La maternidad realmente te sienta bien.

–Por decir eso te voy a dar doble porción de torta de chocolate. ¿Puedes creer que hoy tuve tiempo de hacer una torta? ¿Quieres té?

El pelo de Cande era una masa de rulos castaños, y aunque en sus ojos se veía el cansancio que tenía, se le veía bien, una mujer feliz.

–Sí, me encantaría una taza de té –contestó Lali.

Candela y Agustín tenían una casa moderna, y la cocina estaba pintada en blanco y negro. Dentro de la casa había un inconfundible aire de familia. Juguetes, colores por todos lados, y algunas piezas de madera esculpidas por Cande.

Lali necesitaba hablar con su amiga. Tal vez porque ella misma no podía creer lo que le estaba pasando.

–Estoy embarazada.

–¿Qué? –le dijo Cande, claramente sorprendida.

–Fui al médico hoy, y me lo confirmó. Estoy de pocas semanas.

La cara de Candela era una mezcla de emociones.

–¿Y te alegra la noticia?

–Mucho –dijo Lali con una pequeña sonrisa.

Cande se levantó y abrazó nuevamente a Lali.

–Entonces me alegro por ti. Pero, Lali, ¿quién es el padre? No sabía que estabas saliendo con alguien.

Esa era la parte difícil de explicar. Sin saber por qué, Lali sentía que estaba traicionando a Peter.

–Me conoces mejor que nadie –dijo Lali–. Sabes que no quiero casarme otra vez. Pero toda la vida he querido ser mamá. No pude serlo con Guillermo, y mejor así. Pero el mes pasado... conocí a un hombre que no vive aquí, y él estuvo de acuerdo con dejarme ser madre soltera si yo quedaba embarazada. Y eso es lo que ha pasado. Estoy embarazada.

–Va a mantenerte supongo... –dijo Candela, convencida–. Me refiero a la parte económica.

–No, no quiero que lo haga.

–¡Lali! ¿Estás tratando de decirme que no lo volverás a ver?

–Exacto.

–¿Te gusta?

–Sí. Es una buena persona, ése es uno de los motivos por el cual lo elegí. Pero no quiero casarme con él.

–¿Te lo pidió?

–¡No! Ha sido algo de una noche –pero ella sentía que tal vez no fuera justa esa forma de describir una noche tan hermosa.

–Está casado, ¿es eso, no? –sospechó Cande. Pero Lali negó con la cabeza–. ¿Y sabe que estás embarazada?

–Todavía no. Me enteré hoy a la tarde, Cande. ¡No quiero hablar de él! Voy a tener un hijo. Eso es lo importante.

–No hemos hablado nunca de esto, y no es asunto mío, pero siempre he tenido la impresión de que no te interesaba mucho el sexo, Lali, supongo que por Guillermo –hizo una pausa, pero luego dijo con delicadeza– ¿Cómo fue? ¿Qué tal fue acostarte con él?

–Maravilloso. ¿Pero qué importa eso?

–Creo que deberías pensar en la posibilidad de tener una relación con él. Ser madre es un trabajo difícil. Muchos días estás agotada, subiéndote por las paredes y si no tuviera a Agustín para ayudarme... El es un padre increíble. Sabía que lo sería. Ese ha sido uno de los motivos por los que me casé con él. Ese y sus piernas. Debo admitir que los tobillos de Agustín me vuelven loca –siguió Cande– Podría criar a Natalia y Mateo sola si tuviera que hacerlo, claro está. Pero sería muy difícil y me sentiría muy sola al hacerlo. Y Nati adora a su papá. Cuando él llega a casa es una fiesta para ella.

–¿Quieres decir que las madres solteras no son buenas sólo porque son solteras?

–No, no es eso lo que digo. Pero si tienes la posibilidad de no serlo, y él es un hombre bueno, tienes que pensar muy bien las cosas.

–¡No quiero casarme otra vez!

–No todos los hombres son como Guillermo. Agustín no es así.

–No, por supuesto que no.

–El problema era Guillermo, no el matrimonio.

–Me sentía atrapada con él, asustada... Si te soy sincera, cuando yo quise que se fuera él se negó. Todas esas cosas... ¡Me aterra la idea de que un hombre controle mi vida!

–¡Nunca me habías hablado de lo que te pasó con Guillermo hasta esta noche!

–Y ahora sólo te lo cuento porque eso explica por qué no quiero casarme...

–No quiero angustiarte. Tú eres mi mejor amiga, y quiero lo mejor para ti –dijo Cande afectada.

–Este bebé es lo mejor para mí. De verdad, Cande.

Continuará…