Capítulo 79

Hola de nuevo!!! Espero que hayan pasando un buen sábado! se me complicó un poco, pero acá estoy! Gracias de nuevo por el aguante que me tienen ;) un beso y nos leemos mañana!!!

 

Twitter: @Caparatodos

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—Lo tengo pensado —dijo él—. Pero cuando me declare no será en la entrada de la casa de mis padres. Tiene que ser en un escenario romántico.

Una sonrisa curvó los labios de Lali.

—Es bueno saberlo…

Capítulo 79:

Cuando Eugenia pidió ayuda para decorar el restaurante, Lali fue la primera en ofrecerse. Y lo mismo hizo cuando Candela comentó que deberían celebrar algún evento navideño para sus clientas. No contenta con ello, decidió organizar su propia fiesta en su nueva casa. Envió las invitaciones más elegantes, buscó las recetas más navideñas en sus libros de cocina y compró un árbol que apenas entraba en su sala. Peter la ayudó a meterlo sin quejarse, pero desapareció antes de que lo obligara a colgar los adornos.

El lunes, Candela la sacó al jardín para tomar una taza de té y hablar un rato con ella.

—Muy bien, ¿se puede saber qué te pasa? —le preguntó—. Acabo de recibir tu invitación.

—Vas a venir, ¿no? ¿Y Agustín y los niños también?

—Por supuesto, pero ¿no te parece que te estás pasando un poco con esto de la navidad? Ayudaste a decorar Delica’s, organizaste la fiesta del spa y ahora quieres celebrar la tuya propia. ¿Estás recuperando el tiempo perdido o sólo estás poniendo a prueba a Peter?

—¿Por qué iba a poner a prueba a Peter? —preguntó Lali, sorprendida.

—No sé, dímelo tú.

Lali tomó un sorbo de té y pensó en la pregunta de Candela.

—Peter y yo estamos muy bien desde que fuimos a ver a sus papás. Creo que por fin tenemos una oportunidad.

—Muy bien, entonces ¿sabes qué pienso? Creo que intentas llenar un vacío y volver a tener lo que tenías con tus padres. ¿Puede ser?

Lali no lo había pensado hasta ese momento, pero Candela había dado en el clavo. Después de tantos años había recuperado la fascinación por las fiestas, pero quería más. Quería que las cosas volvieran a ser como habían sido. Y como eso era imposible, intentaba buscar lo que fuera para reemplazar lo que seguía faltándole en Navidad… su familia.

—Las cosas están mucho mejor con mis papás —dijo lentamente—. Pero no han dicho ni una palabra sobre navidad. Creo que aún no están preparados.

—¿Se los has preguntado? Tal vez deberías invitarlos para que vengan. Sabes que serían muy bien recibidos en Monte Grande, y aquí podrían empezar a ver la navidad de otra manera.

—Sí, supongo que se lo podría sugerir —murmuró Lali.

—Y si se niegan, recuerda que no tiene nada que ver contigo. Es su manera de enfrentarse a las cosas.

—Tienes razón… Puedo hacerlo. Si he conseguido acercarme a los padres de Peter, puedo hacer lo mismo con los míos.

Candela sonrió.

—No es lo mismo. Con ellos no tenías muchas expectativas. Y por lo que le oí decir a Peter, fue un auténtico milagro que se presentaran en el festival el sábado pasado. No creo que vaya a haber milagros con tus padres, con toda esa carga emocional.

—Eso es cierto, pero por ellos y por mí misma tengo que intentarlo —decidió Lali—. Creo que voy a llamarlos ahora mismo.

—Buena suerte —le dijo Candela—. Y pase lo que pase, recuerda que tienes a gente a tu alrededor que te quiere como si fueras su familia.

—Gracias —dijo Lali con los ojos humedecidos. La sinceridad de Candela le daba el coraje necesario. En cualquier otra circunstancia el riesgo sería mínimo, pero la navidad presentaba demasiados obstáculos. Tal vez, por fin, todos estuvieran preparados para disociar aquellas fechas de las heridas del pasado.

Con las palabras de Candela aún resonando en su cabeza, Lali agarró el teléfono de su oficina y llamó a sus papás. Como siempre, su madre pareció sorprenderse al oírla.

—¿Eres tú, Lali? ¿Pasa algo?

—No, mamá, todo va bien. ¿Cómo está papá?

—Mejorando día a día. Esos medicamentos son buenísimos. Parece un hombre nuevo —hizo una pausa—. No, lo retiro. Es el mismo hombre con el que me casé.

—Me alegro mucho, mamá. ¿Y tú? ¿Volviste a tu rutina de siempre?

—La semana pasada fui a la reunión de los miércoles en la iglesia.

—¿Y cómo te fue? —su madre había comentado que quería involucrarse más en el grupo de las mujeres de su iglesia, algo que había abandonado cuando su marido sufrió el accidente.

—Fue fantástico ponerme al día con todas. Hacía solo dos meses que no iba a las reuniones, pero la mitad de mis amigas ya tienen nietos. Y estoy haciendo una torta de chocolate para después de la misa del domingo. Todas extrañan mis pasteles.

—Eso es genial, mamá.

—La verdad es que hacía tiempo que no me sentía tan bien. Y ahora háblame de ti. ¿Cómo está tu hombre?

—Peter está muy bien.

—¿Y el trabajo?

—También. El otro día celebramos una fiesta en el centro de belleza, y ahora estoy preparando otra en mi casa para Nochebuena. Por eso te llamaba… Me gustaría que tú y papá vinieran a pasar navidad a Monte Grande. Podrían quedarse unos días en mi nueva casa y conocer a mis amigas.

El silencio que recibió a la invitación no fue ninguna sorpresa, pero sí muy doloroso.

—Ya sabes que no celebramos navidad desde que murió tu hermano —dijo su madre finalmente.

—Eso fue hace años, mamá —insistió Lali, decidida a no dejarse convencer por el argumento de siempre—. Yo también lo extraño, mamá. Pero a Joaquín no le gustaría que no pasáramos navidad en familia. No tendrás que mover un dedo para los preparativos. Todo está bajo control, y unos amigos nos han invitado a cenar. Me gustaría que tú y papá conocieran a la gente que es importante para mí. Y Peter también estará. Por favor… Volvamos a tener una navidad familiar.

La indecisión de su madre pareció alargarse una eternidad.

—Bueno, supongo que podría sugerírselo a tu padre. Pero no te hagas muchas ilusiones.

—Habla con papá esta noche y volveré a llamarte mañana, ¿te parece? —le pidió Lali.

—¿Tan importante es para ti? —le preguntó su madre.

—Lo es —tal vez si recuperaban el espíritu navideño, ella podría volver a ocupar el lugar que le correspondía en su familia y todos podrían seguir adelante—. Soy muy feliz aquí, mamá. Monte Grande es un lugar maravilloso, tengo las mejores amigas que podría tener, un trabajo fantástico, una casa preciosa… Quiero compartir todo eso con ustedes. Quiero que vuelvan a ser parte de mi vida.

—En ese caso, haré lo posible por convencer a tu papá —le prometió su mamá.

Lali respiró aliviada.

—Gracias, ma. Te quiero.

—Nosotros también te queremos —respondió su madre—. Puede que no lo parezca, pero siempre te hemos querido.

Aquellas palabras eran el mejor regalo de Navidad que Lali podría haber recibido. Aunque sus padres rechazaran la invitación aquel año, las palabras de su madre bastaban para seguir intentando recuperar a esa familia que durante tanto tiempo creía haber perdido.

Continuará...n