Capítulo 42

Hola!!!! No se vale, siempre me pueden!  jajajaja entre sus palabras lindas y compradoras, sus *ojitos*, sus sube más y sus indirectas RECONTRA directas para que haga maratón o suba otro hoy; siempre me pueden! Así siempre llevo desventaja jajajajaja estoy intentando y haciendo todo lo posible para que mañana se haga la maratón! Vamos a ver qué pasa ;) Por ahora, uno más y ahora sí, nos leemos mañana… comenten, comenten!!!!! Feliz Santo Inmilla!!! Besos y que pasen linda noche!

 

Twitter: @Caparatodos

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—Traidor —murmuró Peter—. ¿Dónde quedó la solidaridad masculina?

—Eso díselo a los hombres que no estén casados con las Poderosas —dijo Agustín, frotándose el costado donde lo había golpeado Candela.

Capítulo 42:

Lali miró a María y vio su expresión de anhelo. Por una vez no parecía estar mirando a Nicolás en particular, sino a todo el grupo. Se alegró de haberla incluido. Tenía el presentimiento de que María se sentía sola y que deseaba desesperadamente integrarse, pero se lo impedía el pasado con Eugenia y Nicolás.

—Les estoy muy agradecida por esta pequeña celebración —les dijo a todos—. Creo que una de las cosas que más me gusta de vivir en Monte Grande es haber encontrado unas amigas como ustedes. Es como estar en familia.

—La familia no siempre está tan unida —dijo María en tono amargo, y enseguida pareció sorprenderse y avergonzarse de haber hablado.

—Amén —dijo Peter, mirándola compasivamente—. Al fin y al cabo, se puede elegir a los amigos, pero no a la familia.

—Por eso me considero afortunada de haberlos encontrado —dijo Lali—. Creo que deberíamos hacer otro brindis. Por la amistad.

Todos brindaron gustosamente, aunque a Karina se le llenaron los ojos de lágrimas.

—Yo también me considero muy afortunada por tenerlos en mi vida —miró a Gustavo a los ojos—. A ustedes y a Gustavo, naturalmente.

—¿Ya tienen una fecha para el casamiento? —preguntó Candela.

—Yo querría casarme ya mismo, pero mi familia y Karina insisten en celebrar una ceremonia por iglesia —dijo Gustavo—. Y para eso tenemos que esperar a la anulación del matrimonio de Karina. El padre dice que puede tardar unos meses más, así que… me toca armarme de paciencia.

—Lo cual no es su punto fuerte —añadió Karina, entrelazando los dedos con los suyos—. Pero esta vez quiero hacerlo bien. Nuestra unión será para siempre.

Lali no pudo contener un suspiro. Era sorprendente el amor que había nacido entre ellos. Gustavo se había comprometido desde su primer encuentro, pero el pasado de Karina con un hombre que la había abandonado a ella y a sus hijos, junto al rechazo que una mujer divorciada provocaba en la familia de Gustavo, había complicado la situación. Sin embargo, él se había mantenido fiel y leal a pesar de los obstáculos y finalmente estaban viviendo la felicidad que ambos merecían.

Como si hubiera percibido la envidia de Lali, Peter metió la mano bajo la mesa y le apretó la suya. Lali lo miró a los ojos y vio un brillo de comprensión y empatía que le provocó una descarga de electricidad. Rápidamente retiró la mano. Era la segunda vez que Peter le provocaba aquella reacción. La atracción era una cosa, pero no podía estar enamorándose de él… Por muy fuerte que fuera la química, no podía confiar en Peter. Ni tampoco en sí misma. Peter acabaría anteponiendo su carrera profesional a todo lo demás, incluso a ella.

Se sacudió mentalmente y se levantó.

—Gracias a todos por haber venido —dijo, evitando la mirada de Peter—. Pero estoy agotada y creo que me voy a ir yendo. ¿Puedes llevarme a casa, María?

—Puedo llevarte yo —dijo Peter con el ceño fruncido, pero María se levantó inmediatamente.

—Yo lo haré. Así podremos hablar sobre unos detalles en el camino, ¿no, Lali?

—Por supuesto. Buenas noches a todos.

Las dos salieron rápidamente del restaurante.

—¿Quieres explicarme que fue todo eso? —le preguntó María mientras abría el auto.

—Pensé que tú serías la única que podría llevarme a casa sin hacerme un millón de preguntas.

María no pudo evitar reír.

—Yo también tengo preguntas… Pero puedo guardármelas para mí misma.

—Te lo agradezco —dijo Lali, sentándose con un suspiro—. Por cierto, ¿cómo te sentiste? No me refiero sólo a la cena, sino a toda la tarde. Espero que no haya sido una situación muy incómoda para ti.

—La verdad es que no fue tan horrible como me imaginaba —admitió María—. ¿Sabes lo afortunada que eres por tener amigas como ésas?

Lali asintió.

—Sí, lo sé. No hay día que no le dé gracias a Dios por tenerlas.

María detuvo el auto frente al pequeño edificio, donde ya había estado una vez para recoger unas cremas, y se giró hacia Lali en el asiento.

—¿Crees… que podríamos quedar para comer alguna vez? ¿O para ir al cine? Ya sé que te sonará extraño, dado el interés que tenía en Peter. Pero ese tren ya pasó y quiero que sepas que no hay ningún rencor por mi parte. Me gustaría que fuéramos amigas… siempre que no te represente ningún problema con Eugenia o las demás.

Lali recordó la triste expresión que había visto antes en María. Nadie mejor que ella podía entender la soledad.

—No tengo mi agenda en la cartera. ¿Qué te parece si arreglamos la próxima vez que vengas al spa?

—Genial —respondió María—. Avísame si tienes alguna duda cuando vayas a pedir el préstamo al banco. De lo contrario, nos veremos en el centro dentro de unos días. Y te prometo que haré todo lo posible por ayudarte a cerrar la venta cuanto antes.

Siguiendo un impulso, Lali se inclinó hacia ella y le dio un rápido abrazo.

—Buenas noches. Nos vemos pronto.

Las lágrimas que vio en los ojos de María la tomaron desprevenida, y le dijeron que había hecho lo correcto al incluirla aquella noche en el grupo. Lali nunca se lo hubiera imaginado, pero bajo aquella fachada agresiva y sofisticada, María tenía tantas inseguridades como el resto de ellas.

Continuará…