Capítulo 66

¡FELIZ NAVIDAD! Hola, chicas!!! Cómo les va?! Qué tal pasaron noche buena y el día de hoy??? Espero que más que bien y rodeados de la gente que quieren! Llénense de amor, felicidad y momentos lindos, que al final es lo que a uno le queda y se lleva! ;) Besos y que sigan y empiecen de lo más bien la última semana del año!!! 

Twitter: @Caparatodos

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—Gracias —dijo ella. Tomó un sorbo de champagne y se arriesgó finalmente a mirarlo a los ojos para hacerle la pregunta que llevaba atormentándola todo el día—. ¿Qué estás haciendo aquí de verdad? No me refiero a este momento, sino a todo el día.

Capítulo 66:

—¿No es obvio?

—Para mí no.

—Estoy intentando disculparme.

—¿Por?

—Por haberte rechazado. Por humillarte. Por hacerte pensar que no te deseaba —la miró fijamente a los ojos—. ¿Qué tal lo estoy haciendo?

—Es un buen comienzo. Sigue así.

Él se inclinó hacia delante con expresión muy seria.

—Me tomaste por sorpresa. Llevaba mucho tiempo deseándote y de repente estabas dispuesta a acostarte conmigo. Me dejaste tan sorprendido que lo único que se me ocurrió fue poner en duda tus verdaderos motivos. Fue una estupidez de mi parte.

Lali suspiró.

—No, no tanto. Tenías razón al discutirme. Y también tenías razón al suponer que acabaría arrepintiéndome si lo que hacíamos no significaba nada.

—Habría significado algo —dijo él en tono tajante.

—Pero no lo que tendría que significar —argumentó ella—. No habría sido un compromiso. No habría sido el primer paso hacia algo duradero.

—Pareces muy segura de eso.

—Lo estoy. Eres un hombre ambicioso y tienes todo un futuro por delante. Es algo que admiro de ti, en serio, pero en ese futuro no parece haber lugar para mí.

Él se limitó a asentir, confirmando sus sospechas. Una parte de ella había deseado que la contradijera y borrara sus dudas.

—Hace unas semanas no me explicaba cómo podías llegar a esa conclusión —dijo él—. Ahora creo que sí lo entiendo.

—¿Sí?

—Me dijiste lo que pasó después de la muerte de tu hermano… Cómo tus padres te dejaron de lado y te hicieron sentir que no importabas. Aquello debió de hacerte mucho daño.

—No te imaginas cuánto —murmuró ella.

—Esa clase de sufrimiento deja cicatrices muy profundas —siguió él—. Y esas heridas te fortalecen hasta el punto de que no permites que nadie vuelva a hacerte daño. No quieres sentirte menos importante de lo que mereces ser para alguien.

—Te equivocas —dijo ella—. Durante mucho tiempo creía que era eso lo que merecía. Me metía de cabeza en unas relaciones, que desde el principio estaban condenadas al fracaso, aun sabiendo cómo acabarían. Siempre era el segundo plato de alguien. Cuando me vine a Monte Grande tras uno más de esos fracasos, me juré a mí misma que sería el último.

—Y para protegerte de nuevos fracasos, decidiste que nadie más se acercara a ti… Especialmente alguien como yo.

—Exacto.

—¿Y si pudiera demostrarte que no soy tan malo como crees?

—No creo que puedas. Ya me dejaste muy claro cuáles son tus planes. Ahora no puedes echarte atrás.

—¿Dejarás al menos que lo intente?

—No sé cómo vas a hacerlo. Son tus planes a futuro.

—Todo puede cambiar —respondió él simplemente.

—Hay cosas que no cambian de un día para otro.

—Es verdad —aceptó él—. Me tomará un tiempo convencerte de que lo nuestro puede funcionar.

—Pero ¿es que no te das cuenta? Tiempo es lo único que no tenemos. Tú terminarás yéndote de aquí, y yo he encontrado un lugar donde quiero quedarme para siempre.

Peter pareció momentáneamente aturdido por sus palabras, pero entonces la tomó de las manos.

—¿Y si pudiera demostrarte que el lugar donde quieres quedarte para siempre es mi corazón? Si lo consiguiera, ya no importaría dónde viviéramos.

Lali se sintió tentada por la dulzura de sus palabras y el anhelo que se reflejaba en su expresión, pero el riesgo era demasiado grande. Ya había dado ese salto de fe otras veces, y siempre con el mismo resultado. No podía arriesgarse otra vez.

—No sólo se trata de una casa o un lugar —le dijo.

—Ya lo sé. Se trata de que me importes más que nada en el mundo. Sólo hay una forma de saberlo, y es el tiempo.

—Hay demasiados obstáculos —dijo ella.

—Dime alguno.

—Tu mamá.

—Mi mamá es un fastidio, no un obstáculo. ¿Qué más?

—Odias la navidad.

Peter soltó una carcajada.

—Igual que tú.

—No, ya no —respondió ella, negando con la cabeza—. Por primera vez en muchos años, recuerdo lo mucho que me gustaba la navidad de chiquita. Creo que fue al ver el árbol y oler su maravillosa fragancia cuando recuperé todos los buenos recuerdos.

—Muy bien. Si la navidad es importante para ti, podré fingir durante dos meses al año.

—Recuérdame que haga lo mismo si alguna vez nos acostamos juntos —dijo ella en tono irónico.

Él esperó un momento antes de continuar.

—¿Qué te parece esto? Desde ahora y hasta Año Nuevo nos comportaremos como una pareja. Pasaremos tiempo juntos, con nuestros amigos y con nuestras respectivas familias. Incluso cantaré villancicos si eso te hace feliz.

—Eso sí que es un sacrificio… Yo tengo que ser amable con tu mamá y tú tienes que cantar en público. No me parece muy justo, la verdad.

—Y me reiré como Papa Noel delante de todos —añadió él—. Ya verás… Seré la viva imagen de la alegría navideña.

La idea de verlo haciendo payasadas era demasiado tentadora para resistirse.

—De acuerdo —concedió finalmente.

El rostro de Peter se iluminó.

—¿Entonces puedo vivir aquí?

—No recuerdo que hayamos incluido el sexo o la habitación de invitados en las negociaciones.

—¿Estás segura? Creía que las condiciones estaban implícitas.

—No me digas… ¿Un negociador experimentado como tú dejando algo abierto a la interpretación? Lo dicho. Ni sexo ni habitación.

—¿De verdad no quieres incluir una cláusula en nuestro contrato?

—De verdad —le aseguró ella—. Pero… vuelve a sugerirlo de vez en cuando.

Al ver la sonrisa de Peter y el brillo de sus ojos, supo que no iba a costarle mucho hacerla cambiar de opinión.

Continuará…