Capítulo 58

Holillas!!!! Cómo les va?! Espero que su día haya sido bueno o al menos llevadero! Gracias por siempre estar, son geniales!!!! Nos leemos mañana y les cuento que en http://novelas-laliter.blogspot.com.ar/ están empezando una nueva nove ;) Besos

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—Lo sé. Apenas puedo quedarme sentada a su lado —admitió—. En los últimos años estaba muy callado y distante, pero siempre irradiaba una fuerza y vitalidad especial —su expresión se cubrió de nostalgia—. ¿Alguna vez te conté sobre la primera vez que lo vi?

—Creo que no —respondió Lali. La muerte de Joaquín se había llevado consigo cualquier posibilidad de mantener conversaciones íntimas con su madre.

Capítulo 58:

—Fue un día de verano, extremadamente caluroso, y yo había ido al campo con mi padre. Quería hablar con el padre de Carlos sobre algún asunto y yo quise acompañarlo para escapar de las tareas en casa. Carlos apareció en un gran tractor, con unos jeans descoloridos y un polo blanco pegado al pecho. Creí que el corazón se me salía por la boca. Me miró a los ojos al bajarse del tractor y caminó hacia mí con una sonrisa. Era guapo, pero aquella sonrisa casi acabó conmigo. Y entonces ¿sabes lo que me dijo? Que era la chica más bonita que había visto en su vida y que iba a casarse conmigo. Allí mismo, sin más. ¿Puedes creerlo?

—La verdad es que sí —dijo Lali, sonriendo al pensar en las insinuaciones de Peter—. ¿Qué le dijiste?

—Que iba a necesitar mucho más que unas palabras bonitas. Pero los dos sabíamos que ya me había conquistado.

—¿Cuánto tiempo pasó hasta que te casaste con él?

—Bueno… la verdad es que me entregué bastante antes de aceptar su proposición.

Lali ahogó una exclamación de asombro.

—¡Mamá!

—El matrimonio tuvo que esperar, naturalmente. Yo sólo tenía dieciocho años y mis padres no aprobarían que me casara por capricho. Podríamos habernos fugado, pero yo quería una boda de verdad y tu papá no podía negarme nada, así que esperamos. Nos casamos exactamente un año después de conocernos. Tu papá eligió la fecha, lo que volvía a demostrar lo romántico que era.

—¿Alguna vez te arrepentiste?

—No, jamás —declaró su Majo—. Todos los años, el día de nuestro aniversario, nos subimos al tractor y damos una vuelta por el campo.

—Sí, me acuerdo de eso —dijo Lali—. Nunca entendí por qué lo hacían. El resto del año papá no te permitía acercarte al tractor.

—Siempre le he tenido mucho respeto a la maquinaria pesada. Es muy peligrosa si no se maneja con cuidado. Mira lo que le ha pasado a tu padre… Gracias a Dios no ha sido peor.

—Mamá, ¿por qué has esperado una semana para avisarme? —le preguntó Lali sin poder evitar su tono de reproche.

Su madre esperó un largo rato antes de contestar.

—Has estado fuera mucho tiempo… Supongo que tu padre y yo nos acostumbramos a estar solos.

—Lo dices como si los hubiera abandonado —dijo Lali, perdiendo la paciencia—. Tú y papá me alejaron de sus vidas. Por eso me fui. No había ninguna razón para quedarme. Hace dos meses te dije que quería ir a visitarlos y pareció que no querías verme.

Su madre agachó la cabeza, pero al cabo de un minuto miró a Lali a los ojos.

—Lo siento. No sé cómo pudieron cambiar tanto las cosas. Al morir tu hermano me sentí perdida, sin fuerzas para seguir adelante… —se encogió de hombros—. Y tu padre me necesitaba.

—Yo también te necesitaba.

—Lo sé —dijo su madre, agarrándola de la mano—. Siempre que te miraba veía el dolor en tus ojos, pero no sabía qué hacer. Tu padre y yo te fallamos. No sé si podríamos haberlo hecho de otra manera, pero lo siento. Lo siento de verdad.

Aquella muestra de comprensión permitió que Lali mirara a su mamá de otra manera.

—Papá y tú estaban sufriendo mucho. Lo entiendo.

—Tú también estabas sufriendo —dijo su madre—. No entiendo por qué nos empeñamos en fingir lo contrario. Supongo que siempre habías sido tan independiente que… No, eso no es excusa. Lo que hicimos estuvo mal.

Las palabras de su madre, aunque tardías, aliviaron el dolor de Lali. Las heridas de su corazón tardarían tiempo en curar, pero al menos era un comienzo.

—Tal vez debería haber puesto más de mi parte… visitarlos más seguido —dijo Lali. No quería que su madre cargara con toda la culpa.

—Ahora estás aquí —respondió María José, apretándole la mano—. Tu papá se va a poner feliz cuando te vea. Te ha extrañado mucho, aunque sea demasiado orgulloso para admitirlo —suspiró—. Tal vez las cosas puedan cambiar ahora…

Lali lo deseaba con todas sus fuerzas. Pero no estaba segura de que fuera tan fácil.

Lali se pasó casi toda la semana siguiente en el hospital. Su padre mejoraba rápidamente y, tal y como su mamá había predicho, se alegró mucho al encontrarla junto a la cama. Lamentablemente, volvió a refugiarse en el silencio tras un intercambio inicial de lágrimas.

—Es la depresión —dijo Candela cuando Lali le contó. Las Poderosas se habían turnado para ir al hospital y hacerle compañía en las raras ocasiones que Peter no estaba con ella—. Deberías comentárselo al médico. O sugerir que viera a un psicólogo.

—Imposible —dijo Lali—. Mi padre cree que los psicólogos y los psiquiatras son una pérdida de tiempo y dinero. Y tampoco querrá tomar ningún antidepresivo. Odia las drogas.

—A lo mejor el médico puede convencerlo —insistió Candela.

Lali deseaba que fuera así de sencillo, porque temía que Candela hubiera acertado con su diagnóstico. Miró agradecida a su amiga.

—Gracias por tu apoyo, pero no tienes que seguir viniendo si no quieres. Sólo voy a quedarme un par de días más y luego volveré al trabajo. Te agradezco también el tiempo libre que me has dado. Sé que ha debido de notarse en el centro.

—De hecho, tengo que hablarte de eso

Continuará…