Capítulo 61

Holillas!!! Cómo las trató el fin del mundo?! Ahhh jajajajaj espero que haya sido un buen viernes para todas y empiecen el finde con todo! Ya llega navidad, y pronto se nos acaba el año!!!! :O Imposible no decir ¡Qué bestia, cómo pasó el año! Besos y espero estas últimas semanas del 2012 las vivan y disfruten mucho! Las quiero y gracias, gracias, gracias!!! Nos leemos mañana! Besos

Twitter: @Caparatodos

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—Te quiero, mi chiquita. De verdad. Y siento mucho no habértelo dicho lo suficiente.

—Me lo has dicho ahora —susurró ella, con el corazón colmado de alegría.

Capítulo 61:

Peter estaba muy preocupado por Lali. Cada vez que hablaba con ella la notaba más y más cansada, pero por fin iba a volver a casa. Sólo había dejado el hospital por unas cuantas horas, y había vuelto de inmediato para supervisar la recuperación tanto física como emocional de su padre.

Candela había ido a recogerla aquella mañana, ya que Peter quería reunir a todo el comité en la plaza para la colocación de los adornos navideños, aunque de la tarea se encargaban unos operarios que se encontraban bajo la supervisión de Nicolás.

—Nunca he decorado un árbol —había protestado Peter en un intento fallido por librarse de la labor—. Ni he colgado copos de nieve en los faroles.

Sus palabras sólo se chocaron con oídos sordos.

—He visto fotos de tu casa en Navidad —le había recordado Osvaldo—. Seguro que algo de los decoradores profesionales te quedó.

—No. Nada de nada.

—Imagina que surge algún contratiempo… Como secretario, es tu deber estar mañana en la plaza cuando traigan el árbol.

Por ende, Peter estaba esperando en la calle a las siete en punto de la mañana. Por más que fuera diciembre, el viento estaba helado. Felizmente, Nicolás había llevado un gran termo de café de Delica’s.

—¿Esa mala cara es porque no quieres estar aquí, porque tienes frío o porque extrañas mucho a Lali? —le preguntó Nicolás mientras el árbol era descargado de la camioneta y colocado en el centro de la plaza. Una vez cortada la red que lo envolvía, sus ramas se desplegaron en toda su plenitud. No era el árbol de la Plaza de Mayo ni el del Obelisco, pero seguía siendo impresionante.

—Por todo eso —respondió Peter—. Soy yo quien debería de haberla ido a recoger hoy.

—Candela puede traerla a casa sana y salva.

—Ese no es el tema —murmuró Peter.

—¿Intentas ganar puntos con ella? —preguntó Nicolás, sonriendo—. Sé de muy buena fuente que, hasta la fecha, tu balance es bastante positivo.

—Ese tampoco es el tema.

—¿Cuándo la viste por última vez?

—Hace cuatro días —respondió Peter—. Pasé por el centro de rehabilitación, pero desde entonces Osvaldo no me ha dejado en paz. Parece que la navidad dependiera exclusivamente de mí. Está obsesionado con que me haga cargo de todos los detalles.

—Eres el secretario local —le recordó Nicolás con expresión divertida—. Es normal que te encargue todo el trabajo a ti.

Peter se fijó en el árbol, el cual se balanceaba peligrosamente.

—¿Cómo demonios piensan sujetarlo? No quiero ni imaginarme las consecuencias si se cae y aplasta a un grupo de niños.

—Así me gusta… Un perfecto Ebenezer Scrooge para amenizar un poco la navidad.

—Alguien tiene que mantener la cordura.

—Y esto me lo dice un hombre que pagó el árbol de su propio bolsillo sólo para ganarse el corazón de Lali.

Peter frunció el ceño.

—¿Cómo lo supiste?

—Teresa me dijo que pagaste la factura con un cheque a tu nombre.

—Esa mujer es una chismosa. No sé por qué, todavía, no la he despedido.

—Porque es la mejor en su trabajo.

—Eso es verdad —aceptó Peter, y justo en ese instante sonó su celular. Al ver que era Lali sintió como se relajaba por primera vez en toda la mañana—. Hola, ¿ya estás de camino a Monte Grande?

—Candela me va a recoger en unos minutos. Deberíamos de estar por allá dentro de una hora, más o menos.

—¿Quieres que comamos juntos?

—Tendría que ir directamente a trabajar.

—Antes tienes que comer —insistió Peter—. Sé que estos últimos días no has estado comiendo muy bien.

—Me comí todo lo que me trajiste —protestó ella.

—Una comida de vez en cuando… ¿Eso es comer bien? Iremos a Delica’s y dejaremos que Eugenia te alimente como es debido.

—¿No deberías estar supervisando la decoración navideña?

—Todo el mundo hace un descanso para comer. Pero insisto en que vengas a la plaza cuando llegues. Me vendría bien oír una opinión más.

—¿Ya llevaron el árbol?

—Aquí está, tambaleándose mientras hablamos —confirmó él.

—¿Es bonito? —preguntó ella en un tono repentinamente melancólico.

—Es perfecto. Tienes que verlo tu misma.

—En un rato estoy ahí.

Peter guardó su celular y vio una expresión de deleite en Nicolás.

—¿Qué?

—No has parado de refunfuñar desde que estás acá, y sólo ha hecho falta una llamada y dos minutos hablando con Lali para transformarte en todo un sentimental.

—Yo no soy un sentimental —protestó Peter.

—Claro que sí —afirmó Nicolás con una sonrisa—. Bienvenido al club.

—¿Qué club?

—Los Hombres que aman a las Poderosas. Es un club muy selecto… y afortunado.

Peter pensó en lo que Lali le hacía sentir. Tal vez se había vuelto un poco sentimental, después de todo. Y tenía que admitir que no era algo tan horrible.

Continuará…