Capítulo 44

Buenas!  Ya estoy por aquí nuevamente!!! Gracias por "coparse" con la maratón! Me alegra que la estén disfrutando al igual que la nove!!!! Nos leemos en un rato ;) besos

Twitter: @Caparatodos

____________________________________________________

—Genial —dijo Osvaldo, y miró a Peter—. Los martes no hay ninguna reunión importante, ¿no?

—No —respondió Peter de mala gana.

Capítulo 44:

—Entonces iremos el martes —decidió Osvaldo, muy satisfecho—. Saldremos de aquí a las siete de la mañana. Incluso podemos cancelar la reunión del lunes, para que todos estén contentos —se giró hacia Peter—. Ya podemos terminar, si quieres.

—Gracias —respondió Peter—. Se levanta la sesión. Lali, ¿puedes quedarte unos minutos para discutir el asunto de los vendedores?

—Tengo que volver al centro de belleza —dijo ella. No quería quedarse a solas con él.

—Diez minutos, solo eso.

—De acuerdo —aceptó a regañadientes, y lo siguió a su oficina.

Peter cerró la puerta detrás de ellos. Le señaló una silla a Lali, pero ella permaneció de pie.

—¿Todo bien? —le preguntó con voz suave.

—Muy bien.

—¿Estás enojada conmigo por alguna razón?

—No.

—Entonces, ¿me puedes explicar qué pasó el sábado por la noche y por qué ayer no me contestaste el teléfono?

Lali adoptó inmediatamente una actitud defensiva.

—El sábado por la noche me fui porque estaba muy cansada. Y ayer no contesté porque no quería hablar con nadie. Tenía muchas cosas en la cabeza.

—¿Por la compra de la casa?

—Principalmente.

—¿Y lo demás? ¿Tenía algo que ver conmigo?

—¿Por qué das por hecho que pienso en ti? —él levantó una ceja.— Está bien, de acuerdo —aceptó ella—. También tenía que ver contigo —lo miró fijamente a los ojos—. Peter, quieres mucho más de lo que yo puedo dar. Recién nos conocemos y ya quieres compartir una casa conmigo. Tal vez sólo estás bromeando…

—No estoy bromeando —dijo él en tono serio y tranquilo.

Lali se estremeció. Cuando Peter le hablaba así, casi le hacía perder la poca resistencia que le quedaba para mantener la distancia.

—Es muy pronto…

—¿Puedes sentarte para que podamos hablar? —le pidió él—. Pareces ansiosa por irte.

—Ya te dije que tengo que volver al trabajo.

Él soltó un suspiro de frustración.

—Entonces comamos juntos. No quiero hacerte sentir incómoda. Pero soy un hombre decidido y no me gusta perder tiempo cuando sé lo que quiero.

—¿Y soy yo lo que quieres? —preguntó ella con incredulidad—. Por favor… Eso es absurdo.

Él asintió.

—Yo también estoy un poco sorprendido, la verdad.

—Y sin embargo eso no te detiene.

—¿Por qué me detendría? Me fijo un objetivo y no paro hasta conseguirlo, superando cualquier obstáculo que se cruce en mi camino.

—¿Mis sentimientos son uno de esos obstáculos?

—De alguna forma.

—Genial, entonces avísame cuando creas que mis sentimientos importan. De repente ahí, tengamos algo de qué hablar.

Fue hacia la puerta y la abrió de golpe, pero antes de poder salir, Peter la hizo girar y la besó de tal manera que la dejó sin aliento y con las rodillas temblorosas.

—Te recogeré del spa al mediodía —le dijo tranquilamente, ignorando la mirada boquiabierta de Teresa—. Seguiremos hablando durante el almuerzo.

—¿Escuchaste alguna palabra de lo que te acabo de decir? —le preguntó Lali con impaciencia.

—Escuché todo —le aseguró él—. Y este beso contradice la mayoría de ellas. Hablaremos sobre el resto más tarde. Y ni se te ocurra dejarme plantado, porque te voy a encontrar dondequiera que te escondas.

Antes de que Lali pudiera responder, Peter volvió a su oficina y cerró la puerta.

—¡Wow! —murmuró Teresa, abanicándose con las actas de la última sesión—. Había oído que saltaban chispas entre ustedes el viernes por la noche, pero no imaginaba que… —sacudió la cabeza.

—Teresa, te suplico que no le cuentes a Grace nada de esto —le pidió Lali—. Ya sé que fui yo quien empezó a besarlo el viernes por la noche, pero eso no fue más que un impulso. Normalmente no hago ese tipo de cosas…

—Lali, nadie va a utilizarlo en tu contra —la tranquilizó Teresa.

—No me refiero a eso —dijo Lali con el ceño fruncido—. Tenía mis razones para besarlo, pero fue un error. No quiero ser el centro de las habladurías, y tampoco sería bueno para Peter, aunque a él le importe poco y nada lo que digan por ahí.

Teresa la miró decepcionada.

—¿Quieres que me guarde lo que acabo de ver?

—Por favor… Te regalaré un tratamiento facial.

—Mi silencio vale mucho más —dijo Teresa en tono divertido.

—¡Y también un masaje! —agregó Lali sin poder ocultar su desesperación.

La sonrisa de Teresa le dijo a Lali que lo estaba empeorando todo.

—Te digo la verdad, Peter no dudaría un segundo en despedirme si me atreviera a aceptar este soborno —sonrió aún más—. Pero tanta generosidad de tu parte demuestra que la relación que hay entre ustedes es cada vez más interesante… Tranquila, no le diré a nadie lo que he visto, pero no creo que pase mucho tiempo hasta que todo el mundo lo sepa. Es imposible ocultar ciertas cosas.

Aquello, exactamente, era lo que más miedo le daba a Lali. Ni siquiera a ella misma le resultaba fácil seguir negándolo.

Continuará…