Capítulo 63

Buenas, buenas!!!! Cómo les va?! Gracias por el aguante!!! les parece si más tarde les subo uno más??? Nos leemos más tarde, besos y GRACIAS!!!!  

Lucía: Gracias a ti por leer siempre!!! ;) Besos y que pases un buen domingo

Cami: Awwwnnnn gracias! Ayer no se pudo, pero hoy quien sabe ;) jajajaja ojalá y hablemos, aunque por tu apuesta se complica :P Pero espero que también pases una feliz navidad con tu familia y tus seres queridos! Besos y sabes que no hay nada que agradecer. TQ!

Beth: Hey, Beth! Cuídate y mejórate, eh! No son fechas para estar mal, así que media pila y recupérate pronto!

María: Ay! Se te va a extrañar estos días, pero nada mejor que irse de vacaciones no?! Disfrútalas mucho!!! Besos y feliz navidad ;) Pero sobre todo que el nuevo año lo empieces a todo lo que da y te llene de cosas buenas!

Twitter: @Caparatodos

____________________________________________________

Un día de ésos tendría que preguntarse por qué estaba tan dispuesta a acostarse con un hombre con el que llevaba semanas negándose a salir. En aquel momento sólo sabía que quería hacerlo. Ya se ocuparía más tarde del resto de sus emociones.

Capítulo 63:

Peter, mientras manejaba a su departamento, no podía dejar de mirar a Lali de reojo.

—No vas a cambiar de opinión, ¿no?

Ella le devolvió la mirada con expresión muy seria.

—Creo que no.

—Entonces voy a tener que darme una ducha helada, o tal vez un chapuzón en la piscina.

—Podrías enfermarte.

Peter estacionó frente a su departamento y apagó el auto.

—¿Qué cambió, Lali? Cada vez que te pedía que salieras conmigo me ponías una excusa. Y ahora de repente estás dispuesta a saltarte ese paso.

Ella comenzó a reír.

—¿De verdad necesitas saberlo?

—Tengo que saberlo. ¿Es para agradecerme que haya estado a tu lado mientras tu papá estaba en el hospital?

—Te estoy muy agradecida, pero eso no basta para acostarme contigo.

—Entonces, ¿por qué? Hace un par de semanas dejaste muy claro que no querías salir conmigo.

—Creo que ambos sabemos que ese plan cambió.

—¿En serio? Creía que estabas decidida a mantener las distancias.

—Lo estaba —admitió ella—. Besas muy bien… ¿Alguna vez te lo han dicho?

—Creo que sí —respondió él. No sabía por qué necesitaba discutir aquello hasta la saciedad, pero algo le decía que no lo estaban haciendo bien. Si se aprovechaba del estado actual de Lali, los dos acabarían arrepintiéndose—. Entonces, ¿de eso se trata? ¿Te gusta cómo beso?

Ella sonrió lentamente.

—Mucho.

Por alguna razón, a Peter le molestó su confesión.

—Será mejor que te deje en el spa y vuelva a la plaza.

Ella parpadeó y lo miró desconcertada.

—¿Por qué? ¿Qué dije? Acabo de hacerte un cumplido.

—No. Me has dicho que te atrae la perspectiva de acostarte conmigo.

—Eso es un cumplido —insistió ella.

Él frunció el ceño y volvió a arrancar el auto.

—¿Cómo te sentirías si yo te dijera que sólo me interesa tu cuerpo?

Ella se quedó boquiabierta.

—Eso no fue lo que yo dije.

—¿No?

—Pensé que te gustaría —murmuró ella—. Así tendrías lo que deseas.

—¿Qué crees que deseo? —le preguntó él, entrecerrando los ojos.

—Sexo. Una aventura sin compromiso para entretenerte mientras estés acá.

Sus palabras lo dejaron helado.

—Demonios, Lali. ¿De verdad crees que tengo una opinión tan baja de ti? Por supuesto que quiero acostarme contigo. Lo deseo desde la primera vez que te vi. Pero incluso entonces sabía que iba a haber algo más entre nosotros.

Lali lo miró completamente sorprendida.

—Pero dijiste que… yo creía que… Peter, no vas a quedarte aquí. Tú mismo lo dijiste. Me ha costado un tiempo, pero ya puedo aceptarlo.

El que ella se conformara con tan poco enojó aún más a Peter, aunque no sabía si estaba más molesto con ella o consigo mismo.

—¿Para ti sería suficiente una aventura?

Ella asintió, aunque su expresión insinuaba lo contrario.

—No sólo no me conoces. Tampoco te conoces a ti misma —dijo él, retrocediendo el auto. Tenía que alejarse de ella antes de que lo dominara un deseo irracional.

No volvió a dirigirle la palabra hasta que se detuvo frente al Beleco Spa.

—Para mí no se trata sólo de sexo, Lali. No puedo evitarlo, me estoy enamorando de ti. Avísame cuando sientas lo mismo.

Ella lo miró, compungida, y salió del auto. Peter la vio alejarse y suspiró. En vez de pasar una mañana de sexo salvaje con Lali, iba a tener que aguantar a un grupo de fanáticos de la navidad.

Lali estaba sirviendo los vasos de margaritas en la cocina cuando Eugenia entró sin tocar a su departamento. Estaba tan desesperada por hablar con alguien que había invitado a las Poderosas a tomar algo en su casa.

—¡Cuéntamelo todo!—exigió Eugenia mientras dejaba un recipiente con palta y una bolsa de papas fritas en la mesa—. Peter y tú por poco prenden fuego al restaurante esta tarde.

—Lo sé —murmuró Lali mientras entraba Candela con un plato de brownies.

—No digas nada hasta que llegue Rochi —le ordenó, agarrando su margarita.

—Ya llegué —anunció Rocío.

Estaba sirviendo las galletitas saladas y los bocaditos de queso en los platos que Lali había sacado de las cajas de la inminente mudanza.

—Y ahora ¿puede alguien decirme qué está pasando?

Agradecida porque todas hubieran respondido a su invitación, Lali se creyó por primera vez que era una más de las Poderosas y rompió a llorar.

—Dale, La —la consoló Rochi, la menos efusiva de las tres. Le dio unas torpes palmaditas en la espalda y se la pasó a Candela.

Eugenia le puso un puñado de pañuelos en la mano.

—Vamos a sentarnos y a comenzar por el principio —decidió, y llevaron las cosas a la otra habitación—. Bueno… la última vez que los vi a Peter y a ti, iban derechito a una cama.

—¿Tú y Peter estaban pensando en acostarse? —preguntó Candela, completamente sorprendida—. ¿Hoy? Pensaba que sólo iban a almorzar juntos. Luego me llamó Euge para decirme que te ibas a casa a descansar y… Ahhhh, ya caigo.

Eugenia sonrió y habló por Lali, quien parecía incapaz de modular una palabra.

—Así es. Una cosa llevó a la otra.

—Ya entiendo —dijo Candela—. El almuerzo que debió de ser…

—Entonces, ¿qué pasó? —preguntó Rocío—. ¿No estuvo a la altura de las expectativas?

Lali ahogó una carcajada, o tal vez fue un sollozo.

—No sé —admitió—. Él… Esto es demasiado humillante para mí.

—¿Él qué? —le insistió Rocío con impaciencia.

—Déjala hablar —le ordenó Candela, dándole un codazo en las costillas.

—Me rechazó —dijo Lali en voz baja y avergonzada—. Y después me dijo que me quería. O algo así. Estaba demasiado avergonzada para prestar atención a sus palabras.

—¿Ese hombre te dijo que te quería y no oíste los detalles? —le preguntó Eugenia, incrédula.

—Después de que se negara a acostarse conmigo —le recordó Lali.

—Está bien —dijo Candela en tono conciliador—. ¿Te dijo por qué no quería acostarse contigo? Seguro tenía una razón. Todo el continente sabe que ha estado deseándote desde que llegó.

Rocío asintió.

—En Café, Café estaban apostando a ver lo que tardabas en entregarte.

Lali la miró angustiada, aunque no debía sorprenderla. En Café, Café apostaban por todo, incluida la posibilidad de que ella se acostara con Peter.

—¿Tenías que decirlo? —la regañó Candela a Rocío—. Éste no es el momento.

—Sólo estoy poniéndola al tanto de los hechos —se quejó Rocío.

Candela apretó con fuerza la mano de Lali.

—No le hagas caso. Cuéntame, ¿qué te dijo Peter?

Lali tomó el resto de su margarita de un trago.

—Me… me dijo que sólo deseaba su cuerpo.

Las tres mujeres la miraron y luego intercambiaron miradas entre ellas. Candela fue la primera en intentar reprimir una carcajada, en vano. Las otras dos la imitaron, sin mucho más éxito, y pronto Lali estuvo riendo también. Rió hasta que empezaron a dolerle los costados.

—Creo que estoy un poco borracha —murmuró.

—¡Solamente tomaste un margarita! —le recordó Rochi.

—Creo que te olvidas de lo más importante que pasó esta tarde —dijo Cande cuando pudieron dejar de reír—. Peter te dijo que estaba enamorado de ti. ¿No es eso lo que importa?

Lali se sirvió otro margarita y suspiró.

—Me moría por acostarme con él, aunque su mamá sea una arpía —les ofreció una sonrisa temblorosa—. ¿Les conté que a mi mamá le cayó muy bien, y viceversa?

—Tal vez sí estás un poco borracha —murmuró Rochi—. ¿Es éste tu segundo margarita, Lali?

—No, creo que me tomé uno o dos antes de que llegaran.

Rocío hizo una mueca.

—Entonces no tiene mucho sentido seguir hablando. Deberías irte a dormir y dejar esta conversación para mañana.

—Pero necesito algún consejo ahora —protestó Lali.

—¿Por qué? ¿Acaso Peter se va esta noche? —preguntó Rochi.

—No, pero… —las tres la miraron expectantes—. No sé por qué.

—Bueno, entonces ya está —dijo la rubia, levantándose—. Anda a darte una ducha y acuéstate.

—Yo me quedo contigo —se ofreció Eugenia—. Para asegurarme de que no te ahogues.

Continuará…