Capítulo 48

Hello!!! Gracias, gracias, gracias por coparse con la maratón ayer! Me alegro que les haya gustando :D Cómo les va, qué tal empezaron la semana??? Ojalá que bien! Besos y nos leemos mañana!

Titel: Espero que te mejores y hoy ya te sientas mejor! Recuperate pronto!!!
Cami (Mrniceguy): Que metedura de pata te mandaste, eh! Tu también cuidate mucho y ahora aprovecha para que te mimen ;) 

Besos y capítulo dedicado a mis dos lectoras emfermuchas!!! Dale, chicas que acaba el año! A ver si se me cuidan!!!! 

Karoline: Sí leo, pásame el link así les digo a las chicas también! 

Twitter: @Caparatodos

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Lali asintió en silencio. Era mejor no comprometerse explícitamente. Podía hablar con Esther Solano, pero hablar con Peter era impensable. Además, al día siguiente tendría que verlo para ir a buscar el árbol de Navidad. De repente ahí podría averiguar qué pasaba con él sin arriesgar su corazón.

Capítulo 48:

Peter se estaba volviendo loco, preguntándose si Lali habría notado su ausencia. Durante una semana había seguido el consejo de Nicolás, y ahora estaba caminando de un lado para otro del estacionamiento mientras esperaba al resto del comité.

Osvaldo había llegado unos minutos antes con una camioneta último modelo para ir a ver árboles. Tenía las ventanas abajo y un CD de villancicos sonaba a todo volumen. La idea de estar horas escuchando esa música llenaba de pánico a Peter.

—Sube —le dijo Osvaldo alegremente—. He traído una docena de CD y un par de termos con chocolate caliente. Sírvete tú mismo.

Peter se apresuró a enseñarle la taza de café que había pedido antes en Café, Café.

—No me gusta mucho el chocolate. Prefiero el café.

Osvaldo parecía decepcionado, pero no insistió. Entonces vio a María entrando en el estacionamiento y volvió a sonreír.

—Genial. Ya sólo faltan Nicolás y Lali para que nos podamos ir.

Peter vio a Lali caminando hacia ellos a paso lento y pesado. Era evidente que a ella tampoco le hacía mucha gracia aquel viaje. Entonces Nicolás apareció a su lado y le dijo algo que la hizo reír. Los celos invadieron a Peter y por un segundo se preguntó si Nicolás había tenido algún motivo oculto para aconsejarle que se alejara, pero enseguida desechó aquel pensamiento. Nicolás estaba locamente enamorado de su mujer. Solo hacía falta verlos juntos.

—María, ¿por qué no te sientas delante con Osvaldo? —le sugirió mientras se volteaba para ayudar a Lali a subir. Le indicó a Nicolás que ocupara el asiento del fondo y él se sentó junto a Lali, quien lo observó con desconfianza. Esperó a que estuvieran en la carretera y con la música volviendo a retumbar por los parlantes antes de hablarle—. ¿Qué tal?

—Muy bien, ¿y tú?

—Bien. Ha sido una semana agitada.

—Sí. Para mí también lo fue.

Peter apenas pudo contener un suspiro. Aquello no iba bien. Lali no parecía haberlo extrañado en lo más mínimo. En realidad, parecía más distante que nunca.

—Te he extrañado —le confesó en voz baja, olvidándose del consejo de Nicolás. El rubor cubrió las mejillas de Lali, pero siguió mirando al frente.— ¿Y tú a mí? —preguntó él.

—No mucho —respondió ella mirándolo rápidamente, pero el color de sus mejillas insinuaba lo contrario.

Peter oyó una risita detrás de él. Se volteó y fulminó a Nicolás con la mirada.

—¿Decías algo?

—Nada. Ni una palabra —declaró Nicolás con expresión inocente—. Pero estaba pensando que podríamos cantar unos villancicos.

—¿Te volviste loco? —le preguntó Lali, girándose a medias en el asiento.

—¡Es una gran idea! —exclamó Osvaldo—. María, mira en la caja del CD cuál es el próximo villancico.

Peter dejó escapar un gemido.

—Navidades blancas —anunció María con voz animada.

—Buenísimo. Seguro que todos nos sabemos la letra —dijo Osvaldo, y se puso a cantar a puro pulmón cuando empezó la canción. María esperó un momento y se unió a él, y lo mismo hizo Nicolás.

Peter y Lali intercambiaron una mirada de mutua compasión.

—Ustedes dos, dale —les dijo Osvaldo, mirándolos por el espejo retrovisor—. Creo que podemos formar un pequeño coro aquí mismo. María me ha dicho que vamos a recuperar la tradición de cantar en un geriátrico el día de Navidad. Tal vez les gustaría ir.

—No hay forma —murmuró Peter.

—Antes me tiro de un puente —añadió Lali, con tanta energía que Peter se puso a reír.

—Ésa sí que es una gran idea, Osvaldo —dijo Nicolás con entusiasmo—. Y no te olvides que los esperamos a todos en Delica’s para la cena de Navidad. Osvaldo, ¿vas a hacer de Papa Noel este año?

—Obviamente —respondió él—. Es lo primero en mi lista de prioridades.

Lali se hundió en el asiento y Peter le agarró la mano. En parte porque necesitaba tocarla, y en parte para mostrarle su solidaridad. Y en vez de soltarse, ella dejó escapar un débil suspiro y lo miró a los ojos con expresión de anhelo y nostalgia.

Tal vez el estúpido plan de Nicolás hubiera funcionado, pensó Peter. Si Lali lo había extrañado aunque hubiera sido sólo un instante, si se había preguntado si él había perdido el interés, aquella horrible semana habría valido la pena.

Continuará…