sábado, 15 de marzo de 2014

Capítulo 38


Hola chicuelas!!!!! ¿Qué tal va su día? Ojalá que todo bien y disfrutando del día libre!!!! Ahora… pero QUE LINDO recibimiento el de ustedes!!!! Fue un mimo, gracias por siempre ser tan cariñosas conmigo, por sus comentarios en el blog y sus tws! Con respecto a la maratón… jajajaja no creo que la haga mañana porque me parece que no llegooooo, pero intento que sea el próximo fin que estoy más libre y así es antes de empezar clases ;) Gracias de nuevo y que sigan pasando un lindo finde1 Besos y hasta mañana!!!

Twitter: @Caparatodos
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Así que se aferró y escondió la cara, con los ojos firmemente cerrados, abrumada por las emociones, con el pecho dolorido y esperando que su corazón se tranquilizara. Agarrada firmemente a Peter, lo único estable en su destartalado mundo, Lali se quedó dormida.

Capítulo 38:

Había tanta sangre.

El huesudo y pálido hombre yacía en el suelo sobre un río de sangre que salía de su propia cabeza y que formaba una mancha gruesa y viscosa en el suelo. Retrocedió horrorizada, escurriéndose por el pegajoso suelo. El hombre de la pistola se giró lentamente, tenía la boca abierta y curvada en una sonrisa cruel, y sus labios eran de un color rojo sangre.

—Preciosidad —gruñó, ensanchando la sonrisa y levantando lentamente la pistola—. Muere.

—¡No! —gritó, pero le falló la voz. La palabra resonó en su pecho, pero el mundo guardaba un silencio glacial. Estaba de rodillas ahora, buscando algo, cualquier cosa; oyó los latidos de su corazón en la base de la garganta y se preguntó si sentiría el momento en que dejara de latir.

—Demasiado tarde —gruñó el hombre, apretó el gatillo y ella se dispuso a morir allí, en el suelo de piedra y arrodillada sobre la sangre de otro.


Lali jadeó y abrió los ojos, temblando desorientada, perdida. Estaba paralizada de miedo y sudando. ¿Dónde estaba? ¿Qué...?

Había una figura alta y más oscura que la noche junto a su cama. El grito no salió de su garganta; salió en forma de susurro ahogado mientras se pegaba al cabecero de la cama, tratando de acurrucarse y esperando no sentir la bala...
La amplia silueta se agachó a su lado y tomó la mano entre las suyas.

—Daniela —dijo una voz profunda.

—¿Quién? —Lali sacudió la cabeza, esforzándose por pasar de la pesadilla a la realidad—. ¿Quién es Da...? —Las alarmas resonaron en su cabeza. Se mordió los labios con tanta fuerza que se hizo sangre. Los ojos se le llenaron de lágrimas.
Peter le sostenía la mano con firmeza. Sus manos eran cálidas, duras y seguras.

—Lali, chiquita, escúchame.

Lali parpadeó, tratando de pensar con claridad pero sin lograrlo. Lo único que la mantenía entera era la mano de Peter. Se aferró a él y éste se inclinó sobre ella. Podía sentir el calor de su cuerpo en la oscura y fría noche.

—Tengo que irme, linda. —Peter estaba completamente vestido. Su cara quedaba medio oculta por las sombras, pero pudo ver que flexionaba con fuerza los músculos de la mandíbula—. A las 4:30 de la mañana tengo que salir a caballo con cinco de mis hombres para comprobar las cabañas que hay en las montañas. Nos llevará al menos treinta y seis horas, tal vez algo más, y tendremos que pasar la noche en una de las cabañas. No voy a poder llamarte porque allá no hay señal.

—Ok... está bien. —Le castañeaban los dientes y era casi incapaz de hablar. Las terribles imágenes de la pesadilla seguían dando vueltas en su mente como el humo tras un fuego. Apenas sabía de qué estaba hablando, ni siquiera sabía a qué cabañas se refería. Lo único que sabía era que Peter se iba y la dejaba sola, en la oscuridad, luchando ella sola contra sus fantasmas.
Tenía el ceño fruncido. La miró fijamente durante un segundo o dos.

—¿Estás bien? —le preguntó por fin con su profunda voz.

Lali sabía a qué se refería. Todos y cada uno de sus músculos protestaron cuando se incorporó. Le dolían los muslos, que estaban inflamados y pegajosos. El sexo había sido increíblemente duro. Mucho más fuerte y profundo y largo que nunca. Peter no había sido capaz de controlarse y presentía, de alguna forma, que se culpaba por eso.
Le estaba preguntando si le había hecho daño.

No, la verdad es que no. Estaba dolorida, pero en gran medida se debía a la intensidad de sus orgasmos.
«¿Estás bien?».

No, la verdad es que no estaba bien. Estaba perdida, muerta de miedo y sola. Quería desesperadamente que Peter se quedara con ella. Quería agarrarse a él y sentir su fuerza. Quería que mantuviera el miedo y la soledad lejos de ella.

—Bien —dijo sin más. Abrió la boca para esgrimir una enorme y falsa sonrisa, consciente de que en la oscuridad no vería la falta de naturalidad de su expresión, sólo el blanco de los dientes—. Estoy bien.

La agarró más fuerte y se le volvieron a tensar los músculos de la mandíbula. Sabía que estaba mintiendo.
Peter abrió la boca para volver a cerrarla. Estaba claro que no podía decirle lo que quería decir.

—Tengo que irme —repitió.

Lali asintió con cuidado, moviendo la cabeza despacio como si estuviera debajo del agua, ocultando sus emociones bajo una capa finísima. Apretó la mandíbula con fuerza. Si abría la boca no podría evitar llorar y le suplicaría a Peter que se quedara.
Pero no podía.
Nadie podía quedarse con ella. Estaba completamente sola.

Peter la observó unos instantes. Lali estaba desnuda y muerta de frío. El único punto cálido de su cuerpo, de su vida, era la mano que agarraba Peter. Cuando la soltó, hizo todo el esfuerzo posible para no temblar. Estaba helada hasta la médula.

Estaba allí de pie, imponente como él solo, a medio metro de la cama. Costaba creer que hacía muy poco había estado desnudo y dentro de ella. Durante todo el rato en que estuvieron haciendo el amor, Lali no pensó en nada que no fuera el cuerpo de él sobre el suyo y la explosión de placer casi aterradora que le estaba proporcionando. Mientras hacían el amor se había sentido más unida a él que a ningún otro ser humano. No se había sentido perdida ni sola.
Ahora se alejaba, se iba, y la dejaba sola en la fría oscuridad de la noche.

La lucecita de su reloj de alarma indicaba que eran las 4 de la mañana. Si quería llegar a tiempo, debería irse ya.

Peter retrocedió un paso y se detuvo. Lali podía oírlo respirar profundamente, casi podía sentir las vibraciones de la frustración que lo embargaba. Pasó el peso de un pie al otro; estaba claro que no quería irse.

—Vete —le dijo con suavidad.

Peter exhaló y asintió. Un segundo después, sin decir nada más, se había ido. Escuchó el sonido de la puerta principal al abrir y cerrar y, un segundo después, el ruido del motor de su auto.

El silencio la embargó, tan oscuro y frío como la noche. Lali hundió la frente en las rodillas y dejó fluir las lágrimas.

Continuará…

13 comentarios:

  1. pobre lali, me da pena.
    bueno yo queria maraton toco esperar hasta el otro fin

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  2. pobre Lali por lo que esta pasando
    tengo una pregunta: Peter le dijo Lali??
    o ella lo soño??
    buen finde
    besos!!

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  3. Cómo se va, por 3 días??.. eso es demasiado desconsiderado.
    Quiero más!
    Lore

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  4. Ay pobre,q dificil es la comunicacion entre estos dos,entre ella q no puede sincerarse y él tan osco no hacen uno!Me da mucha pena ella!

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  5. pobre Lali!! peter tendria a verse dado cuenta que no estaba bien!!!
    Espero el proximo!!!

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  6. lali necesita decirle toda la verdad, es de la única manera en que él la puede ayudar!! Más me encanta!!

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  7. No seas GIL y dale un beso antes de irte capo. No es una declaracion de amor es solo caballerosidad despues de una noche con una mina.

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  8. Tiene miedo, y parece que el miedo es cada vez mayor sobre todo cuando la protección que siente al estar con Peter se pierde.

    Espero que la proxima vez que se vean vaya más alla de quererse

    espero mas noveeee TQ amigaa

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  9. Espero k Peter haya notado su miedo ,y vuelva antes

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