miércoles, 19 de marzo de 2014

Capítulo 42


Buenas!!!! ¿Cómo las trata el día, muchachas? Ojalá que todo bien y que hayan empezado el día con el pie derecho!!!!! Gracias por leer siempre y alegrar mis días con sus comentarios y ocurrencias! Ven, ahora todas quieren un cerrojo como prueba de amor :/ jajajajaja Un beso y hasta mañana!!!!!

Twitter: @Caparatodos
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Aunque la ropa que llevaba parecía perfectamente limpia, era exactamente igual a la que había tenido el sábado. Lo que no había visto nunca era la camioneta negra a la que se estaba subiendo.

Lali se quedó pensando en aquel hombre que parecía tener más autos que ropa.

Capítulo 42:

«Preliminares, preliminares, preliminares».

Peter se repetía las palabras como si fueran un mantra mientras manejaba de vuelta a Fiambalá y a Lali, tras haber dejado a Rafael en la casa. A lo mejor convendría que se golpeara la frente contra el volante para que la sangre le volviera a la cabeza y pudiera acordarse después.

«Preliminares, preliminares, preliminares».

No iba a cargar a Lali, desnudarla, ponerla contra la pared y unirse a ella.
No, no, no.
Iba a haber preliminares. Sí. Trató de grabarse la idea en la mente, mientras aún le funcionara.

Llevaba dos días enteros sin poder controlar ciertas partes de su cuerpo, que parecían tener vida propia con tan solo pensar en Lali, lo que le valió un montón de miradas extrañas por parte de sus hombres mientras hacían la ronda por las cabañas. Si su masculinidad se tranquilizaba unos segundos, bastaba cualquier recuerdo... su sabor, por ejemplo, o aquel instante eléctrico en que había entrado en ella… para que volviera a estar más descontrolado que nunca.

La noche anterior no había dormido, ni siquiera unos minutos. No había ni siquiera cabeceado. Estaba entrenado para ello, claro; parte del entrenamiento de las fuerzas armadas incluía, estar despierto varios días seguidos, en aguas poco profundas, después de una larga caminata. Era un test de resistencia en el que se mezclaba el cansancio, con la incomodidad extrema y la falta de sueño. Había superado las sesiones de entrenamiento gracias a su fuerza de voluntad.

Pero esta falta de sueño no tenía nada que ver, era exclusivamente voluntaria. No es que no quisiera dormir, simplemente, cada vez que se echaba en la cama podía ver —casi podía sentir—, el suave cuerpo de Lali. Sus piernas rodeándole las caderas, los pequeños pechos contra su pecho, su suave boca rozándole la oreja. Cuando cerraba los ojos en un vano intento de alejarlos, era capaz de oler su piel, con un ligero toque de rosas, el femenino y único olor de Lali.
Así que llevaba dos noches sin pegar ojo, aunque no estaba cansado. Estaba hasta arriba de testosterona.

No podía hacer nada, no podía hacer uso de ningún juego mental para controlar su erección por las noches. En su vida normal A.M. (Antes de Melissa), había sufrido noches de insatisfacción durante la universidad, tras haberse metido en los pantalones de Laura Lee. Desde entonces, siempre que estaba con las hormonas a baño maría, había habido alguna mujer cerca, en algún sitio. Sólo había que saber dónde buscar. Las únicas veces en que las mujeres no estuvieron disponibles fue porque estuviera completamente concentrado con los entrenamientos o metido en alguna misión peligrosa, tan ocupado luchando por mantenerse a salvo que no podía pensar en nada más. Y, por supuesto, durante lo que duró su matrimonio, y un año después de que se fuera al tacho, su miembro había permanecido tranquilo entre sus piernas y dentro de los pantalones.

Ahora saltaba a la mínima de cambio, especialmente por las noches. La noche anterior estaba echado despierto, en su saco de dormir, sudando pese a lo frío que estaba el suelo y pensando una y otra vez en estar con Lali como si se le hubiera rayado la película en la cabeza. Se habría aliviado el solo, pero sus hombres se habrían dado cuenta de ello.
Además, su cuerpo deseaba a Lali y nada más que Lali. No estaba allí, y exigía saber la razón.

Apenas había saciado su apetito de Lali una vez, y el haber estado dentro de ella, hacía ya una hora, no contaba. En todo caso, lo calentaba más. Había hecho muchas cosas difíciles a lo largo de su vida, pero salir cuando acababa de entrar había sido la más difícil. Mientras ella aún estaba llegando al clímax.
Se merecía una medalla.

El corazón de Peter se puso a mil por hora cuando se acercó y vio la destartalada casita de Lali. Habría querido estacionar justo enfrente e ir directamente hacia la puerta, pero se tomó su tiempo y pasó de largo, una cuadra más allá. Iba a dejar la camioneta allí toda la noche, aunque tendría que salir al alba para llegar a tiempo para las sesiones de entrenamiento de la mañana.
Era un vano intento de proteger la reputación de Lali, pese a que la mayor parte de los habitantes de Fiambalá sabía siempre qué hacía el resto.

Había escuchado que los profesores tenían una cláusula en sus contratos acerca de la «inmoralidad». Si hacían algo que fuera contra la moral de la comunidad, podían despedirlos.

Claro que el único que podía despedirla era el director del colegio, Felipe Ponce, primo segundo suyo. Y estaba seguro de que Felipe no la despediría por acostarse con él; sino que estaría feliz de que Peter al fin estuviera con alguien.
Aun así, lo que Lali y él hicieran juntos no tenía por qué importarle a nadie más a ellos.

Peter subió las escaleras de la entrada con la sangre hirviéndole por las venas, e hizo una mueca al oír el crujido. Ese escalón era el siguiente en su lista de arreglos. La puerta se abrió antes de que tocara y una Lali sonriente apareció en el umbral. Tan preciosa como la recordaba, tan frágil y preciada. Y había abierto la puerta sin saber quién estaba al otro lado.
Eso lo dejó helado.

—Abriste la puerta —dijo, frunciendo el ceño con gesto de desaprobación.
Se le borró la sonrisa de la cara. Lo miró, miró la puerta y volvió a mirarlo a él.

—Ehh, sí, así es.

—No te había dicho quién era.
Lali puso los ojos en blanco.

—Peter, te escuché venir y estaba esperándote; ¿quién iba a ser si no?

Delincuentes, drogadictos, violadores, asesinos en serie... ¡cualquier cosa! Peter tuvo una repentina y espantosa visión de Lali herida, tal vez muerta; de pronto sintió un pánico atroz por lo que perdería si a Lali le pasaba algo.

Peter había tenido más de una visión intuitiva en su vida, impresiones sensoriales muy precisas de peligro. Una vez se había visto en el suelo, junto a la pared de un precipicio, con una cadera rota y el fémur destrozado. Se había visto a sí mismo con la pierna doblada en un ángulo muy poco natural, había sentido el dolor de los huesos rotos, mientras observaba cómo le salía la sangre a borbotones de una arteria cortada. Se había dejado llevar por la oscuridad mientras se desangraba. Lo había puesto tan nervioso que había vuelto a comprobar el equipo y había descubierto una cuerda deshilachada que se le había pasado por alto antes.

En otra ocasión, había tenido la repentina visión de que él y sus hombres se encaminaban a una emboscada en la densa y calurosa selva de Perú. Había alzado el puño, la señal de que se detuvieran, y su equipo se había quedado completamente quieto en su sitio. Permanecieron ocultos más de cuatro horas, sin moverse, sin respirar apenas y con el dedo en el gatillo. Justo cuando Peter había empezado a pensar que su famosa intuición podía haberle fallado, se oyó una señal y veinte insurgentes salieron de sus agujeros camuflados. Su equipo los masacró. Si no hubiera detenido a sus hombres, habrían ido derechos a la emboscada.

Peter había aprendido por las malas a confiar en sus instintos. No se trataba de ningún tipo de magia, y él no era ningún vidente. Tenía unos sentidos muy agudos y lo habían entrenado para ser muy buen observador. Captaba inmediatamente las sutiles señales de peligro, que su subconsciente unía y le mandaba una señal de alarma en forma de visión.

Y eso era precisamente lo que acababa de tener. Una repentina y dolorosa visión en la que Lali yacía en un charco de su propia sangre, sin vida, lejos de él para siempre. Algo en su subconsciente le decía que Lali estaba en peligro. Podían hacerle daño. Podía morir.
No mientras él viviera.

Continuará…

13 comentarios:

  1. ayy me encantooo!! masssss

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  2. peter tiene la testosterona a full y a demas un divino preocupandose por si le pasara algo a lali..
    otro

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  3. me encanto el capítulo!! peter y su intución y sus ganas de cuidar a Lali me dan mucha ternura!!

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  4. K intuitivo ,cuando se entere k d verdad está en verdadero peligro ,no la va a dejar ni a sol ,ni a sombra.

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  5. Ojala Lali le cuente tiene al angel gardian ideal para cuidarla,y de paso la pasan genial !

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  6. Amo a peterr! que siga su intuicion y la proteja
    Mas noveee

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  7. hoooo mas lindo él como se preocupa ...
    amor por esta nove.. jaja como hablaba
    subi mas ♥
    @x_ferreyra07

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  8. Aaaai la va a cuidar!! Me encanto :D

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  9. Lo amo a peter!! Tan rudo y tierno a la vez!!!

    @laliteronfire

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  10. wow como que se preocupó demasiado por lo que podria haberle pasado a Lali no??

    quiero mas

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  11. Al fin un indicio del peligro Peter!!!!
    Quiero más!
    Lore

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