jueves, 27 de marzo de 2014

Capítulo 53


Holillas!!!!! ¿Cómo les va? Espero que todo bien y que la estén remando con la mejor onda, ya llega el finde así que un poquito más y estamos!!!! ;) jajajaja muchas gracias por leer y estar siempre por acá y tw! Un beso y hasta mañana!!! 

Twitter: @Caparatodos
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—Yo también —dijo, y percibió el alivio en su voz—. Vamos, querrás estar un rato en la biblioteca. Luego conozco un sitio ideal para comer.

Capítulo 53:

Omar Uturria, alias Bernardo Tinoco, se tropezó con un muro en Rosario, Santa fe. La verdad era que no estaba fijándose por donde caminaba, porque no necesitaba hacerlo. Rosario era una ciudad tranquila y él estaba en la zona residencial.

Uturria estaba inmerso en sus pensamientos. Debía testificar dentro de cinco meses, tras lo que podría volver a su vida de antes, aunque la idea no le gustaba mucho. No estaba casado y nadie esperaba a que regresara. Además, en la parte del mundo en la que estaba ahora se necesitaban contadores con urgencia. Podía establecerse tranquilamente allí. Omar pensaba felizmente en crear su propio estudio cuando un auto embistió de repente contra la vereda.
No tuvo suerte.

Para cuando sus aterrados sentidos registraron el bufido del motor, ya estaba volando por encima del capó sin vida.


—Es una buena historia, ¿no? —preguntó Peter con tranquilidad—. Muestra perfectamente bien lo que el espíritu humano puede conseguir.

Lali lo miró, confundida. Tenía que volver a centrarse en el presente; se había metido completamente en la historia de Song Li, transportada al Vietnam de principios de los sesenta. El libro enganchaba desde la primera página. La contracubierta prometía la historia del conflicto de Vietnam vista desde los ojos de una joven que crece durante la guerra. Lali sabía que iba a comprarlo.

—¿Lo leíste?
Peter asintió.
Lali cerró el libro y tamborileó sobre la cubierta. Tierra salada.

—¿Es tan bueno como dicen? —Había leído las críticas cuando lo publicaron y le intrigó, aunque nunca se había animado a leerlo.

—Mejor. —Peter dejó la ruma de libros que llevaba y lo cogió—. Lo leí cuando salió. Aquello debió de ser un verdadero infierno. Es sorprendente que la mujer lograra salir de una pieza para contar la historia. —Su expresión era remota, no sonreía, como si se estuviera acordando de algo horrible.

—Oh, Peter —dijo Lali sin aliento. Nunca habría pensado... y eso que había visto un montón de documentales al respecto. Ahora un montón de cosas acerca de Peter cobraban sentido. Se acercó un poco más y le puso una mano en el brazo. Era como tocar hierro. Un hierro cálido—. ¿Fue... fue horrible?
Peter miró la mano de Lali.

—¿El qué?

—La guerra, claro. Pero qué pregunta más tonta, claro que fue horrible. Dios santo, debió de ser un infierno.

—Lali, ¿estás hablando de la guerra de Vietnam? —preguntó.

—Claro —dijo, sin entender.

—Tenía cinco años cuando cayó Saigon —le dijo con amabilidad. Se quedó pensando un momento—. Tampoco estuve en la guerra de Corea. Ni en la Segunda Guerra Mundial.
Lali sumó y restó y se sintió estúpida.

—Ah. Ok. —Sacudió la cabeza y dejó caer la mano—. Creo que veo demasiadas películas antiguas. Lo siento, Peter. Siempre confundo las fechas. Pero... —Lali ladeó la cabeza y miró a Peter. Llevaba el pelo peinado hacia atrás. Su terno debía de ser de un diseñador italiano o de un sastre excelente. Tenía un corte maravilloso. La corbata era de seda, a juego con el pañuelo de seda que llevaba en el bolsillo del saco. Hoy parecía un... un próspero hombre de negocios... de no ser por sus manos, que no eran las manos suaves y mimadas de un hombre de negocios, sino grandes y ásperas; unas manos acostumbradas a trabajar. Sin embargo, seguía pareciendo un guerrero pese al elegante atuendo—. Santiago Prado me dijo que te habían dado una medalla. ¿Por qué fue, entonces?

—Me uní a la armada, pero a los diez años lo dejé porque mi padre había muerto, así que tampoco es sobre lo que crees —respondió con una sonrisa de lado.

—¿Entonces? ¿En qué guerra estuviste? —¿Se había perdido alguna guerra?

—En ninguna. —Peter tomó aire con fuerza—. Vuelo 101 —dijo con gesto sombrío.

—¡Peter! —Lali se había quedado helada. Las guerras eran algo remoto que sucedía en lugares lejanos. El Vuelo 101 fue secuestrado en suelo americano; en el JFK. Había visto la tragedia del Vuelo 101 por las noticias. El mundo entero había permanecido cuatro días y cuatro noches pegado a sus televisores, rezando por los rehenes. Todo el mundo había seguido en directo la terrorífica secuencia de los hechos; las peticiones de los terroristas, las negociaciones interminables y la horrorosa imagen de los siete rehenes a los que mataron a sangre fría desde la cabina del piloto, que estaba abierta, y cuyos cuerpos sin vida lanzaron al suelo uno a uno.

—¿Estuviste allí cuando... cuando...? —No podía decirlo.

—Sí, estaba ahí. Nos enviar a ayudar. Teníamos la orden de esperar a que las negociaciones concluyeran. Esperamos y esperamos. Cuando la niña pequeña fue... —Peter miró hacia otro lado y apretó la mandíbula—... Entonces decidimos actuar.
Recordaba a los hombres con pasamontañas negros que se metieron disimuladamente en el avión. Por lo que recordaba, dos de ellos murieron.

—Por eso te dieron la medalla —dijo Lali.

—Mm-hmm. —Peter miró a su alrededor—. ¿Lista para irnos?

—Sí, eso creo. —Lali seguía tratando de asimilar lo que acababa de contarle. Una cosa era conocer a alguien que había estado en la guerra y otra, muy distinta, era haberlo visto hacer su trabajo por la televisión. Claro que había llevado un pasamontañas y, por supuesto, en aquel entonces no lo conocía.

En esa época, recordó Lali, había estado saliendo con Ignacio Lamas, un apasionado de la historia. Era un tipo simpático, parlanchín, superficial y poco fiable. Bueno, muy poco parecido al estilo de Peter. Por unos segundos, Lali trató de imaginarse a Ignacio con un pasamontañas, descendiendo de un avión por una cuerda y sacando a los terroristas a punta de pistola. O arreglándole las tuberías. Fue incapaz.

—Vamos a comer algo, Peter —dijo—. Una chica no logra todos los días ir a comer con un héroe de carne y hueso. —Le mostró una sonrisa de oreja a oreja—. Yo invito.
La idea pareció preocupar a Peter, quien frunció el ceño y la tomó del brazo.

—Ni lo sueñes.


Continuará…

14 comentarios:

  1. Eso Lali ni sueñes con que te va dejar pagar, aunque tengo mis dudas si Lali no se va a salir con la suya para la deje pagar ella! jajaja Me gusto el capítulo!!
    Espero el proximo!

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  2. JAJAJ mas tiernos!!
    Ni sueñes!! jajaaj
    Vuelo 101!!
    Segui!!
    @gbv_17

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  3. Un Heroe Mira Vos, Estoy Confundida Pit No era El Asesino Q Salia en los primeros Cap o me Confundi(?)

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  4. Aaaaah es un heroe, pero pobre qtodo lo qe vivio!! Otrooo :))

    Arii

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  5. buennnnnnn cap! Peter HEROE , los amo , a la nove tambien ! Maaaaaaaaaaaasssssss!

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  6. Justo a Machobus quiere pagarle!Jamas JAJA!Son geniales estos dos!

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  7. Como buen caballero ,no la dejará pagar.
    Me parece a mi ,k con Dani ,es con la única persona con la k ha hablado d lo k sucedió en ese vuelo 101 .
    Es suceso , es lo k le lleva a ser tan reservado, y no haberlo hablado con alguien más ,desde k sucedió el hecho..

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  8. ooo los amo
    massssssssss
    @x_ferreyra07

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  9. Maaas!! Amo la nove pero me resultan cortisimos los cap!

    @laliteronfire

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  10. COntandose mas cosas el uno del otro =) me gustaaa

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  11. bueno peter va hablando cada dia mas,un heroe

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