Capítulo 49

Hola, hola!!!! Gracias por sumarse hoy a la maratón! Gracias por sus comentarios y por estar siempre ahí ;) me alegro que la hayan disfrutado, pero ahora sí, esto es todo por hoy!!!!! Un beso enorme y que comiencen la semana con todo!!!!! Nos leemos!

Twitter: @Caparatodos

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—Frita —dijo Ballón.

Capítulo 49:

Lali estaba sentándose en asiento del copiloto de la camioneta cuando, de pronto, se quedó petrificada.

—¿P-Peter?

La camioneta se inclinó hacia el lado de Peter cuando éste se subió. Cerró la puerta del conductor sin hacer ruido.

—¿Hmm?

—Peter. —Bajó la voz hasta hacerla apenas un susurro y se inclinó hacia él—. Ahí hay una... una pistola.

Peter miró con indiferencia por encima del hombro antes de arrancar la camioneta.

—Nop —dijo.

—¿Ah, no? —preguntó ella, confundida. La camioneta arrancó con un brinco hacia delante y tuvo que agarrarse al cinturón de seguridad.

—No es una pistola.

Lali se había quedado asombrada ante lo diferente que se veía con el terno de corte elegante que tenía puesto. No solo lo hacía más guapo, sino también... imponente. Serio.

Había aparecido por la pequeña y destartalada cafetería de Euge vistiendo ese terno elegante y se había quedado allí de pie, alto, grande y poderoso, con expresión fría, dura y distante, y por una fracción de segundo Lali había sentido un momento de pánico al pensar que iba a meterse en un auto con aquel hombre que parecía tan aterrador. Fue una sensación momentánea que desapareció enseguida.

Peter no representaba ningún peligro para ella. Estaba segura de ello. Al fin y al cabo, toda esa semana había dormido con él. Pero no le costaba nada separar al hombre que le calentaba la cama por las noches de este hombre poderoso y con pinta de peligroso.

Después, Eugenia había cortado un pedazo del espantoso pie, pesadilla de todo diabético, y se la había puesto en la mano. Peter se la había comido con valentía bajo la atenta mirada de Lali que, cuando le miró a los ojos, estaba convencida de que los dos pensaban lo mismo: «Es asqueroso, ¿no?». Pero había elogiado el pie con voz suave y amable, y había esbozado una ligera sonrisa cuando Euge lo miró sonriente, aunque cuando la joven quiso ofrecerle pedazo, «invitación de la casa», la sonrisa se le borró inmediatamente de los labios. Pero se había comido el segundo trozo con estoicismo.

Lali era capaz de imaginar un montón de cosas, era uno de sus muchos defectos, pero era incapaz de imaginarse a un hombre violento que se comiera un segundo trozo de aquel pie por el bien de su amistad con nadie. Cuando lo miró, sus ojos estaban llenos de amabilidad y tal vez algo de soledad. Un poco como Frodo.

Pero ahí estaba, aventurándose en aquellos caminos infinitos con un hombre que tenía una pistola en la parte delantera de la camioneta, a mano, y su imaginación empezó a activarse de nuevo. Luego Peter empezó a hacer ese movimiento tan sexy que hacía con sus muslos y se le empezó a activar algo más. Lali desvió los ojos un momento antes de volver a mirarlo y centrarse con determinación en la cara de Peter.

—¿Quieres hacerme creer que eso... —La señaló con la barbilla, pues no quería tocarla—... no es una pistola?

—No —dijo Peter—. Es un rifle de caza muy bueno.

—Ah. —Lali enmudeció por unos segundos, luego se revolvió en el asiento.

Ahí estaba, quieta, larga, brillante y mortal. Nunca había estado en un espacio cerrado con una pistola —un rifle—, jamás. Nunca se habría imaginado que pudiera estar junto a un hombre capaz de tener una pistola. O rifle.

—¿Tienes pensado pegarle un tiro a alguien de El Puesto hoy?

Peter pareció pensárselo.

—Bueno, ahora que lo mencionas, no estoy demasiado satisfecho con la calidad del alimento que me vendió Lavalle la semana pasada... —Se giró para mirarla al sentir que jadeaba horrorizada—. Era broma, Lali.

—Ah. —Dejó de sentir pánico, pero seguía preocupada—. Eso está bien; está muy bien. ¿Entonces para qué necesitas... —Volvió a señalar la parte de atrás con la barbilla— ...eso?

—Lo cierto es que no es mío. Pablo es quien normalmente usa esta camioneta y el rifle es suyo. Yo prefiero las escopetas.

—¿Y Pablo para qué quiere una pisto... un rifle?

—Alimañas.

Aparte de en las serie antiguas que pasaban en la tele, Lali nunca había escuchado a nadie usar esa palabra en la vida real.

—¿Alimañas? ¿Como qué? ¿Ladrones de ganado?

Peter seguía moviendo rítmicamente el embrague y el pedal del freno, además de la palanca de cambios, y Lali trataba de no quedarse mirándolo fascinada, así que no vio la expresión de su rostro, aunque sí que oyó lo que le pareció una risa ahogada. ¿De Peter?

—¿Qué? —Estaban saliendo hacia la carretera, así que dejó de mover las piernas y Lali pudo relajarse. Lo miró y creyó detectar una sonrisa.

—Ya no quedan demasiados ladrones de ganado. Además, nosotros no tenemos ganado. Por lo general, Pablo la usa para ahuyentar a las ratas—. La miró y frunció el ceño—. ¿Te molesta la pistola, Lali? ¿Quieres que la guarde en la parte de atrás? Aunque es más seguro llevarla donde está. Y te prometo que está descargada; la munición está en la guantera.

Lali se acordó de pronto de todas las razones por las que vivía en la ciudad. Ahí no necesitabas cargar con un arma para ahuyentar nada.

—N-no, no pasa nada. —No quería que pensara que era débil—. Me sorprendí, eso es todo. Al fin y al cabo —dijo, tratando de tranquilizarse a sí misma—, sabes muy bien cómo se utilizan.

—Claro —dijo Peter, pisando el acelerador al ver que llegaban a una extensión abierta. La miró de reojo—. Pero soy mejor con los cuchillos.

Continuará…