Capítulo 54

Holillas! ¿Cómo les va? ¿Qué tal empezaron el finde? Espero que bien porque ya a estas horas podríamos decir que el fin de semana empezó oficialmente :D Gracias por leer y estar siempre! Un beso y hasta mañana!!!!

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—Vamos a comer algo, Peter —dijo—. Una chica no logra todos los días ir a comer con un héroe de carne y hueso. —Le mostró una sonrisa de oreja a oreja—. Yo invito.

La idea pareció preocupar a Peter, quien frunció el ceño y la tomó del brazo.

—Ni lo sueñes.

Capítulo 54:

—Háblame, Peter —dijo Lali antes de meterse otro bocado de hamburguesa en la boca. Pensó en suspirar de placer, pero no lo hizo por respeto a Eugenia.

—Ehh... —Peter hizo señas para que le trajeran otra taza de café, posiblemente para ganar tiempo mientras pensaba en algo que decir. Lali iba a tener que practicar eso con él. Se le iluminaron los ojos cuando se le ocurrió algo—: ¿Te gusta este sitio?

Lali dejó la taza con cuidado encima de la mesa y miró a su alrededor. La Fábrica de Cerveza. El suelo era de madera pintada; contra una de las paredes había una chimenea encendida cuyos crepitantes troncos hacían de la estancia un sitio acogedor. Estaba decorado al azar (aunque con mucho gusto) con viejos tarros de cobre utilizados como macetas y la rueda de una carreta como candelabro. En una mesa de caballetes decorada con vasos de barro llenos de semillas, estaba la comida sobre unas bandejas de metal. Una canasta de mimbre, más bien grande, contenía hojas secas. La zona de la cocina estaba abierta, separado tan sólo por una cómoda enorme, pasada de moda y con superficie de mármol que, además, servía de mostrador. Volvió a concentrarse en Peter.

—Es genial —dijo suavemente, observándolo con curiosidad—. Te toca.

Apretó las mandíbulas mientras trataba de pensar en algo más que decir.

—Mmm... bonito día, ¿no?

Estaban sentados junto a la ventana, por lo que tenían el paisaje del cielo que ennegrecía por momentos. Una repentina ráfaga de viento hizo crujir las persianas con fuerza. Lali comenzó a reír y, un segundo después, Peter se le unía.

—Supongo que no eres demasiado habilidoso en esto de hablar —dijo.

—Nop. —Se hizo hacia atrás para que la mesesra pudiera retirar los platos sucios de la mesa. Se tomó lo que quedaba de café y la miró con precaución.

—¿Cómo puede ser tan agradable esto? —preguntó Lali.

Peter la miró desconcertado.

—¿Cómo? ¿Qué es agradable?

—Esto. El Puesto. —Lali abarcó con un gesto de la mano la agradable cafetería y el pueblo que había fuera—. Este sitio es maravilloso. La comida es buenísima, la decoración es original... Es una cafetería verdaderamente fantástica. La librería El rincón de Barb también era maravillosa; tenía una selección de libros maravillosa y Barb era simpatiquísima. Era una librería perfecta para un pueblecito. Hemos recorrido dos callecitas adorables para llegar aquí, plantadas con pinos y geranios muy bien cuidados. Se podría hacer una guía con El Puesto. —Apoyó la barbilla sobre las manos—. ¿Qué pasa con Fiambalá?

Lali casi podía ver el proceso de asimilación de lo que acababa de decirle en la mente de Peter.

—Bueno... tal vez los pueblos sean como sus habitantes. Algunos son fuertes y otros no. Unos soportan la rudeza del tiempo mejor que otros. Los caballos también son así —añadió tras un momento.

Era una forma de verlo.

—Ok... Entonces, ¿cuándo empezó Fiambalá a... eehh... —Lali trató de encontrar alguna palabra que no fuera demasiado fuerte—... a empeorar? —finalizó con delicadeza.

Peter se detuvo para pensarlo.

—Supongo que las campanas fúnebres sonaron cuando hicieron que la nueva carretera pasara a unos kilómetros de Fiambalá.

—¿Quieres decir que alguien dibuja una línea en el mapa para construir una carretera y un pueblo se va al tacho... —Lali chasqueó los dedos—... así? —Era un concepto original y se dio cuenta de que el tiempo que había pasado en Fiambalá era la primera vez que no vivía en un lugar extraño y pintoresco y en una guía. Era extraño vivir en un sitio que en un par de años podría ya no estar en los mapas.

—Así es; aunque también es verdad que así es como se fundaron la mayoría de los pueblos, así que supongo que se le podría llamar justicia poética.

—¿A qué te refieres?

Peter parecía mucho más relajado. La contar historias era algo que dominaba, a juzgar por la cantidad de libros que Lali había visto en su librería.

Peter se hizo a un lado para que la mesera depositara frente a ellos dos platos de postre y dos humeantes tazas de café.

—La mayoría de los pueblos de por aquí se fundaron sin pensarlo: allí donde alguien puso su carpa y otro más detrás, donde se había historia o donde había agua subterránea. En algunos lugares fue aún más arbitrario: los ingenieros del ferrocarril tomaban un lápiz y un compás y marcaban franjas alrededor de las vías cada ochenta kilómetros, pues había que rellenar de agua los trenes, y allí es donde establecieron los pueblos ferroviarios. Algunos de estos crecieron y otros no. Fiambalá tuvo más suerte que el resto... al menos durante un tiempo. Hay mucha agua subterránea debajo de Fiambalá y una mina de Uranio. Después vivieron del ganado, y aquello fue rentable hasta que cambiaron la trayectoria de las vías del tren. Desde entonces, la cosa ha ido poco a poco hacia abajo. No tardará en convertirse en una ciudad fantasma.

—Qué triste. —Lali pensó en todo ello; en un pueblo entero agonizante. Fiambalá borrado del mapa.

—Tú también creciste cerca de una ciudad fantasma.

—¿Ah, sí? —Lali volvió sorprendida a la realidad.

—Tunuyán. —Peter la miró con expectación.

Lali parpadeó.

—¿Tunaqué?

Peter cortó un trozo de tarta.

—Tunuyán. Está a 83km de la ciudad Mendoza y en esta se encuentra el Valle del Uco que es famoso por la producción de vinos. Además, se realiza el Festival Nacional de la Tonada, el más grande festival de Argentina.

Lali sonrió con educación, como si Peter hubiera empezado a hablar de repente y de forma inexplicable. Peter frunció el ceño.

—¿No decía Santiago que eras de Mendoza?

Continuará…