Capítulo 10

Hola!!! Cómo les va?! Les dejo un nuevo capi y firmen que más tarde vuelvo con uno más!!! ;) GRACIAS a todas por las firmas y gracias Dani por todas las firmas! GENIA!!! Besos y hasta más tarde?!

Twitter: @Caparatodos

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—Tal vez ha llegado el momento de que te arriesgues un poco. ¿Qué puedes perder?

Dicho esto, se dio media vuelta y se fue.

—¿Qué tengo que perder? —murmuró Lali—. Sólo mi corazón… y a mi hermana…

Capítulo 10:

—¡Soy un buen tipo! ¿O no? ¿Por qué no querrá salir conmigo?

Peter estaba recostado sobre el respaldo de su sillón de ejecutivo, los pies sobre la mesa y las manos bajo la nuca. Agustín Sierra, su mano derecha, se sentó enfrente de él, abrió su maletín y sacó de él un montón de papeles.

Agustín Sierra era, sin duda, el hombre de confianza de la compañía. Llevaba casi diez años trabajando en Lanzani & Asociados. Tenía un gran talento para administrar dinero y llevar un control de casi todo y Peter siempre confiaba en su buen juicio. Pero, hasta ese momento, nunca le había pedido consejo en el tema de las mujeres.

Además, no eran lo que se dice amigos, amigos. Mientras que Peter lo llamaba por su nombre, Agustín todavía mantenía un distanciado señor que marcaba el estatus.

—Necesito que firme el contrato con Westing Park, señor —dijo Agustín—. Tenemos una reunión con el comité cívico de la Junta Municipal en diez minutos. Ya le pedí a Irene que saque las fotocopias del proyecto y los bocetos de la sala de conferencias. Los miembros del comité estarán a punto de llegar.

—La mayoría de las mujeres me encuentran atractivo —continuó—. No digo que sea irresistible, pero a veces hay más de una detrás de mí.

Agustín lo miró.

—No tengo mucha experiencia al respecto. No soy de los que suele tener ni siquiera una con la cual relacionarse.

—Tal vez fui demasiado rápido —.reflexionó Peter—. Pero es que nunca conocí a mujer tan guapa, tan interesante y tan directa como ella. No se dedica a jugar.

—¿Jugar? ¿Se refiere a tenis, vóley, etc.? —Agustín bajó la cabeza y sacó otro lote de papeles—. Según parece, Ludovico ha presentado otro proyecto para la construcción del centro cívico.

—Ya conoces a las mujeres —dijo Peter—. Lo enredan todo, hasta que no sabes diferenciar dónde está la cabeza y dónde los pies. Es como tratar de construir una casa sólo con plumas. Y cuando el viento sopla con fuerza, ¿qué te dejan?

Agustín lo miró confuso.

—No lo sé. ¿Plumas, señor?

—¡Nada, no te dejan nada? —Peter dio un puñetazo sobre la mesa—. ¿Ha habido alguna mujer en tu vida?

—Sí, señor. Una. Solamente una. Pero no funcionó. Tuvimos que dejar las cosas como estaban — las mejillas de Agustín tomaron color y siguió con la vista fija en los papeles—. Ludovico podría causarnos problemas.

—¿Por qué?

—Ya sabe. Hay hombres a los que nada puede detener con tal de llegar a donde quieren.

—No me refiero a eso, sino a por qué cortaron.

—No era el hombre que ella creía que era —murmuró Agustín—. Sobre este contrato, creo que debería…

—Pero Lali ni siquiera me conoce. Sólo pasamos una hora juntos. Por eso no puedo entender que me rechace de esa manera. Generalmente causo una buena impresión. Me consideran simpático. Por ahí son mis dientes —se los tocó preocupado.

—Señor, usted es realmente simpático y sus dientes son perfectos, se lo aseguro —el comentario de Agustín fue demasiado entusiasta, lo que hizo a Peter decidirse por un cambio de tema. El hombre no parecía sentirse cómodo hablando de eso—. Deberíamos hablar del viaje a Tokio.

Pero Peter seguía completamente perdido en Lali.

Y el problema no era, en absoluto, que se sintiera mal por haber sido rechazado. El problema era que le gustaba de verdad. Estaba ansioso por oírla reír de nuevo, por ver sus grandes y expresivos ojos verdes iluminarse de emoción, por conversar con ella.

Podría enviarle flores… pero no, eso no funcionaría. Las joyas podrían haber convencido a otras mujeres, pero no a Lali. Estaba completamente perdido.  Lo único que sabía era que sólo algo muy especial podría traerla hasta él. 

Para poder seguir atacando, tenía que poder verla.

Peter agarró el teléfono y marcó el número de su secretaria.

—Irene, necesito que me averigües cierta información. Agarra toda la lista de fiestas que tienes sobre la mesa y chequea cuáles están organizadas por Mariana Espósito. A todas ésas les envías una carta confirmando mi asistencia.

Peter sonrió y colgó el teléfono. Lali no iba a tener más remedio que verlo, quisiera o no.

—¿Está saliendo con Mariana Espósito? —preguntó Agustín.

Peter se apoyó sobre el respaldo y suspiró.

—Me gustaría que fuera así. Poe el momento, nuestra relación pasa por en un momento difícil. ¿La conoces?

Agustín negó con la cabeza.

—Creo… creo que conozco a su hermana.

—No sabía que tuviera una hermana.

—Tal vez no la tenga —respondió Agustín, con una extraña expresión de ansiedad poco común en él.

Peter se encogió de hombros.

—¿Cómo han ido las cosas en mi ausencia? —preguntó Peter.

Agustín se aclaró la garganta.

—Mi… mi auto se malogró. Usé su BMW durante unos días. Espero que no le importe.

—No, en absoluto. Es un carro de la compañía.

—Y fui al concierto benéfico en su lugar… —añadió—. Pensé que…

—Perfecto —dijo Peter—. Es mejor que alguien use las entradas.

—Y… he estado durmiendo en el cuarto de invitados durante todo el mes, mientras me pintaban la casa.

Peter frunció el ceño.

—¿Has estado viviendo en mi casa?

Continuará…