Capítulo 29

Aquí estoy yo ♫ jajajaaja es injusto! No se vale que siempre que digo hasta mañana en una maratón me puedan… me asusta ser tan flojita! Jajajajaja es que son tan lindas ;) Bueno Gracias a TODAS por sus firmas, por leer y por compartir un domingo novelero conmigo! :D se les quiere mucho y pónganle toda la onda para arrancar la semana como se debe! Un beso y ahora SÍ, nos leemos mañana!!!!

Twitter: @Caparatodos

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Lali respiró profundamente, mientras esperaba a que las palabras indicadas le vinieran a la boca.

Pasaron los segundos, luego los minutos. Por fin, la abrazó.

Lo único que no recordaría sería cómo se quedó dormida.

Capítulo 29:

Lali abrió lentamente los ojos. La luz de la mañana inundaba la habitación. Durante unos segundos se quedó cómodamente tendida en la cama. Se sentía muy bien. Por fin había podido dormir, después de tanto tiempo… Por fin podría aclarar su cabeza, decidirse respecto a lo que debía hacer con Peter… ¡Peter!

Soltó un pequeño grito y se incorporó de golpe. El recuerdo de lo sucedido la noche anterior llegó poco a poco. Se acordó de los flamencos, del camión, de la casa…

—¡Ay no! —Lali exclamó. Estaba en una cama, pero no era su habitación. Era el cuarto de Peter, pero él no estaba allí.

Algo había pasado entre ellos y, lo peor de todo era que no se acordaba.

Escondió la cara entre las manos. ¡Eso ya era el colmo!.

De acuerdo, estaba agotada, ¡pero de ahí a vivir la experiencia más ansiada de toda su vida y no acordarse de nada!

Levantó las sábanas y cuál fue su sorpresa al ver que llevaba puesta toda la ropa interior y que estaba intacta. Eso quería decir que no había sucedido nada entre ellos.

No sabía qué sentir al respecto. ¿Es que era tan poco deseable que había podido resistir tan fácilmente a la tentación? Tal vez, después de todo, una mujer semiinconsciente no era la idea de una gran noche de pasión para Peter Lanzani y no podía culparlo por ello.

A lo que no estaba dispuesta era a darle otra oportunidad.

Se levantó rápidamente y vio que su ropa había sido cuidadosamente colocada sobre una silla. Mientras se vestía confirmó su plan para contarle toda la verdad. Después de haber podido dormir como era debido durante toda la noche, se sentía con fuerzas suficientes para enfrentarse a cualquier cosa.

Se peinó con los dedos, salió de la habitación y bajó las escaleras. Seguramente, Peter había decidido dejarla dormir mientras él preparaba el desayuno. ¡Era tan detallista!

Pero al llegar a la cocina, no estaba allí. Sólo había dejado un intento de  desayuno en la mesa. Este consistía en una rodaja de melón, una magdalena y un jugo de naranja. En la cafetera quedaba algo de café y bajo ella había una nota.

Lali agarró la nota y empezó a leerla, pero una sombra captó su atención. Lali se emocionó. ¡Seguro que era él! Había decidido darse un baño en la piscina.

Se dirigió a la mampara de vidrio que separaba la cocina del jardín. Se detuvo justo en el marco y apretó la nota que él le había dejado. En pocos minutos, la farsa habría acabado. Respiró y salió en su búsqueda.

Pero, de pronto, se quedó paralizada ante la visión que se le presentó.

—¡Candela!

Su hermana giró hacia ella. Llevaba un paquete de detergente en la mano.

—¡Lali!

—¿Qué estás haciendo aquí? —le preguntó Lali.

—¿Qué estás tú haciendo aquí?

—Tú respóndeme primero —le exigió Lali.

 Ella necesitaba unos minutos para poder inventarse algo. No podía decirle que había pasado la noche en casa de Peter.

—¿Cómo me has encontrado? —preguntó Candela y le dio a Lali la clave para su respuesta.

—Yo… te seguí —respondió en un sutil alarde de improvisación—. ¡Y me alegro de haberlo hecho! Me imaginaba que estabas tramando algo. ¿Qué se supone que estás haciendo, Candela?

Candela la miró primero desafiante. Pero, poco a poco, el gesto se le fue ablandando, hasta terminar con un río de lágrimas.

—¡Lali! ¡Ya no sé qué hacer! He intentado ponerle fin a esto, pero no puedo. Sigo locamente enamorada de Juan Pedro y no lo puedo evitar.

Lali se quedó boquiabierta. Las palabras de su hermana le partieron el corazón. ¡Candela no podía amar a Peter, porque Lali lo amaba! Lo amaba con toda su alma. Y, hasta aquel preciso momento, había temido reconocerlo, pero ya no tenía más remedio.

—He pensado en este asunto durante días —continuó Candela—. Y, por fin, anoche, tomé una decisión. Si tirar detergente a su piscina…

—¿Ibas a echarle detergente a la piscina?

—Lo sé, Lali, lo sé. Pero déjame seguir. Si eso no me servía para liberarme del fantasma de Juan Pedro Lanzani, había decidido llamarlo y pedirle que me diera otra oportunidad. ¡Y apareciste tú! ¡Creo que el destino quiere decirme algo!

—¡No ha sido el destino!

Pero Candela no estaba interesada en oír nada más. Estaba tan sucumbida en sus propios pensamientos que no era capaz de ver el dolor que traslucía el gesto de Lali.

—¡Eso es lo que voy a hacer! Voy a hablar cara a cara con él. Y si no te gusta la idea, me da lo mismo. No es tu vida, sino la mía.

—Pero no…

—¡Ya está! —gritó Candela y se tapó los oídos—. No estoy dispuesta a oír nada más. Voy a hacer todo lo que esté en mis manos para volver a recuperar a Juan Pedro.

Lali cerró los ojos. Tenía que recobrar el control de sus emociones. La felicidad de su hermana dependía de ello.

—¿Tú crees que Peter todavía siente algo por ti?

Continuará…