Capítulo 27

Aquí estoy de nuevo!!!! :D jajajajajaja gracias Danii por la rapidez y el esmero!!!! Lo más! supongo que con ese ritmo, en un rato nos leemos sí o sí! ;) Besitos

Twitter: @Caparatodos

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—Es un ascensor —le aclaró Rubén—. Sé que tiene un aspecto un poco aterrador, pero no se preocupe, está a salvo con nosotros.

Capítulo 27:

Lali tomó aire y entró. Pronto, el montacargas comenzó a subir a una velocidad inesperada. Los primeros diez pisos fueron soportables, pero, a partir del piso once, comenzó a hacerse insufrible el pánico: veinte, treinta, cuarenta… Finalmente, se detuvo en el piso cincuenta y cinco.

Eduardo abrió la puerta.

El edificio tenía suelo, pero no paredes y era impresionante ver toda la ciudad desde un armazón de semejante altura. Tardó unos segundos para tomar la decisión de salir de ahí. Pero el capataz salió primero y le tendió una mano que no pudo rechazar.

La llevó hasta un rincón, donde lo primero que vio fue un picnic cuidadosamente preparado en el suelo. De pie, junto a la comida, estaba Peter.

—Gracias, Eduardo —le dijo—. Yo me encargo de ella ya.

El hombre se metió en el montacargas en el que esperaban los otros cinco y los dejaron solos.

Peter tomó su mano y le ofreció asiento demasiado cerca del borde para su gusto. Pero no dijo nada.

—¿Vamos a comer aquí?

—Se ve la mejor puesta de sol de toda la ciudad.

—No me gustan las alturas —dijo ella.

—Yo cuidaré de tí. No te preocupes —le respondió—. Además, he elegido este lugar a propósito. No quería que te pudieras escapar esta vez cuando intentara tener contigo una conversación seria. Porque eso es exactamente lo que vamos a tener: una conversación seria.

Lali se quedó inmóvil, pálida. Ya estaba, aquel era el fin. Peter lo sabía todo. Extendió la mano y agarró la copa de vino que le estaba ofreciendo.

¿Cómo pensaba hacerlo? ¿Se lo diría rápidamente o la torturaría? ¡Era un hombre cruel, pues la había llevado hasta un lugar del que no podía escapar!

—Sé exactamente para qué me has traído aquí —se adelantó ella.

Peter frunció el ceño.

—¿Lo sabes?

—Dale, empieza de una vez. No tengo miedo de oír lo que me tienes que decir. De hecho, voy a agradecer si me lo dices lo antes posible. Llevo mucho tiempo esperando y…

—¿Terminaste? Me gustaría poder decir algo…

Lali se quedó muda y bajó los ojos.

—Adelante.

—No tengo ni idea de qué crees que voy a decirte, pero te he traído aquí para hablar sobre nuestro futuro.

Lali alzó la vista rápidamente.

—¿Futuro?

—Sí, nuestro futuro. Qué va a ocurrir el mes que viene, el año que viene, durante nuestra vida…

Lali sintió que el corazón le latía emocionado.

—¿Crees que tenemos un futuro juntos?

—¿Para ti no es obvio, Lali? Yo no puedo pensar en otra cosa.

Lali se quedó en silencio. ¿Cómo podían tener un futuro juntos cuando había tantas mentiras de por medio? Todo lo que habían compartido había sido fundado a base de una mentira.

—Las cosas van muy rápido.

—Exactamente por eso creo que necesitamos tiempo para conocernos más. Necesito conocer a tus amigos, a tu familia, ver dónde vives. También creo que tú deberías conocer a mis papás. Van a venir a la ciudad el próximo mes.

—¿Tus padres? —Lali se movió alarmada.

Aquello no era lo que esperaba, pero era mil veces peor. Después de todo, habría sido más conveniente que, de una vez por todas, todo saliera a la luz.

Peter suspiró y se quitó el casco.

—¿Crees que estoy equivocado, Lali? Estos últimos días he sentido que eramos el uno al otro, nos llevamos bien y nos atraemos. ¿Cuál es el problema? ¿Soy yo? ¿Es que hay otro hombre? ¿Por qué no quieres reconocer que podríamos construir un futuro juntos?

—Sí puedo —se apresuró a decir ella. Cerró los ojos y trató de calmarse—. Pero todo es tan complicado. No tengo experiencia en este tipo de cosas.

—Lali, no se trata de enviar un cohete a la luna, ni de resolver un problema de física cuántica. Sólo se trata de que escuches a tu corazón. ¿Qué te dice?

—Que esto está bien —le dijo, sin más matices.

Bien… ¿qué era bien? Estaba bien a su lado, pero no estaba bien que estuviera a su lado… Todo era confuso y aún no estaba preparada para decirle la verdad.

Sin embargo, si él insistía en iniciar aquella nueva fase de la relación, acabaría por descubrirlo todo. En el momento en que fuera a su casa… ¡Su casa! Realmente, en dos meses, él debía de haber ido alguna vez a su casa. Y Candela, ¿no le habría contado que tenía una hermana y que se llamaba Lali? ¿Cómo era que no había relacionado a Candela Espósito con Mariana Espósito? Era cierto que a Candela le gustaba usar sus apellidos de casada… Tal vez, no sabía que era otra Espósito…

—¿Lali?

Ella se sobresaltó.

—¿Qué?

—Me da la impresión de que estás a miles de kilómetros de distancia de aquí. ¿Todo bien?

—Sí… es que tengo hambre —le dijo—. ¿Qué tal si comemos?

—¿Me prometes que vas a pensar lo que te dije? —le preguntó él, se acercó a ella y le agarró la mano. Comenzó a acariciarle el dorso de la muñeca.

—Sí —murmuró Lali y dio un largo sorbo a su vino—. Voy a pensarlo, te lo prometo.

Lali vio su sonrisa con pena. Había llegado la hora de contarle toda la verdad, y de acabar con una relación que nunca había empezado.

Continuará…