Capítulo 35

Hola!!!! No tengo comentarios para hoy! Hay un ambiente que todas ya sentimos y bueno… Les dejo nove y para tirarlas un poco más para arriba, a la noche vuelvo con otro les va?! GRACIAS por sus comentarios, me pone feliz que el capi de ayer les haya gustado y sacado alguna sonrisa! ;) besos

Y en http://happinesslaliter.blogspot.com “Cuñados”, para las que preguntaron por las noves de Mar_cha.

Twitter: @Caparatodos

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Había habido más de una ocasión en la que habría deseado no haber conocido, jamás, a Mariana Espósito. Aquel era uno de esos momentos.

Capítulo 35:

—¡Estás preciosa! —le dijo Lali, mientras le daba los últimos retoques al pelo de Candela.

Su hermana trataba a duras penas de contener las lágrimas de felicidad.

—¡Estoy tan contenta, Lali! —Candela se miró el sofisticado sastre que vestía—. ¿Crees que está bien que vaya de blanco? Esta es mi cuarta boda. Ya soy una veterana. Debería de ponerme un estampado de camuflaje.

—¡Es la primera vez que te veo realmente como una novia! Y es la primera vez que soy la madrina —Lali miró desde la puerta la capilla adornada con flores—. Va a ser una boda maravillosa. ¡Me encantaría que papá estuviera aquí para acompañar a la novia al altar!

—Lo hará en tu boda —dijo Candela.

—Yo no consideraría eso —dijo Lali.

Candela la miró directamente a los ojos.

—Nunca se sabe, Lali. Las cosas podrían arreglarse —los ojos de Candela se fijaron sobre una figura conocida.

Era Peter. A Lali le dio un vuelco el corazón. Sólo habían pasado unas pocas semanas desde la última vez que lo había visto, metido en un hueco y cubierto de barro, pero tenía la sensación de que había sido hace una eternidad. Parecía más delgado, pero su rostro seguía siendo el mismo, sus ojos verdes y peligrosos, y su voz, profunda y suave, seguía sonando a cántico celestial en sus oídos. ¿Qué les había pasado?

—¿Qué hace Peter aquí?

Candela sonrió.

—Es el padrino de Agustín. Sabía que si te lo decía, te habrías negado a venir a mi boda y te necesitaba a mi lado, Lali. No podría haberme casado sin ti. Por favor, no te enojes.

Lali suspiró y apartó los ojos al ver que él la miraba.

—Está bien. Supongo que podremos dejar nuestras diferencias a un lado en este día tan especial.

Candela besó a su hermana en la mejilla.

—Gracias. Y ahora, vámonos, es hora de entrar. Me caso por última vez en mi vida.

Lali acompañó a Agustín y a su hermana hasta el altar, mientras Peter los seguía.

Un juez los esperaba en el altar, todo vestido de blanco.

Al llegar allí, Lali se colocó a la izquierda de Candela y evitó mirar a Peter hasta que el juez empezó a hablar. Entonces, levantó la mirada del ramo de lilas que tenía en la mano y se encontró con sus ojos. Se ruborizó de arriba abajo.

¿Cómo podía afectarle tanto? Después de todo lo que había sucedido, de todo lo que había hecho, debería odiarlo. Pero, cada vez que trataba de sentir rabia o enojo, el recuerdo de su tacto y de sus besos la asaltaban.

Pero eso era todo lo que eran: recuerdos. Si lograba superar los próximos treinta minutos, se habría librado de él para siempre.

Lo cierto era que, desde la primera vez que lo vio, comenzó a desear un futuro con él. Había tratado de ignorar esos deseos ocultos, pero siempre habían estado ahí. En ese momento, de pie ante un altar, se dio cuenta de que aquello también había sido parte del cuadro imaginado, sólo que Peter y ella eran los novios.

Candela y Agustín se intercambiaron sus palabras de amor eterno y Lali no pudo evitar preguntarse si, algún día, ella encontraría el hombre indicado.

Sin pensar, miró a Peter. Pero esta vez, no parpadeó. Y lo que vio en aquellos ojos verdes la paralizó: había arrepentimiento, necesidad, deseo y frustración. Y, aunque nunca se lo hubiera dicho, vio amor, un profundo amor por ella.

—Yo los declaro marido y mujer. Puede besar a la novia.

Candela le entregó el ramo a Lali y ésta aprovechó para bajar la mirada. A penas estuvo libre, Candela se lanzó sobre su marido quien, al principio, parecía temeroso, pero acabó por besar a la novia con la misma pasión.

Felicitaron a los novios con besos y abrazos. Pero, en el momento en que Peter se acercó a ella, Lali fingió estar entretenida con los lazos del ramo. No quería que la tocara, porque entonces estaría perdida.

Candela agarró el ramo y salió rápido junto con Agustín. Desde la puerta, le lanzó el ramo como una profesional. Primero la golpeó a Lali en la cara y, finalmente, le cayó en las manos.

Para cuando volvió a mirar, los recién casados ya habían desaparecido, rumbo a su luna de miel. Lali y Peter se quedaron solos, en mitad del solitario y silencioso lugar.

—Parece ser que vas a ser la siguiente.

—Lo dudo —respondió ella, cabizbaja.

—¿Huyes de los hombres? Espero que no sea por mi culpa.

—Tú sólo has confirmado mi creencia de que sólo traen problemas.

—No deberías de botar toda la caja, sólo porque has encontrado una manzana podrida —hizo una pausa y se quedó mirando el pasillo vacío—. Envidio a Agustín. Encontró una mujer que lo ama y que quiere pasar la vida a su lado. Es un hombre afortunado. Eso es, exactamente, lo que yo he estado buscando.

La miró en silencio, pero no obtuvo respuesta.

—Lali, sé que lo que hice estuvo mal, pero yo…

Ella levantó la mano para que no continuara.

—No quiero hablar de eso.

Él le agarró la mano y posó un dulce beso sobre su palma. Ella se estremeció.

—Pero yo sí. No podemos seguir así. Tenemos que intentar solucionar lo que pasó.

Continuará…