Capítulo 12

Hola!!! Qué tal pasaron el día?! Espero que bien ;) GRACIAS por sus comentarios y firmas! Dani, para nada nos dimos cuenta que te gusto la nove eh! Jajajajjaa GRACIAS!!! Una genia, nunca tuve tantas firmas en un capi me parece :P Bueno nos leemos mañana y ya lo pregunté ayer pero va de nuevo a ver si hoy tenemos más suerte, SI ALGUIEN SABE DE DONDE; QUIÉN o TIENE la nove Laliter Del Montón  me dice?! Besos :D

Twitter: @Caparatodos

____________________________________________________

Sin nada más decir regresó a la sala de juntas. Definitivamente, llevaba demasiado tiempo ya pensando en mujeres vestidas y desnudas. Era el momento de ponerse a trabajar.

Capítulo 12:

—¡Feliz cumpleaños!

Un montón de aplausos resonaron y Lali sonrió desde detrás de una enorme torta con forma de cabeza de vaca.

Todos los asistentes al cumpleaños iban vestidos como vaqueros y el niño del cumpleaños sonrió alegre. Acababa de soplar sus cincuenta velas sin fallar ni una.

La esposa de Arturo Dufont, Elena, lo besó en la mejilla.

Aquella resultó ser una de las mejores fiestas que había organizado. Había balas de paja y la comida se servía en platos con forma de sombrero. La parrillada salió  perfecta y el grupo de música country daba el toque perfecto.  Incluso había contratado a unos vaqueros para poner el toque a la fiesta y unos cuantos de los presentes ya habían probado montar al toro mecánico.

—¡Una fiesta increíble!

Lali se volteó con una sonrisa para recibir el cumplido que le acababan de hacer. Pero la sonrisa se le congeló en la boca.

—¿Qué… qué estás haciendo acá?

Peter se acercó a ella.

—¿Te extrañaba? ¿No tenía más solución que verte? Te parecen buenas razones, ¿o quieres que mienta?

—¡Esta es una fiesta privada! No puedes estar aquí.

—Te extrañaba.

—¡Tienes que irte!

—¡Pero yo no me quiero ir!

Lali miró nerviosamente a Arturo Dufont. Éste acababa de acercarse a ella. Era el momento de cortar la torta. Pero antes de seguir con su trabajo, tenía que deshacerse de Peter.

—Por favor —le dijo—. Dime qué quieres y ándate.

Se cruzó de brazos y la camisa vaquera que tenía puesta le marcó los músculos de los hombros. No podía estar más guapo. Incluso podría decirse que le quedaban mejor el estilo lejano oeste que los trajes. Sintió un ejército de hormigas en el estómago.

—Bueno, ¿qué quieres? —le dijo.

—Quiero que salgas conmigo —le dijo—. Podemos ir a cenar o al cine.

Lali sabía que debía rechazar la propuesta, pero no estaba en situación de hacerlo.

—Está bien —le dijo—. Siempre y cuando te vayas ahora.

Él sonrió.

—¿Cuándo?

—Cuando quieras. Llámame a la oficina mañana por la mañana y decidimos una noche. ¡Ahora vete!

En ese preciso instante, Arturo Dufont comenzó a caminar hacia ellos.

—¡Ándate!

Pero Dufont ya había visto a Peter. Frunció el ceño y se acercó a él con un gesto de confusión.

A Lali se le congeló el corazón. Trataba de encontrar una excusa, pero su mente estaba igualmente paralizada.

¡Ya lo tenía! Le diría que Peter la había ayudado con la decoración.

—¿Lanzani? —Dufont se quitó el sombrero de vaquero—. ¡Qué sorpresa!

Peter se acercó a él con la mano extendida.

—¡Arturo! Feliz cumpleaños. Supongo que ya te han dicho que cada día estás más joven.

Dufont le dio la mano a Peter, respondiendo el saludo.

—Elena me dijo que no ibas a poder asistir, que estabas en Tokio.

—Volví hace unos días —le dijo Peter—. No podía perderme otra vez la oportunidad de hablar de mi proyecto favorito. ¿Cuándo me vas a dejar construir el vivero de Elena?

—Ya hablaremos de eso —le dijo Aturo—. Dentro de poco será su cumpleaños y sería un bonito regalo, ¿no te parece?

Peter se rió.

—Afilaré el lápiz y me pondré manos a la obra.

Con esto, Arturo se unió a la multitud de amigos que lo acompañaba, y dejó a Lali contemplando la espátula para cortar tortas que tenía en la mano.

Juan Pedro Lanzani le había tendido una trampa. ¿Por qué diablos siempre conseguía lo que quería?

Se acercó a él, espátula en mano.

—¿Debo temer por mi vida o me perdonarás por este pequeño juego?

Lali suspiró indignada y se dirigió hacia la mesa, mientras él la seguía de cerca.

—¡Me engañaste!

Peter se rió y tomó un bollo de crema de la mesa.

—Y tú has vuelto a sacar una conclusión errónea sobre mí. Soy un invitado más. No me colé.

—Pero tú odias las fiestas. ¿Qué fue lo que hizo que te decidieras a venir a ésta?

Se chupó los dedos con deleite.

—Tú.

Ella se ruborizó.

—¿Cómo conoces a Arturo Dufont?

—Diseñé su casa y varias de sus oficinas. Somos viejos amigos —la agarró del codo—. Somos tan amigos, que seguro no le va a importa que te robe unos segundos.

Lali dejó la espátula. Por suerte, ya había repartido una gran parte de la torta.

—De acuerdo, puedo escaparme un rato.

Peter la agarró de la mano, enlazando sus dedos con los de ella, y se fueron a un rincón del jardín.

—Bueno, supongo que tenemos una cita —dijo ella—. Aunque ha sido el resultado de la manipulación y el chantaje, mantengo mi palabra. A menos que sientas remordimientos y me quieras liberar de mi promesa.

Peter la miró con ojos de animalito desvalido.

—¿Por qué estás tan empeñada en evitarme? —sus palabras dejaron manifiesto de su decepción.

Pero la pregunta, realmente, debía de ser otra. ¿Por qué él estaba tan empeñado en salir con ella?

—Seguramente hay cientos de mujeres que se morirían por tener una cita contigo.

—¿Y por qué tú no eres una de ellas?

—Ya te dije que no eras mi tipo. Es tan simple como eso. Sé que tu ego no te permite aceptar algo así, pero inténtalo por una vez.

—No me conoces. Soy un tipo maravilloso. Pregúntales a Arturo y a Elena.

Lali se rió.

—No me cabe la menor duda. Pero seguro que has roto un montón de corazones.

—No he tenido una cita en meses —dijo Peter—. Cualquier corazón que haya roto ya estará completamente sanado.

Lali apretó la mandíbula y lo miró con desconfianza, ¡Era capaz de decir cualquier cosa con tal de obtener lo que quería!  Pero si podía hacer que se enamorara de ella, tal vez ese sería la mejor forma de vengar a su hermana. Luego lo dejaría como a una zapatilla vieja.

—Se te ve un poco desesperado —dijo ella.

Peter respiró y posó las manos sobre sus hombros.

—Lali, lo estoy desde el primer momento en que te vi. Estoy ansioso por conocerte un poco más. Eres hermosa, inteligente y yo…

Continuará…