Capítulo 24

Hola, hola! Las nove las hizo sufrir pero ya comienzan a salir trapitos al sol! Bien ahí todas mis Sherlock Holmes! Arte para los Problemas las sacó buenas eh! ;) jajajajaja GRACIAS por las firmas sobre todo a Danii y Lakshmitole! GENIAS… nos leemos en un rato?! :D

Twitter: @Caparatodos

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Si Agustín tenía razón, lo más seguro era que hubiera revisado todos sus armarios y estuviera husmeado ya en todas sus pertenencias. Pero nada de eso le importaba. Ya había tramado un pequeño plan con el que acabaría consiguiendo que Lali cayera en su propia trampa.

Capítulo 24:

Lali se quedó en el centro de la habitación de Peter, confusa y desconcertada.

Todo lo que había hecho, había sido intentar que la imagen de Candela y Peter en la cama, juntos, revolviéndose entre las sábanas, hubiera servido como auto castigo por los inconfesables deseos que aquel hombre despertaba en ella. Pero el resultado había sido absolutamente devastador.

Si se hubiera demorado un poco más aquel visitante fantasma, habría acabado en esa misma cama con el mismo hombre que había menospreciado a su hermana.

—¡Es el colmo del deshonor y de la falta de códigos!

No obstante, la ventura no estaba siendo su compañera. ¿Por qué le había tocado enamorarse, precisamente, de él? Y, peor aún, ¿por qué, por mucho que ella intentaba no caer en sus redes, él insistía en seguirla como un perrito desamparado?

Ante ese panorama y en las circunstancias que se encontraba, ¿qué debía hacer? Podría irse de la casa, sin más, pero sabía que él terminaría saliendo detrás ella y haciendo el dilema de su partida aún más difícil de llevar. Podría dejarse llevar por la pasión que, poco a poco la iba consumiendo o podría acabar confesando a Peter y a su hermana lo que le estaba pasando y dejar que las cosas continuaran su curso.

La mejor opción, sin duda, parecía ser la de salir de la casa, pero, mejor estaría, sin que la vieran. Lali se miró al espejo, se estiró arregló la blusa y se quitó los zapatos para no hacer ruido.

Lentamente, abrió la puerta, se dirigió a las escaleras y bajó lentamente.

Pero al llegar abajo, frente a ella y delante justo de la salida, vio a Peter, que observaba, pensativo, un montón de cajas que estaban esparcidas por todas partes.

—¿Quién era? —preguntó ella.

Peter se volteó sobresaltado, como si se hubiera olvidado por completo de que ella estaba allí.

Al notar su presencia, sonrió.

—¿Tienes hambre? Puedo preparar algo de cenar —agarró la muñeca sin hacer ningún comentario al respecto y se metió en la parte interior de la casa.

Por suerte, Peter no insistió en regresar al dormitorio. Eso le evitaría dar respuesta a la pregunta de hasta dónde podían haber llegado.

Lali lo siguió, sin saber bien a dónde había ido, aunque pronto se encontró con una hermosa cocina, bellamente decorada, pero, como el resto de la casa, y bastante funcional.

—Siéntate —le dijo—. ¿Quieres tomar algo? ¿Un poco de vino?

Ella asintió y se sentó en uno de los bancos que estaban alineados ante un mostrador.

De pronto, al mirar hacia la pared, vio apoyada la muñeca que le habían enviado. Peter, que estaba junto a la refrigeradora, no parecía en absoluto afectado por la presencia de aquella tercera invitada a la fiesta. La verdad era que actuaba como si, en realidad, estuvieran solos.

Pero Lali no pudo evitar preguntar al respecto.

—¿Quién es la otra invitada? ¿Una vieja amiga? —su tono era alegre y divertido.

Pero Peter no reaccionó como ella esperaba.

—Este pequeño regalo me lo enviaron esta tarde a la oficina, junto con otros interesantes artículos —apuntó a una caja que estaba allí también—. Ábrela.

Lali miró a la caja y pensó, inmediatamente, en Candela. Se acercó a la caja y se encontró, lo primero, un par de bikinis hechos con un extraño tejido pegajoso.

—Podríamos dejarlo para el postre.

Lali se rió nerviosamente y volvió a dejar la ropa en la caja.

—Creo que no voy a pasar del postre esta noche —Lali agarró la copa que le tendió él—. Te estás tomando esto muy bien.

—¿Sí? Las apariencias engañan.

Lali se removió nerviosamente sobre su asiento.

—¿Qué vas a hacer al respecto?

Peter se cruzó de brazos.

—Esperaba que tú me ayudaras.

—¿Yo? ¿Cómo podría ayudarte?

—Eres una persona imaginativa, Lali. Tal vez me podrías ayudar a hacer un plan de contraataque.

—No estoy segura de entender a qué te refieres.

—Ya sabes: venganza. Un modo de conseguir que Ludovico pague por lo que me está haciendo. He perdido algunos buenos negocios por su culpa y quiero darle su merecido.

La fría mirada de sus ojos la dejó paralizada. Siempre había pensado que Peter debía de tener una parte fría y calculadora, pero verla tan claramente la asustaba.

—Creo que no soy la persona más adecuada para darte ideas al respecto.

—¡Claro que lo eres! Las mujeres suelen ser mucho más imaginativas en estos temas.

Lali no sabía cuál era la intención de aquel comentario. ¿Pretendía halagarla o insultarla?

En cualquier caso, ella no era la persona indicada. Precisamente, su trabajo había sido la de actuar de catalizador, no la de realizar los crímenes vandálicos de los que él estaba siendo objeto.

—Insisto en que no creo que pudiera ser buena en eso —murmuró—. Además, supongo que debe de haber otras formas de solucionar el asunto.

—¿Qué sugieres?, ¿llamar a la policía o al FBI?

—¡No! Yo sugeriría que hablaras con la persona que está actuando así. Seguramente, así lograrías llegar a un acuerdo.

Peter la miró de reojo.

—Yo soy un hombre de acción, no me gustan las palabras. Prefiero un puñetazo en la nariz.

Lali tragó saliva.

—¿Recurrirías a la violencia física?

Peter consideró la pregunta durante unos segundos, luego se encogió de hombros y sonrió.

—No. Tengo que pensar en algo que sea mucho más doloroso. Pero dejemos este asunto. ¿Qué quieres para cenar? Puedo hacer hot dogs, sándwiches de queso o pizza.

—Me parece importante que sigamos hablando sobre este tema —insistió Lali—. No me parece sana esa necesidad de venganza.

No aceptaba aquella forma de actuar ni en él ni en su hermana. Pero tenía un tremendo dilema: sabía que la solución de aquel enredo estaba en sus manos. Sólo tenía que contarle la verdad y todo habría terminado.

Continuará…