Capítulo 18

Hola!!!! :) cómo les va?! Espero que haya sido un buen día para todas y si no, que lo hayan sabido llevar de la mejor manera! Qué al final es lo que vale no?! La actitud con la que afrontemos las cosas ;) Gracias por sus comentarios! Lindas, lindas! Se les quiere y sorry por la tardanza… se me pasó el día y recién prendo la compu!

Chari: Me encantó la historia!!!! Y no me aburres para nada al contrario leo y digo mmm… se acabó?! Ajajajajaja me encanta que compartas partecitas de tu vida/historia/familia! Es lindo saber de ustedes y conocerlas de a pocos! Así que ya sabes! Cuando quieres yo feliz de leerte y saber de ti!

Chicas Dani http://sigocreyendoenca.blogspot.com empezó nove recién! Dense su vueltita y lean!!!!

Twitter: @Caparatodos

____________________________________________________

—¡Qué rico!, ya viene nuestra comida. ¡Menos mal, porque tengo un hambre tremenda!

Al menos la comida evitaría que la conversación llegara a lugares no deseados. Mientras comía se iría preparando para el próximo desastre que le esperaba.

Capítulo 18:
 

Desde el punto de vista de Peter, la comida había llegado demasiado rápido. Cada vez que formulaba alguna pregunta, todo lo que obtenía era una amplia sonrisa entre dos cachetes inflados y un ligero movimiento de cabeza, con lo que evitaba entrar en detalles. Peter quedó así convencido de que trataba de ocultar algo.

Sin duda, el apetito de aquella mujer era voraz, pero si seguía preguntándole cosas acabaría llevando a su acompañante en una camilla.  Por fin, dejó de comer cuando la mesera trajo la cuenta y agarró el último plato que quedaba sobre la mesa.

—¿Desean algo más? —preguntó la muchacha.

Lali respondió que no con un gesto, pues tenía la boca aún llena. Agarró la servilleta, se limpió la boca, miró la cuenta y notó que seguía intacta sobre la mesa. Peter no estaba dispuesto a marcharse aún, ni loco. Después de todo el esfuerzo que había hecho por conseguir una cita con Mariana Espósito, no iba a permitir que se escapara así.

—¿Por qué estás tan apurada? —le preguntó—. Podría decirse que estás ansiosa por irte.

—Tengo una reunión mañana a primera hora —dijo Lali—. Debería irme ya.

—¡Pero si son las nueve de la noche! Normalmente organizas fiestas que acaban mucho más tarde. ¿Tan aburrido soy?

—¿Las nueve? ¡Pensé que ya era media noche!

—Responde a mi pregunta.

Lali suspiró.

—No —respondió—. No eres aburrido, eres muy interesante, Peter, pero…

—Pero ¿qué? La verdad y nada más que la verdad.

Ella dudó unos segundos.

—La verdad es que la estoy pasado muy bien esta noche, y no quería que fuera así. He intentado hacer cualquier cosa para que no fuera así, pero no lo puedo evitar.

—Entonces, ¿podemos salir juntos de nuevo?

—Tal vez.

Peter se tensó y tuvo que combatir el impulso de agarrarla, besarla y sacudirla hasta que comenzara a comportarse como una persona normal.

—Admites que te gusta mi compañía. Me encuentras atractivo. ¿Qué es lo que te molesta de mí?

—¡Nada! —respondió ella sorprendida.

Peter sacó la billetera, y dejó un montón de billetes encima de la mesa. Después, le agarró las manos suavemente.

—Salgamos de aquí.

Salieron del restaurante y, cuando ya estaban en la calle, se volteó hacia ella. Sin previo aviso, acercó sus labios a los de ella y la besó apasionadamente. 

Al principio, Lali no respondió. Peter esperó paciente a que ella se apartara agraviada. Pero no lo hizo. Poco a poco, su cuerpo se fue relajando y se fue entregando a él.

Peter jamás había imaginado que un beso pudiera ser algo tan perfecto, que un cuerpo se pudiera acoplar tan perfectamente al suyo. Su mente dibujó la imagen de sus dos cuerpos desnudos, uno encima del otro.

Un leve gemido se escapó de su garganta y tuvo que romper el instante, para alejar las fantasías. Ella estaba con los ojos cerrados, invadida por el placer inesperado que acababa de disfrutar.

Habría preferido haberla besado en un lugar más romántico. Pero si algo había aprendido aquella noche era que, con Mariana Espósito, había que aprovechar cualquier oportunidad.

Lali abrió los ojos, pero su mirada continuaba perdida en los labios que la habían poseído.

Peter trató de resistirse a la tentación, pero no lo consiguió. Nuevamente, la besó, esta vez dejando que sus cuerpos se unieran aún más, que sus pelvis se encontraran.

Ella reaccionó entonces y se alejó rápidamente.

—Gracias… gracias por la cena —murmuró Lali—. La pasé muy bien

Él sonrió.

—Tenemos que vernos otra vez —dijo él y ella se ruborizó—. Pronto.

—Sí, pronto.

Pero Peter no sabía si lo decía de verdad o si, simplemente, quería librarse de él.

Después de lo que había sucedido aquella noche, no sabía lo que Mariana Espósito tenía en la cabeza. La mujer con la que había cenado no se parecía en absoluto a la Mariana Espósito que había conocido en el museo de arte, la que se reía y bailaba con total sinceridad. Cuanto más la conocía, más extraño le resultaba su comportamiento.

Hizo un repaso de lo acontecido desde que la conocía y se dio cuenta de que su repentino cambio de personalidad había coincidido con el descubrimiento de que sus llantas habían sido desinfladas por algún sinvergüenza. Pero, ¿cómo algo así podía haber afectado a su relación?

—Será mejor que me vaya —dijo Lali.

Él asintió sin poner ninguna objeción.

—Llámame —le dijo.

—¿Qué te llame? —preguntó ella alarmada.

—Sí —dijo él, como si la petición fuera más que razonable—. La próxima vez, te toca a ti llamarme.

Lali parpadeó nerviosamente.

—Pero… pero yo…

Peter se pasó la mano por el pelo en un gesto desesperado.

—La bola está en tu cancha, Lali. La próxima vez te toca a ti… si es que va a haber una próxima vez.

—¿Y si no la hay?

—Depende de ti. Tú tomas la decisión. Yo puedo aceptar un rechazo como cualquiera, pero creo que entre nosotros hay algo especial y también creo que te gusto más de lo que quieres reconocer.

—Tienes muy alta estima.

—No. Lo que tengo es buena intuición. No sé por qué estás luchando contra lo que nos pasa. Quizás alguien te hizo mucho daño en el pasado o quizás estás demasiado preocupada con tu carrera como para tener una vida social. No necesito una explicación. Lo único que espero es que no arruines algo que podría ser increíble, tal vez lo mejor que nos ha pasado a los dos en toda nuestra vida.

Lali se rió nerviosamente. Peter sabía que estaba siendo tremendamente arrogante, pero no le importaba. Ya no tenía nada que perder. Sus encantos habían fallado y su intento de ser honesto, también. Tal vez la indignación funcionaría mejor.

—¿Tú eres lo mejor que me ha pasado? —preguntó ella.

—Podría serlo. Déjame intentarlo —se inclinó sobre ella lentamente, pero no llegó a rozar sus labios.

Esta vez, ella no cerró los ojos, sino que lo miró orgullosa, como si lo retara. 

Él no le dio el placer de un beso mortificado.

—Mañana me tengo que levantar temprano —dijo él—. Lo mejor va a ser que me vaya.

Sin más, se dio media vuelta y se alejó, dejándola sola en mitad de la calle, su silueta recortada contra el resplandor de las antorchas.

—¡No creas que porque te vas así, mis sentimientos hacia ti van a cambiar!

—Así que admites que sientes algo —dijo él, sin siquiera darse el trabajo de mirar hacia atrás.

—Puede que no te llame —dijo ella.

Peter sonrió para sí y continuó caminando. Algún día entendería quién era Mariana Espósito. Por el momento, no era más que un rompecabezas… pero, después de todo, siempre le habían gustado los rompecabezas.

Continuará…